María (nombre ficticio), la matriarca de una de las últimas familias que ayer en la tarde abandonaron su casa en el caserío El Castaño, del cantón Plan de Amayo, municipio de Caluco, respondió sin tapujos, sin importarle que un grupo de policías la escuchara: “Así tanteando, quizás son unas 65 familias las que se han ido, si no es que más”.
Aquella mujer, sin embargo, acompañó su respuesta con una explicación: “No me ha amenazado nadie. Yo me voy porque aquí ya no hay molino, no hay tiendas, no hay gente… Entonces ¿qué me quedo haciendo aquí?”.
La respuesta de la lugareña contrastó, sin pretenderlo, con la versión que dio un jefe policial que ayer en la tarde llegó a El Castaño con un grupo de policías y militares, incluyendo a dos coroneles.
Según el oficial de la Policía Nacional Civil (PNC) son entre 17 y 19 casas las que han sido abandonadas. No obstante, antes había dado otro cifra no muy distante: dijo que eran 23 las familias que habían abandonado el caserío.
Caluco es un municipio del departamento de Sonsonate. Este departamento, en las últimas semanas ha sufrido un incremento en la cantidad de asesinatos que, en su mayoría, están relacionados a la ola de violencia desatada por grupos de pandillas.
Ayer, por ejemplo, mientras El Diario de Hoy cubría el éxodo en el caserío El Castaño, los policías que se encontraban en ese mismo lugar fueron informados de que en una zona rural de San Julián habían matado a dos jóvenes agricultores, y que en el cantón La Chapina, del municipio de Izalco, había otro homicidio. Tres en menos de dos horas.
Amenazas y asesinatos tras el éxodo
El abandono del caserío El Castaño no comenzó ayer ni el jueves. Ya hace más de dos semanas que las familias comenzaron a mudarse obligadamente del lugar, luego de que miembros de pandillas asesinaran a una joven, identificada como Yesenia Carolina Rodríguez, de 20 años, en una de las calles de El Castaño. Esto ocurrió el 31 de agosto.
Pero fue el asesinato de Francisco Zepeda Barrientos, un hombre de 64 años, lo que hizo que entre el jueves y ayer, un nutrido grupo de familias decidieran abandonar sus viviendas, sus terrenos y sus animales domésticos.
A don Chico, como le decían sus vecinos, lo mataron el 13 de septiembre.
Ayer, un jefe policial que pidió no ser identificado, aseguró que el asesinato de don Chico es el que hizo más evidente el desplazamiento de familias en El Castaño.
El oficial explicó que la veintena de familias que se fueron entre el jueves y ayer pertenecen a la misma familia del anciano asesinado. Todas pertenecen a una misma familia, a un mismo apellido: son primos, tíos, sobrinos.
Según el oficial, el caserío El Castaño prácticamente está habitado por una misma familia (a la que pertenecía Zepeda Barrientos). “Prácticamente se han ido el 50 por ciento de los habitantes de este lugar”.
El jefe policial indicó que el éxodo del caserío El Castaño fue provocado por una amenaza de miembros de la Pandilla 18 contra la familia del anciano asesinado el pasado martes. Según el policía, la amenaza fue magnificada y por eso se originó el desplazamiento.
Reacción gubernamental
Tras conocerse el éxodo de El Castaño, el gobierno reaccionó enviando a un grupo de policías y soldados para tratar de infundir confianza en la población de ese lugar.
Los policías dijeron que se instalarían en una de las casas abandonadas pero que estaban allí para capturar a los pandilleros que supuestamente lanzaron la amenaza.
“Estamos tras nueve pandilleros de este lugar, que son quienes hicieron la amenaza. Ya hemos capturado a uno de ellos”, afirmó el oficial de más alto grado que dirigía el grupo.
Mientras los policías verificaban las casas abandonadas y hablaban con algunos de los vecinos que aún permanecían en El Castaño ayer a media tarde, un hombre lucía en su pecho los números uno y ocho y otros garabatos que identifican a la pandilla era custodiado por policías.
El capturado dijo llamarse Erick Damián y que tenía 29 años. En el abdomen lucía una larga cicatriz y sobre esta aún llevaba un esparadrapo. “Es de una operación que me hicieron”, explicó el pandillero.
Los policías le recriminaban ser uno de los causantes del desplazamiento, sin embargo, él se defendía argumentando que recién había salido de la cárcel y que no estaba implicado en ninguno de los dos últimos homicidios cometidos en El Castaño.
No hay espacio para los animales domésticos
Es evidente que en este caserío se cultiva mucho la yuca y el maíz. Las familias también crían animales domésticos.
Sin embargo, en muchas casas que ya habían sido abandonadas se observaban gallinas, chompipes, cerdos, vacas y perros que habían quedado abandonados.
Las familias que huyen lo hacen sólo con los muebles que les caben en los carros que contratan para que les hagan la mudanza. No hay espacio para llevar animales.
En cuanto a los cultivos, extensas plantaciones de maíz han quedado abandonados ya en la etapa previa a levantar la cosecha. “No puede agarrar ni una gallina porque se corrieron para el yucal”, explicó María a quien uno de sus perros siguió por unos cuantos metros mientras ella se alejaba de su casa, de su terreno… de su arraigo.