Es un hecho que los girasoles siguen al sol y mueven sus flores de este a oeste a medida que el día pasa.
Pero un equipo de científicos averiguó exactamente cómo es que sucede esto. Según un estudio publicado en New Scientist, este movimiento se debe a que los cambios de la flor son causados por un ritmo cicadiano interno, es decir el reloj del cuerpo de los girasoles.
“Es el primer ejemplo de un reloj en una planta modular y su crecimiento en un entorno natural, que tiene repercusiones reales de la planta”, explicó Stacey Harmer, de la Universidad de California.
Este cambio de posición mejora el tamaño de las hojas de las flores y también las vuelva más atractivas para las abejas.
A lo largo del día la planta crece de manera diferente a lo normal, es decir que tiene ciclos diarios de 24 horas de crecimiento.
Esto movimiento brinda grandes beneficios para las plantas. Los científicos se percataron que las flores que están lejos de la luz del sol tienen hojas 10 veces más pequeñas que aquellas que están más cerca.
Aquellos girasoles que tenían su cara apuntando hacia el oeste al inicio de la jornada reciben cinco más abejas otros insectos que aquellos que apuntan hacia el este. Esto implica una ventaja evolutivo para las plantas que persiguen el sol.