Terminada la Guerra de Independencia con la firma del tratado de paz entre los Estados Unidos de América y Gran Bretaña en París (1783), pasaron cinco años antes de que la Convención Constitucional fuera convocada en 1787 en Filadelfia, Pennsylvania, para formar un gobierno para la nueva república en base de reflexión filosófica.
La convención se llevó acabo con la asistencia de 55 hombres con una educación clásica y mucha experiencia política. Cuando presentaron el documento que escribieron, había fuertes ecos clásicos en las palabras e ideas, y mucha resistencia y tensiones entre los 13 estados.
Para alimentar y clarificar el debate, se publicaron en los periódicos los Papeles Federalistas, unos 85 documentos escritos por tres hombres muy jóvenes: Alexander Hamilton (de 32 años), James Madison (de 36 años) y John Jay (de 42 años) bajo el seudónimo “Publius” y publicados en los periódicos para la discusión entre la población. El término “federalista” significa un gobierno centralizado y no solamente los derechos de los estados individuales. El debate entre el gobierno federal versus los derechos de los estados individuales tiene una historia larga y amarga que, eventualmente, desembocó en la Guerra Civil en Estados Unidos en 1860.
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Los Papeles Federalistas (también habían Papeles Anti-Federalistas) conforman los primeros documentos de ciencia política escritos en la nueva “América” y trataron de muchos asuntos, entre ellos, ¿ cómo es que una voz minoritaria puede ser escuchada cuando la mayoría está en pleno poder? y ¿cuáles son los argumentos desde la historia y desde el sentido común para cada posición en el debate? Además, preguntaron cómo el negocio de la política tiene que ver con cómo gobernar seres humanos reales, cuál era la naturaleza de estos seres-es decir, un poco como un análisis médico de cómo tratar con los desordenes e ideas en la vida política de una América revolucionaria.
La constitución en borrador, antes de su ratificación, fue un trabajo hecho en secreto, sin acceso de la prensa (para liberar a los delegados de presentar todos los argumentos necesarios sin presiones sectarias) y nadie pudo sacar sus notas del salón. Este estado de asuntos creó olas de sospecha y unos choques profundos cuando, al fin, presentaron el borrador públicamente.
Es decir que, aunque habían ganado la parte militar de la guerra y su Independencia, ahora tenían que forjar y ratificar una Constitución que hizo de los estados soberanos una república, una nación. Habían protestas violentas contra el documento y estaba la necesidad candente para el debate. Es por eso que publicaron las 500 páginas impresas con argumentos a favor de y en contra en los periódicos del día, entre octubre 1787 y agosto 1788. Son ensayos en jurisprudencia constitucional basados en el estudio de la historia desde la Antigua Grecia hasta el presente, junto con la gran experiencia política de los escritores, obtenida en Europa y América.
Lo que estaban haciendo era conformar un régimen de derecho y justicia en una nueva república. ¿Sería por la razón y reflexión filosófica o por la fuerza y accidente? preguntó Alexander Hamilton en la primera publicación. Llegando a la Carta Federalista Número 6, también escrita por Hamilton, escuchamos hasta sombras de Thomas Hobbes: ¿Es que los hombres son rapaces y vengativos en su búsqueda para sus propios intereses? Y ¿qué pasará si no ratifican la Constitución? ¿quedamos sin gobierno?
En la Número 6, Hamilton argumenta que Esparta, Atenas, Roma y Cartago eran todas repúblicas, y se derrumbaron-fracasaron porque estaban rotas desde adentro por facción interna, polarizaciones y divisiones sectarias. Parte de este debate se centró en el estudio de la historia griega en el que Hamilton y Madison argumentaron que las democracias directas no pueden controlar el sectarismo y, por cierto, no queramos una democracia directa.
Contra estos argumentos, James Madison (siempre bajo el seudónimo “Publius”) argumenta que la ventaja más grande de una unión centralizada es su tendencia de romper y controlar, por la violencia y sectas políticas. Madison define “facción” como un acuerdo formado por algunos acentuados por una pasión común o interés en contra de los derechos de otros ciudadanos y en contra, también, de la comunidad y la república. Regresando a la metáfora de ciencia política parecida a la ciencia médica, Madison declara que la razón y el egoísmo crean pasiones que inspiran una tendencia de favorecer sus propios intereses encima de los intereses de otros. Madison está conciente de que no se pueden erradicar por completo los efectos de facción, pero, argumenta que por lo menos los pueden controlar sin violencia y guerra.
Estos son algunos pocos-muy pocos-de los debates que levantaron el público y los delegados en la convención al escribir la Constitución, tomando en cuenta la historia, la filosofía, la ética, la virtud y la ciencia política. Uno de los elefantes en el cuarto era la cuestión de la esclavitud. Este asunto lo obviaron para no perder Virginia y todo el Sur en la creación de su “república unida”.
Así los asuntos tan polarizados tambalearon cuando los delegados de la Convención Constitucional presentaron el borrador de la Constitución de los Estados Unidos de América. Por ejemplo, algunos delegados estaban fuertemente a favor de un gobierno centralizado con un rey. Otros estaban a favor de una confederación débil que puso el poder de varios estados soberanos encima de un gobierno central. El General George Washington prohibió a la prensa porque el debate era tan polarizado que tenía miedo de que el pueblo fuera a desesperarse. Ergo, la publicación de los debates en los periódicos en forma de Los Papeles Federalistas y Los Papeles Anti-Federalistas.
Al final de cuentas, la Constitución fue escrita en un estilo tal como que el ciudadano ordinario pudo entenderlo para ver las posibilidades y que pudieran ver que ninguna otra alternativa funcionaría. Hasta se le puede llamar un ejercicio en real politique, y no tenía validez como base para la creación de una república hasta que el pueblo la ratificara. O sea, el consentimiento del pueblo era un sine qua non.
El delegado del Carolina del Sur, Pierce Butler (nacido en Irlanda), dijo lo siguiente: “Debemos seguir el ejemplo de Solon, quien dio a los atenienses no el mejor gobierno que él pudo confeccionar, sino el mejor gobierno que ellos pudieran recibir”. Siempre Los griegos…. Lo que quería decir era que, parece que la Constitución no podría ser un documento filosófico perfecto, pero si algo que el pueblo puede ratificar como suyo.
El día 17 septiembre de 1787, el estadista mayor Benjamin Franklin pronunció que imperfecta como era-por ser producto de seres humanos-había que ratificarla. Se dirigió al General Washington en la siguiente manera:
“Considerando todo, Señor Washington, no puedo evitar expresarme en el sentido de que cualquier persona pudiera, conmigo en esta ocasión, dudar un poco de su propia falibilidad y, conmigo, firmar su nombre a este instrumento-esta Constitución?”.
Y así hicieron.
FIN