Por los días en que usted comandó una racha de espectaculares victorias militares, en el frente paracentral, que dejó una enorme cantidad de bajas a la Fuerza Armada, se convirtió en un héroe el equipo de Radio Venceremos. Todo ello a pesar, usted sabe, de la fuerte rivalidad que había entre Las Fuerzas Populares de Liberación y el Ejército Revolucionario del Pueblo.
A usted no lo conocí nunca en persona. Pero tanto Facundo Guardado, Dimas Rodríguez, Salvador Guerra y el mismo Salvador Sánchez Cerén, cuando les pregunté, tenían un alto concepto suyo como un excelente cuadro político-militar. Fue en los periódicos que de tanto en tanto nos llegaban al frente de guerra, que vi su foto, cuando hizo entrega de decenas de prisioneros de guerra a la Cruz Roja, en Quebrada Seca, si mal no recuerdo.
Allí estaba enfundado en su uniforme militar, flaco, demacrado, y con unos lentes de miope que le cubrían casi la mitad de la cara. Su expresión en esa fotografía en blanco y negro era la del típico guerrillero guevariano: idealista, resuelto, valiente, dispuesto a morir y matar.
Muchos estaban dispuestos a dar la vida, pero no todos a quitársela a otro aunque fuera en combate. Usted fue uno de los mejores comandantes de campo. Cuando terminó la guerra, un compañero suyo, que era amigo mío me comentó que usted era uno de los cuadros de las FPL con mayores virtudes revolucionarias: humilde, sencillo, honrado, leal, justo. Lejos quedaron esos días.
Dicho lo anterior, comandante, ¿Qué pasó? Ahora, usted en el poder es todo lo contrario de lo que me dijeron: Arrogante, insensible, injusto, protector de sinvergüenzas (nunca un adjetivo fue más acertado que ese para referirse al asunto). Del flaco, idealista y sencillo, solo ha quedado un funcionario gordo, que no le da pena decir que aconsejó a un presunto delincuente que evadiera la justicia.
Comandante Milton, convertido ahora en diputado Medardo, le invito a que se ponga la mano en el corazón y piense en Polín Serrano, en Juan Chacón, en Felipe Peña Mendoza, en Dimas Rodríguez, en tantos muertos, estudiantes y obreros en las calles de la capital, recuérdelos por favor y piense. ¿Tanta sangre generosa derramada fue para que usted defienda a ese sujeto?
El comandante Chele Luis, miembro del comité central del ERP, un mítico guerrillero, muerto hace poco de cáncer, fue destituido de ese cargo, solo porque usó un dinerito sobrante para ponerle radio al viejo pick up que usaba para trasladar armas. Lo compró para no dormirse en esas madrugadas llenas de retenes. Dijeron que eso era un lujo innecesario.
Y ahora usted hace una defensa del señor de los zapatos de mil dólares, las chicas reconstruidas, los cien fusiles, (ni uno de ellos lo usó como usted y tantos humildes en la guerra) las lujosas mansiones todo supuestamente con dinero mal habido. Le pregunto ¿Fue para que ese sujeto se diera la gran vida, con dinero ajeno supuestamente, que tanta gente murió?
Asilados políticos fueron Roque Dalton, Fabio Castillo Figueroa y tanto otros luchadores sociales perseguidos fieramente por los gobiernos de turno. Pero ¿Y al señor “Carro de Lujo”, qué gobierno lo persigue? Ustedes son sus amigos.
De manera indigna e indignante lo protegen. ¿O me va a decir usted que Jorge Velado o Mauricio Interiano o Margarita Escobar planean matar a ese señor? Me niego a escribir o decir el nombre de ese sujeto que parece haber nacido solo para hacer el mal, insultar, denigrar y de ser cierto lo que dice la fiscalía también para…
En lo personal no soy hombre de rencores. Le confieso que incluso tengo cierto respeto por algunos de sus compañeros como Lorena y Gerson, por equivocados que estén. A mí no me motivó ir a la guerra el odio por nadie, sino el amor por la gente humilde, que sigue siendo tan pobre o más que antes de la guerra. Pero me cuesta, me cuesta con el dueño de la lengua más viperina del universo y sus alrededores.
Las “masas” no están con lo que quedó del FMLN, ese partido que superó en todo los desaciertos de ARENA y no aprendió nada de lo bueno de ese partido. No se atreverá usted a llamarle “masas” a Margarita Posada y sus agitadores profesionales.
Monseñor Romero solía decir que la justicia en este país es como una culebra que solo pica al descalzo. Y con su ayuda, comandante Milton, a esa culebra le será todavía más difícil picar al señor con zapatos Ferragamo de mil dólares. ¡Qué pena!
*Columnista de El Diario de Hoy