El pasado domingo once de septiembre, Hillary Clinton fue vista por el mundo saliendo antes de tiempo de una ceremonia del aniversario de los atentados en el WTC; y luego, desplomándose al entrar en la “Van” con el auxilio de su personal. Oficialmente se ha dicho que Clinton fue diagnosticada con neumonía. A raíz de esta situación han surgido una gran cantidad de especulaciones y rumores sobre el estado real de salud de la candidata.
Estos rumores y especulaciones tienen su solidez en que durante los últimos meses Hillary ha comenzado a mostrar públicamente signos aparentes de problemas neurológicos, que sus encarnizados críticos los visualizan con agudeza en sus ataques de tos, risa incontrolable, ataques de ira, pérdida de control sobre su cuerpo, entre otros. La gran pregunta que está colocada al centro del ambiente electoral norteamericano es si ¿Hillary está emocional, física y mentalmente apta para hacerle frente al próximo cuatrienio como Presidente de los Estados Unidos de América?
Según datos públicos, en diciembre 2012 Hillary Clinton sufrió una lesión cerebral por coágulo de sangre a consecuencia de una caída, por lo cual, pasó seis meses en recuperación. Algunos sugieren que esta situación le dejó efectos secundarios, como pequeñas convulsiones, pérdida de control corporal y episodios de ataques de tos incontrolables, así como eventuales ataques de risa.
Según médicos, ocupando el método de poner las evidencias juntas para hacer un diagnóstico somero, llegan a la conclusión que Clinton tiene problemas delicados de salud, como podría ser de isquemia cerebral, causada por la disminución transitoria o permanente del riego sanguíneo y consecuentemente la disminución del aporte de oxígeno y nutrientes al cerebro, causando eventuales trastornos como convulsiones.
De aquí a las elecciones de noviembre, puede que ella no vuelva a sufrir una de estas situaciones adversas que han puesto en duda su salud. Se aduce a ello que no esté muy dada a brindar muchas conferencias de prensa.
Otras voces más críticas y osadas de manera atrevida señalan que todo indica que la candidata padece de Parkinson. Esas voces destacan entre los síntomas observables, los frecuentes ataques de tos, alegando que esto es típico del trastorno en la deglución en las personas con Parkinson. Sostienen estos vaticinios que no creen que ella logre llegar hasta el final de la campaña presidencial, ya que estos episodios se están presentando de forma más frecuente. De ser cierta esta morbosa teoría, inhabilitaría su candidatura.
El tema de salud de los presidenciables se ha convertido en tema central de campaña, más considerando que Clinton tiene 68 años y Trump 70. Y tanto es así, que los ojos críticos sobre temas de salud están volteando a ver hacia el rubio republicano, que recientemente estuvo en el programa “The Dr. Oz Show” para revisar sus registros de salud, los que muestran entre otras cosas, que el aspirante presidencial está en muy buena forma. A pesar de tener sobrepeso.
Algunos demócratas han incorporado a su estrategia el avergonzar a Trump por su edad y por estar fuera de forma, ya que eventualmente sería el presidente de más avanzada edad en ocupar la Oficina Oval. Trump, contraataca… les responde que como candidato a Presidente es obligación estar saludable.
Después del publicitado ataque de neumonía, estrategas de campaña de Clinton revelaron al público información médica adicional, incluyendo sus medicamentos. Lisa Bardack, médico de Clinton, certificó que la ex Secretaria de Estado “sigue estando sana y apta para servir como presidente”, pese a su reciente enfermedad.
El primer debate presidencial, Clinton y Trump, está programado para el próximo 26 de septiembre. El morbo, expectativas y saña, se ciernen sobre los candidatos.
*Columnista de El Diario de Hoy
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