Si uno va al consultorio externo de un Hospital General de un país del primer mundo como Canadá, Taiwán o Escocia lo primero que llama la atención es la poca gente, la extraordinaria limpieza de pisos, paredes, mobiliario, la iluminación y ventilación adecuadas y el poco tiempo que esperan los consultantes para ser atendidos. En El Salvador en cambio la consulta externa de los hospitales públicos parecen abigarrados mercados o ferias de pueblo, donde los enfermos con mucha suerte pierden mediodía para salir con unas tabletas de acetaminofén e ibuprofén, cansados de que les den órdenes y regañen, de que los empujen y por supuesto de hacer colas para todo.
La consulta externa se planifica tomando como base las estimaciones de la demanda de consultas que genera la población de la zona de influencia del nosocomio, en tal efecto son de utilidad las estadísticas (toda vez que sean fiables) de las consultas atendidas en el último quinquenio, volumen de atenciones por especialidad y otros informes sobre la morbilidad prevalente. La idea es contar con una base consistente para establecer el tipo de especialidades que se necesitan, número de consultorios, dimensiones de esperas, servicios de apoyo y otras áreas relacionadas.
Naturalmente una consulta externa permanentemente sobrecargada al grado que se sacrifica el funcionamiento del todo, el confort de los pacientes y las condiciones de trabajo del personal, definitivamente es una dependencia colapsada que urge replantearse y reorganizarse. Las causas de esta situación pueden ser múltiples y por razones de espacio solamente citaré algunas. A menudo se complementan con las tradicionales actitudes criollas de “Hacer lo que se puede y no lo que se debe”, “Se trabaja hasta donde alcanza la cobija”, “Hay mucho por hacer pero no hay pisto” y “Que agradezcan que los atendemos”.
El estado de salud de la población cubierta es parte importante, hace 35 años por ejemplo no había VIH/Sida, ni eran problemas nacionales la insuficiencia renal crónica, el dengue, chik, zika y no ocurría el volumen de hechos de sangre y accidentes de tránsito de hoy en día. De esto se desprende que los policlínicos no son dependencias estáticas sino por el contrario son dinámicas y su éxito depende en gran medida de su capacidad de adaptarse a los cambios de la morbilidad.
Naturalmente no todos los problemas de la consulta externa se deben a la escasez de médicos como mucha gente cree. Tiene mucho que ver el nivel de tecnología que se aplica a los RR. HH., procesos, equipos, instalaciones y servicios como Archivo Clínico, Imagenología, Laboratorio Clínico, Farmacia y otros. ¿De qué sirve disponer de flamantes instalaciones y suficientes médicos y enfermeras si los procesos son engorrosos, lentos, burocráticos y escasamente humanizados?
¿Por qué no empezar con modernizar todo lo relacionado con la información del paciente para eliminar esa engorrosa y apolillada papelería que inunda el Archivo Clínico y hace perder tiempo valioso a médicos, enfermeras, secretarias clínicas y personal de Farmacia? Por supuesto que también es necesario que los centros de atención de los niveles inferiores cumplan también con su parte, me refiero a su capacidad resolutoria y así evitar que la gente se abalance sobre los hospitales en busca de solución a sus problemas.
*Colaborador de El Diario de hoy