Tomar fondos de las becas Fantel por la excelencia se propone el gobierno, si es que los partidos independientes lo permiten.
Y es que a lo largo y ancho del territorio muchos salvadoreños están entregándose a un perverso esquema por platos de lentejas, se trate de los zapatitos y uniformes, los paquetes de semillas… Ninguna cosa sustancial o perdurable, pero haciendo creer a esa pobre gente que a lo mejor, en el futuro, les lloverá el maná del cielo y podrán pasarse en la hamaca el resto de sus días.
El voto duro oficialista reacciona igual que los peces al ver gusanos colgados de cordeles.
Que las becas por la excelencia se destinen a sufragar ayudas a gente de escasos ingresos, ayudas casi imposibles de fiscalizar, es como si una fundación alemana quiera fomentar el aprendizaje de la música o la pintura y en vez de entregar esa ayuda a jóvenes con vocación, la use para “estudiantes pobres”.
Las becas por la excelencia no diferencian entre jóvenes de escasos recursos o jóvenes acomodados: el que tiene talento, indistintamente de su condición, las obtiene, por lo que se le hace un grave perjuicio al acabar con el programa.
De hecho, las becas generalmente benefician a jóvenes de clase media o de familias pobres pero que se las han ganado con esfuerzo y dedicación.
Quien no trae para músico, pintor, médico, arquitecto, acróbata, gimnasta, aviador o para profesiones o destrezas especializadas, puede pasarse la vida en una academia o escuela sin avanzar un centímetro.
Pero eso no lo entiende ni podrá entenderlo un grupo totalitario donde no hay ni escritores ni artistas ni destacados profesionales ni personas de gran categoría académica ni músicos ni cantantes operativos ni grandes administradores ni lingüistas ni pedagogos ni urbanizadores ni arquitectos de renombre ni eruditos. A esta clase de personajes no se les encuentra en conciertos ni conferencias de alto nivel ni en exposiciones artísticas ni opinan con autoridad en nada que vaya más allá de lo que pregona su grupo.
El miedo de los mediocres
frente a personas capacitadas
Al no haber trabajado en el mundo real donde se progresa por mérito y ejecutorias y no por ser designados a dedo en puestos oficiales, es natural que no acaben de comprender las razones por las cuales haya becas que premien el esfuerzo y las capacidades.
Menos va a entenderse la importancia que tiene para el progreso social fomentar el esfuerzo, la búsqueda de la excelencia, la capacidad para competir, comenzando porque en las sociedades regimentadas se asfixia a los que tratan de superarse, pues son una mortal amenaza para la mediocridad.
Las artes son el campo donde es más difícil pretender que “la gente de escasos recursos”, sólo por serlo, va a sobresalir igual que la gente de mayores capacidades; no hay forma de lograr que músicos sin aptitudes para la música se conviertan en concertistas, o sacar pintores donde no haya visión para las formas y el color.
Una de las más conmovedoras historias del calvario de los creadores en la Unión Soviética fue el desdén y por momentos persecución que sufrió el gran compositor Dimitri Shostakovich por no encajar en las nociones que tenían los comunistas sobre música, forzándolo a componer odas al trabajo y parecidos temas.