El calor veraniego texano es inclemente. El sol del mediodía parece marchitar los árboles centenarios que cobijan con su sombra los corredores junto a las murallas que circundan las Misiones de San Antonio, Texas.
Son los testigos mudos del paso del tiempo, y el valor histórico de los cinco complejos arquitectónicos de la Colonia Española en el sur de Estados Unidos, que en 2015 lograron la categoría de Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Bajo la nave de las iglesias construidas con adobe, piedra y maderas; alineadas en unos 11 kilómetros a orillas del Río San Antonio, amaina el calor y puede sentirse la inspiración de los sencillos monjes franciscanos que llegaron aquí hace más de 300 años para comenzar una obra que ha adquirido dimensiones históricas en la composición social y geopolítica del sur estadounidense y del norte mexicano.
La Misión Espalda es la más antigua, cuya construcción empezó en 1690, un año antes de crear el poblado de San Antonio, ciudad que hoy en día tiene una población de cerca de un millón y medio de habitantes, una de las urbes más pobladas del estado de Texas y de la frontera sur del país.
En línea en las márgenes del río siguen las Misiones de San Juan, San José y Concepción, para culminar con el emblemático Álamo, hoy en el corazón de la ciudad, y que se considera la joya de victoria de las guerras entre tejanos y mexicanos para reconfigurar el mapa en el siglo XIX.
Todos estos templos erigidos entre las primeras décadas de 1700 surgieron bajo el mismo concepto. Las parroquias funcionaban como el centro de la ciudadela; a la orilla de las murallas se erigieron las casas para los colones, indígenas que se convertían al cristianismo y obtenían protección de la iglesia y la corona.
Los misioneros franciscanos, los albañiles y labradores de islas Canarias que llegaron aquí debían imponer esta frontera cultural a nombre de la Corona Española en el Nuevo Mundo, y así lo hicieron.
Las misiones de San Antonio supusieron un cambio en la forma de vida de los aborígenes y nómadas que habitaban esa región, dentro de las murallas consiguieron protección a cambio de trabajo, obediencia y, sobre todo, en la conversión a la fe católica; pero también apoyo contra grupos tribales que atravesaban a campo abierto esta otrora región hostil tierra adentro del Golfo de México.
En la actualidad el conjunto de Misiones de San Antonio es uno de los atractivos turísticos de esta ciudad donde la música, gastronomía, arquitectura y, sobre todo, el uso del español reflejan la herencia hispánica y el sabor tejano.