De un golpe acaban con la democracia

Al anular la oposición a la que prohibió el régimen participar en la venidera farsa electoral, toda pretensión de democracia se anula; Nicaragua queda en manos de Ortega y su grupo. 

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Para José Miguel Fortín Magaña, la impunidad alimenta el fenómeno de la inseguridad en el país.

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2016-07-31 7:25:00

De un plumazo la dictadura sandinista destituyó a los diputados de la oposición, que anticipando el golpe se habían declarado independientes, con lo cual formalmente se acaba con cualquier pretensión que había de democracia, para caer en un absolutismo “a la nica”.

Durante décadas la izquierda, los comunistas (“sandinistas” pues usurparon el nombre de Augusto César Sandino, un líder no comunista que luchó contra la intervención extranjera y que fue asesinado por el primer Somoza) y numerosos grupos políticos y sociales combatieron el somocismo como nugatorio de las libertades y antidemocrático.

Pese al régimen autocrático de Somoza, funcionaron partidos de oposición, hubo una casi irrestricta libertad de expresión y la mayor parte de garantías ciudadanas, así como un sistema económico de mercado, sobre todo en los mercados –literalmente los espacios de venta cubiertos– que nadie regulaba fuera de los mismos vendedores.

Tan efectiva era la oposición que se tomaron el Palacio de Gobierno y secuestraron a funcionarios y parientes de Somoza (la “gesta” de Edén Pastora), lo que culminó con el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, que por unos momentos se atribuyó a Somoza pero que luego se descubrió que más bien le convenía al sandinismo.

Pero al anular la oposición a la que prohibió el régimen participar en la venidera farsa electoral, toda pretensión de democracia se anula; Nicaragua queda en manos de Ortega y su grupo, como en Cuba y peor que en Venezuela, donde los partidos opuestos al chavismo tienen una vigorosa presencia.

Los que acudan a las urnas, los de las “ruedas de caballitos”, tendrán el privilegio de votar por un único candidato…

El grave problema de los despotismos no es únicamente someter a los pueblos a los dictados, los crímenes y las ocurrencias de mal nacidos, sino coartar toda la creatividad que naturalmente, biológicamente, reside en cada persona, se trate de pequeños avances o de descubrimientos y obras de mentes privilegiadas.

Esto es particularmente nocivo en el campo de la producción –empresas y actividades que simplemente no salen a luz– como en lo relacionado con el intelecto y lo artístico.
 

¿Por qué no proceden 
con Ortega como contra Somoza?

  

Los dictadores siempre, en una u otra medida, persiguen las voces disonantes; siempre amordazan, encierran, espían y encubren. Y al ser omnipotentes, caen en la corrupción y protegen las cadenas de ilícitos y robos, pues siempre toman su tajada o se apoderan de los botines.
De allí las maniobras para proteger la corrupción en nuestro suelo, llegándose al extremo de nombrar en entidades claves del Estado a investigados por Probidad, cuyas riquezas tienen un cuestionado origen.

¿Qué sucederá en Nicaragua, ahora que abiertamente, sin vergüenza, a lo descarado, el régimen impone una dictadura?

La Carta Democrática de la OEA no funciona, como no ha funcionado en Venezuela, en Ecuador ni en Bolivia.

 Tampoco, hasta el momento, no funcionan las sanciones de Washington o de la comunidad internacional, medidas que en teoría se aplican a un régimen (como cierres financieros, etc.) pero que cargan principalmente sobre los pobladores.

Cuando Somoza, se cortó el suministro de combustible, el abastecimiento de armas, etc., además de forzar a Costa Rica a permitir que en sus pistas aterrizaran vuelos de gente armada desde Cuba.

¿Se repetirá el escenario?