“Presidente Nicolás Maduro, reconocemos su compromiso y liderazgo con grandes transformaciones sociales para beneficio del pueblo venezolano”, dijo Sánchez Cerén en la Isla Margarita, donde rindió pleitesía al exbusero, ahora dictador.
Defiendo la libertad de expresión. El Profesor tiene derecho de elogiar a quien quiera, pero en su estricto carácter personal, no como Presidente de El Salvador. Es intolerable que, siendo ya inocultable la debacle que Maduro ha causado en su país, su irrespeto a los más elementales derechos de la población, sus abusos de autoridad y el inhumano trato conferido a sus opositores, haya voces que no solamente le defienden, sino lo alaban. Y aún más inaudito, que esa voz sea la de nuestro Presidente. Ya nada sorprende de lo que hace o dice el Profesor, pero sí indigna profundamente. Y, para colmo, escogió nuestro Mes Patrio para ir a inclinarse servilmente ante todos aquellos que rinden idolatría al “comandante eterno”.
La obligación del Presidente es tomar el liderazgo para resolver nuestros problemas, no salir corriendo para tomar consejo de “eximios ciudadanos” como son Evo, Correa y Ortega (“ex simios”, escribe un estimado amigo) cuyos méritos consisten en predicar permanentemente la lucha de clases en sus respectivos países. Y pareciera que así lo aconsejaron, porque ahora todos los funcionarios efemelenistas despotrican, con mayor ímpetu, en contra de ARENA, de la empresa privada, de la Sala de lo Constitucional y hasta de los Embajadores que han dado voces de alerta sobre la gravísima situación en que se encuentra nuestro país.
Pareciera que la extorsión, que exprime a los salvadoreños honrados, ahora se realiza desde las más altas esferas del poder. Porque es un chantaje el que el Ejecutivo está llevando a cabo, queriendo obligar a la oposición a dar sus votos para nuevos y multimillonarios préstamos, sin que el gobierno se obligue a nada, sino, por el contrario, mediante la amenaza de no pagar a los proveedores (que los hay desde micro hasta grandes), no pagar las pensiones y tampoco pagar las obligaciones soberanas que deberá cumplir a principios de octubre.
Los empresarios, cuando son extorsionados por los mareros, a pesar del grave riesgo que eso implica, ponen la denuncia. Pregunto: ¿qué hace ARENA, qué hacemos todos los salvadoreños que, ante este chantaje, estamos calladitos, afligiditos y mustios, en vez de levantar nuestras voces y denunciarlo con un ¡YA BASTA!, fuerte y decisivo?
Exijamos cuentas de todos los préstamos, todos los impuestos, todas las donaciones que han llegado al Ejecutivo: cuánto ha sido, cómo se han utilizado, por qué no se han invertido en aquello para lo que se destinaron. Y, a la oposición, impongámosle que cumpla con su deber siendo garante de que esos despilfarros no vuelvan a darse, que propongan, exijan y hagan cumplir un plan de rescate financiero que nos coloque, de una vez por todas, del lado de la razón. Nadie espera milagros, pero sí exigimos honestidad, capacidad y patriotismo para encontrar la solución que tanto necesitamos.
Debemos tener muy clara la gravedad del momento, pero ceder a este chantaje solo conducirá a que, en unos cuantos meses, estemos de nuevo con el mismo problema. Exijamos, pues, que cese la extorsión, que el Gobierno se someta a una ley de Responsabilidad Fiscal y vigilemos que ésta se cumpla.
Profesor Sánchez Cerén, la responsabilidad es suya.
*Columnista de El Diario de Hoy.