A menos de 12 horas de haber aterrizado en El Salvador, con un vuelo transatlántico sobre sus hombros y muy pocas horas de sueño, Sara Pérez-Tomé, directora fundadora del Gabinete y Orientación Sophya, está preparada para el maratón que se le viene: siete conferencias en seis días en el país no la la intimidan. “Ya estoy acostumbrada a esto”, dice mientras saborea un desayuno típico donde destaca una pupusa, a la que la española califica como “una auténtica delicia”.
Invitada por el Grupo Roca, Pérez-Tomé es madre de nueve hijos. “Seis mujeres y tres hombres. No vivimos en paridad, con siete mujeres y cuatro hombres en la familia. Además tenemos seis nietos”, aclara Sara con una mirada cómplice a su esposo, quien la acompaña en el viaje. Desde hace 15 años imparte cursos, talleres y ponencias sobre temas familiares.
¿Cuál es su radiografía de los adolescentes actuales?
Son chavales en un proceso de cambio dentro de su cambio. Ellos están en un cambio que es la adolescencia y el mundo está en un proceso adolescente, otro cambio. Es una lucha de adolescentes con adolescentes, y con padres que a veces son un poco adolescentes y se comportan tal como sus hijos.
Por ejemplo…
Les piden unas responsabilidades que ellos no cumplen. Les piden, a los gritos, que no les griten. O les exigen que no usen el teléfono móvil en la mesa y el padre está hablando…
Hay una proyección permanente de cosas que no tienen que hacer, pero que ellos hacen. Han creado también en los hijos una doble moral.
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¿Y cuál es la clave?
Hoy día tienes que estar muy cercano a tus hijos, pero basado en el ejemplo. No me vale que como padres puedas hacer lo que quieras, que como padre puedas tener una amante pero a tu hijo le controla hasta qué novia elige. La clave está más en los padres que en los adolescentes.
En síntesis, hay que educar a los padres
Sí, pero es difícil cambiar. Todo lo que no les has dado a tus hijos hasta los 12 años es ya muy difícil. Hay padres que vivían en una serie de normas como las que a ellos les habían inculcado. Hoy en día el niño hace suyas esas normas antes de los 12 o se termina convirtiendo en una rebeldía cada vez mayor.
¿Y hace lo opuesto?
Claro. Por eso hay que hablarle a los hijos de que lo que es bueno para mí, es bueno para ti. Hay que usar el pronombre “nosotros”. No hay que decir “tienes un problema” sino “tenemos un problema”. Porque yo también, como padre, tengo el problema. Atribuirle un problema solo a ellos es alejarlos, dejarlos tirados… Esto no quiere decir que los padres tengan todas las respuestas…
¿Dónde están las respuestas?
Los jóvenes creen que la calle, en el mundo virtual. Pero los padres no pueden perder su espacio, porque si no el mundo virtual los va a invadir. Hay que entender que los padres son la autoridad. En España hay una frase que dice que cada hijo viene con un pan debajo del brazo, esa es la autoridad que te regala Dios con cada hijo. Pero si tú no ejerces esa autoridad, dejas huérfano al hijo. Porque hay padres que quieren ser amigos de sus hijos o madres que les protegen tanto que al final parecen su hermana mayor.
¿Cuál es el error más típico de los padres?
Uno es comparar épocas. Esos que dicen “en mi época…” Cuando más dicen eso, más se alejarán de ti. Por eso digo que los padres tienen que hacer autocrítica. ¿Cómo serías tú en la época de tus hijos? No sabemos, por lo tanto no podemos juzgar.
¿Qué rol tiene la tecnología y las redes sociales?
Es que nos ha pillado a todos con el pie cambiado. Va todo tan rápido… Hay padres que tienen la idea que como aprendieron esto de sus padres, tienen el trabajo de siempre, vive en la misma casa de siempre, usan el mismo bolígrafo de siempre… Ese conservadurismo se ha perdido con las nuevas tecnologías. Hoy en día no has acabado de haber aprendido un modelo y ya es obsoleto. Ese consumismo que nos invade en los padres es un pensamiento contradictorio, no saben que los padres tienen que dar un paso y avanzar. Sí, pero dando valores. La cultura del esfuerzo siempre es buena… Por ejemplo en cuidar a los mayores, que es algo agotador. Si estás acostumbrado a que todo lo solucionas presionando un botón, al abuelito no estás dispuesto a cuidarle porque no es así…
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¿Qué otra advertencia hay hacia los padres?
Yo digo que tengan cuidado a esos hijos que parecen perfectos… Hay padres que dicen que su hijo es bueno, estudioso, guapo, respetuoso… Pues es un poco un hijo trampa. Y los hijos adolescentes trampas tarde o temprano explotan. El crecimiento adolescente es muy afectivo y uno crece con desarrollos cíclicos y para eso se rompe un molde anterior. Si no rompe y se queda siendo un niño bueno como a las 9 años está tapando un crecimiento. Claro, es muy cómodo para el padre, pero no es lo que debe ser. Es como las habitaciones de los que se van a estudiar a la universidad y la mamá que le deja los ositos o los soldados de cuando era pequeño. Ahí hay un problema de la madre… Los padres deben tener cuidado, porque pueden cometer errores de bulto que pueden dejar marcados a los hijos para siempre…
¿Ejemplo?
Mira, hay que cuidar más a los hijos buenos.
¿Cómo?
Sí, en una familia casi siempre hay un hijo que es complicadito. Y si no es uno, es uno de cada tres, depende del número de hijos que tengas. Es decir, si uno de cada tres es conflictivo, hay otros dos que son majos, que crecen solos sin dar problemas. Entonces los padres no los atienden…
Porque se enfocan en el complicado…
Exacto, se enfocan en otro. Pero el padre no está para curar al que está mal sino para educar a todos. Se desequilibra la balanza de igualdad de trato si solo atienden al que está así. A mi gabinete llegan muchos adultos que me cuentan que se sintieron invisibles en su etapa de que eran chicos buenos y sus padres no supieron ni lo que estudiaban, se enteraron que se casaba y quisieron conocer a su novia, pero no supieron mucho de sus hijos porque no daban problemas. Entonces en un momento pasaron a ser personas inseguras, poco queridas, porque nadie se ocupó de ellos.
Ni demasiada atención ni descuidarlos…
Sí, es verdad que es difícil ser padre, pero si sabes cómo funciona el hombre desde el Paleolítico vas viendo por dónde van pasando los desarrollos afectivos. Hoy, se ha descubierto que una persona a la que no quieren, no se quiere. Y si no se quiere, no puede querer… Y nadie da de lo que no tiene. Por eso hay que querer a los hijos como son, no como te gustaría que fueran sino para que sea lo que tiene que ser… Porque de lo contrario hay hijos que acaban siendo la proyección de lo que sus padres no fueron y quisieron ser.