Los rituales y costumbres funerarias tienen que ver no sólo con la preparación y despedida del cadáver, sino también con la satisfacción de los familiares y la permanencia del espíritu del fallecido entre ellos. Las diferentes formas de despedir al cadáver varían en función de las creencias religiosas. El enterramiento se asocia al culto de los antepasados o a las creencias en la otra vida.
El luto, como expresión formal de afrontar la muerte, no ha respondido siempre a los mismos patrones estéticos. El color negro, referente en las culturas occidentales, se impone al menos desde los tiempos de la República romana, una costumbre que perdura hoy pese a haber sido extinta durante muchos siglos.
Distintos estudios antropológicos coinciden en señalar como su posible origen el miedo ancestral de los vivos a ser poseídos por los espíritus de los fallecidos. Así, en los ritos funerarios los hombres primitivos pintaban sus cuerpos de negro para impedir, al quedar camuflados, que el alma del fallecido encontrara un nuevo cuerpo donde asentarse.
Las ceremonias de funeral civil normalmente consisten en unas palabras de bienvenida a los asistentes, una reflexión sobre la vida y la muerte, unas palabras sobre el difunto, la lectura de un poema y una despedida.
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Según algunos historiadores, en Egipto los funerales iban precedidos de una junta pública: si la vida del difunto había sido irreprensible se procedía a los funerales, pero en caso contrario el cadáver era enterrado en una fosa común llamada Tártaro, no se escapaban ni los mismísimos grandes al juicio. Al que fallecía dejando deudas, no se celebraba funeral alguno, hasta que las personas más cercanas al finado pagaban las deudas.
La ropa negra como signo de luto antes se mantenía durante más años que ahora. Incluso anteriormente, los hombres en estas circunstancias, se ponían la camisa y el pantalón también negros. Los hombres también podían mostrar su dolor mediante un brazalete en la manga izquierda, un pico de la solapa o un botón en la chaqueta, por supuesto de color negro.
La duración del luto iba desde tres meses para los parientes más lejanos hasta los dos años para los parientes más cercanos. La tradición era tan extrema que incluso abarcaba a las novias que se iban a casar, luciendo éstas el día de su boda un vestido negro, con la única salvedad del velo que sí era de color blanco.
En la India, tradicionalmente el color del luto es blanco, en contraposición a la tez morena de sus habitantes. Los creyentes del Vudú sostienen que pueden hablar con almas en pena y que los espíritus pueden poseer a los cuerpos.
Con el descubrimiento de América y la llegada de esclavos africanos a este continente, estas creencias y rituales religiosos, provenientes del Vudú, se mezclaron con la cultura católica, dando vida al ritual de luto que conocemos en la actualidad.