El pequeño Fernando Josué H., de 3 años, no logró escapar de las infernales llamas que a la media noche del 11 de agosto arrasaron en cuestión de minutos un edificio del complejo de apartamentos Flower Branch, en Silver Spring, Maryland.
El menor era uno de los miles de niños salvadoreños y de otros países centroamericanos que han llegado en los últimos meses de manera irregular a Estados Unidos, la madre del menor que fue rescatada a tiempo de entre las llamas, emprendió el camino junto a su pequeño Josué dejando en El Salvador a sus otros hijos.
Antes de llegar al edificio que sucumbió con la explosión a causa de una falla del sistema de gas, donde murieron seis personas más –cinco adultos y dos menores en total-, ella había vivido en un peregrinaje de constantes mudanzas durante varios meses hasta que conoció a Rossy Morales, otra madre hondureña en similares condiciones con quien acordó compartir vivienda.
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Ahora a ambas mujeres las une un vínculo común: la tragedia de haber perdido a un hijo cada una en el letal incendio. Josué y Deibi L., de ocho años, no pudieron ser rescatados por sus progenitoras pues las llamas y el humo las hicieron sucumbir en la imposible tarea; el fuego devoró en cuestión de minutos todo a su paso.
El apartamento que alquilaba Rossy, donde se había mudado la madre de Josué hace un par de meses, estaba en el segundo piso, dos plafones arriba de donde se generó la explosión que calcinó en el momento la parte baja de la planta e hizo colapsar las escaleras.
La madre del menor salvadoreño, cuyo nombre se mantiene en reserva, trabajaba como ayudante en un carro de venta de comida rápida y antojitos salvadoreños en la misma zona del complejo de apartamentos.
El propietario de camión de comida rápida, Nelson Acevedo, ha dicho que su empleada había tratado de encontrar un lugar seguro para vivir, luego de haber llegado a Estados Unidos hace menos de un año como una más de las miles de madres que llegan al país con sus hijos para buscar un mejor futuro.
“Se mudaba una y otra vez, pero finalmente estaba bien ahí (en el sitio de la catástrofe), aseguró Acevedo. Los forenses han seguido el trabajo de identificación de dos víctimas más del siniestro.
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Las autoridades se han visto en dificultades para hacer las identificaciones porque algunas de las víctimas fueron reducidas a cenizas por el fuego; se han valido de alta tecnología para encontrar los restos humanos entre los escombros.
Además de los menores Josué y Deibi, este de descendencia hondureña, las autoridades conformaron la identificación del guatemalteco Saúl Paniagua, de 65 años, y del matrimonio nicaragüense conformado por Augusto Jiménez y María Castellón, de 62 y 53 años, respectivamente, quienes estaban a punto de jubilarse y preparaban su mudanza para vivir en Nicaragua.
La lista se complementa con los también inmigrantes africanos Saeda Ibrahim, de 41 años, y Aseged Mekonen, de 34 años. Los investigadores federales aún no han dado un informe final de las causas de la explosión en el inmueble, ubicado en una zona ocupada en su mayoría por inmigrantes en Silver Spring.