Es hora

Hay mucha gente que, capturada por la vida cotidiana y los problemas cada vez peores de nuestro país, no le dedica el tiempo que debería dadas las enormes amenazas que el país enfrenta como resultado de los gobiernos del FMLN.

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elsalvador.com

Por Manuel Hinds*

2016-09-08 9:16:00

Ya es hora de tomar en serio la política. Esta afirmación parece obvia y lo es, pero hay mucha gente que, capturada por la vida cotidiana y los problemas cada vez peores de nuestro país no le dedica el tiempo que debería dadas las enormes amenazas que el país enfrenta como resultado de los gobiernos del FMLN.
 
Cuando el FMLN tomó el poder con Mauricio Funes en 2009 el país tenía muchos problemas pero contaba con una economía sólida, una situación financiera estatal muy saludable, y una democracia que funcionaba. Los gobiernos del FMLN se han dedicado a destruir esto, en algunos casos conscientemente, en otros inconscientemente, pero no hay duda que se beneficiaron del buen estado del país porque los tristes resultados de sus errores y desaguisados no se notaban, o al menos no mucho. Había colchón. El país aguantaba y la gente pensaba que el miedo que muchos habían tenido de que poner a gente como los del FMLN en el poder había sido exagerado.
 
El FMLN rápidamente inventó pretextos y excusas por las cosas que iban mal, por el deterioro visible de los servicios públicos, por el aprovechamiento de los funcionarios de los fondos públicos para darse una gran vida que ellos jamás habían soñado, por la prepotencia con la que ejercían la autoridad del estado, y por la contratación continua de miembros del FMLN para desempeñar funciones en el estado para las cuales no habían  sido preparados, ni de cerca. Los problemas eran tan obvios que el gobierno ni siquiera se atrevía a decir que no existían. Las excusas era “siempre ha sido así”, y esto se debe a “los veinte años de ARENA”. Y como el país no se estaba desmoronando, mucha gente pensó que a pesar de toda su retórica llena de odios y resentimientos, el FMLN era un partido común y corriente, tan malo como cualquier otro. 

Pero no lo es. Es mucho peor. El país ha aguantado mucho, pero ya las reservas que la solidez anterior le habían dado se están agotando. Eso se nota claramente en términos numéricos en la situación fiscal con el aumento desmedido de la deuda del gobierno, que se ha duplicado de 8.7 mil millones de dólares en 2007 a 16.6 mil millones en 2015, pasando de 43 por ciento al 65 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) en ese período. Pero ese no es el indicador más grave del deterioro. Es peor el quebranto de los servicios públicos, la ineptitud en el manejo de las crecientes plagas infecciosas que aquejan a la población; la incapacidad de siquiera combatir a los mosquitos, algo que el país había logrado desde mediados del siglo pasado; la declinación continua de la educación; la torpeza para resolver los problemas de tránsito de San Salvador; y el aumento incontenible de los impuestos para seguir pagando por los desperdicios del partido en el poder.
 
Todo esto va a cambiar en el futuro cercano en varias dimensiones. En primer lugar, las reservas para los tiempos malos ya se han desgastado, con lo que el país está en directo entre las acciones tontas o malintencionadas del gobierno y los resultados desastrosos. Los golpes al país causados por estas acciones son cada vez más duros. Segundo, va llegando el momento en el que todas estas cosas y muchas más van a generar una revulsión de parte de la población, un rechazo drástico de las mentiras que el FMLN dice diariamente. Como dijo Abraham Lincoln, “Uno puede engañar a toda la gente algunas veces, y a parte de la gente todo el tiempo, pero no puede engañar a toda la gente todo el tiempo”.
 
En tercer lugar, el FMLN sabe que eso es así y no está dispuesto a dejar el poder. Está apostando a que, como pasó en Venezuela, logrará mantener dormida a la población salvadoreña hasta un momento en el que haya controlado totalmente las instituciones, de modo que ya no importe que toda la población los deteste. Como en Nicaragua también, ellos no perderán el poder. Ya cuando los venezolanos despertaron, era muy tarde. Que no pase esto en El Salvador.
 

*Máster en Economía,
Northwestern University.
Columnista de El Diario de Hoy