Vecinos del caserío Talchiga se unen para crear escuela, Mined solo les da un maestro

 La comunidad está integrada por 18 familias y hasta hace cinco años tuvieron un lugar donde aprender a leer y escribir.

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La comunidad de Talchiga, en Arambala, Morazán, no quiere que sus hijos crezca sin educación formal; en donde hasta hace cinco no había escuela ahora usan un local para que los niños estudien, pero desean un mejor edificio.

/ Foto Por elsalv

Por Lucinda Quintanilla

2016-08-09 8:25:00

MORAZÁN. Talchiga es una comunidad del cantón Tierra Colorada, en Arambala, habitada por 18 familias, donde la agricultura no germina y la educación les fue negada por muchos años. Ahora los más grandes de la comunidad luchan por que sus hijos no crezcan  sin ser educados formalmente.

Hace  cinco años, Toribio García, dirigente  de la comunidad, junto a otros padres de familia, hizo las gestiones para que les prestaran una casa, propiedad de la iglesia católica, para  enseñar  a leer y escribir a las nuevas generaciones.

Las gestiones germinaron y el Ministerio de Educación (Mined) les asignó un maestro, no así un local donde recibir a los 26 estudiantes de la comunidad.

Natividad López, madre de familia, explicó que “por muchos años luchamos para que se abriera una escuela, construimos la casita en la que están y ahora tengo a cinco de mis hijos estudiando, pero es una sola maestra para atender a tres grupos y en aulas de adobe, lámina y tablas. Todo prestado”.

Los estudiantes están en aulas integradas, es decir que  los alumnos de primero, segundo y tercer grado están en un pequeño cuarto adecuado con láminas.

Mientras que el cuarto, quinto y sexto grado, se ubican en el espacio más amplio de la vivienda, para que los más pequeños, los del kinder,  se reguarden de la lluvia y el sol en un  cuarto armado con madera y adobe. 
 

Griselda Amaya es la única docente que se encarga de atender a la veintena de alumnos de diferentes edades y niveles académicos. La profesora es consciente que la educación que brinda no es la óptima para cada estudiante, debido a los factores que la rodean.

“Las instalaciones no son las adecuadas, soy la única profesora que atiende a estos niños en una sola jornada y sé que las necesidades son distintas porque tengo niños pequeños y algunos que ya casi son adolescentes”, señaló la profesora.

Asegura que los niños le han dicho muchas veces que no ponen atención o se distraen con facilidad, porque al lado tienen el  kinder con el bullicio y actividad propia de los infantes.
 

Talchiga se ubica en la  zona fronteriza con Honduras. Los niños,  hasta  hace cinco años, si querían estudiar, debían caminar por dos horas y cruzar un río para llegar hasta Rancho Quemado, comunidad vecina donde hay una escuela en la que se atiende hasta noveno grado.

López aseguró que estudió hasta segundo grado, porque el riesgo a perder la vida y el largo camino que debía recorrer, le ganaron la voluntad y no pudo prepararse más.

“Aquí llueve mucho y para llegar a la escuela caminábamos dos horas y debíamos cruzar un río que después de cada tormenta crece. Para pasarlo, muchas veces esperábamos la noche para que la creciente bajara”, explicó la residente.

Señaló que precisamente por ello, insisten en dar mejores condiciones a la escuelita de su comunidad, sobre todo en el tema de infraestructura y la asignación de al menos  un docente más, para atender de mejor manera a los estudiantes.

Explicó que lo que más urge es un local.  “Ya hemos solicitado al ministerio y otras instancias para que nos ayuden, pero hasta ahora no tenemos el dinero para construir”, dijo.

Los padres aseguran que el discurso que el Ministerio de Educación les ha brindado, es que son muy pocos los niños para construir una escuela. No obstante, los padres abogan por una escuela propia, al menos con dos aulas, baños aptos para los niños, cocina; es decir un espacio con condiciones mínimas para albergar a los niños de kinder a sexto grado que posee la  improvisada escuela.

María López, que también tiene a sus sobrinos en la escuela de Talchiga, mencionó que “no estudié, no había escuela cerca, pero queremos que los niños aprendan a leer y escribir”.

La Fundación para el Desarrollo Educativo Morazán en Acción (FUNDEMAC), es de las organizaciones no gubernamentales que  apoya a la escuela de Talchiga con algunas becas.

Las familias en la referida comunidad son muy pobres  y no hay fuentes de trabajo, tanto, que  para cultivar  deben ir  a otras zonas, pues la tierra de Talchiga es dura y no germinan más que pinos.

La organización está gestionando  que se construya la escuela y de hecho, con apoyo de la comuna de Arambala han logrado recaudar 25 mil dólares, pero aseguran que se necesitan al menos  60 mil  para hacerlo.

Eso porque para construir, deben llevar todos los materiales desde otras zonas del departamento de Morazán.

Explican, como ejemplo, que desde San Francisco Gotera, cabecera morazánica,  hasta la comunidad en que residen, se viaja casi dos horas en vehículo, por caminos en mal estado, por lo que se duplican los costos para construir.

“El acceso es muy difícil para llegar a Talchiga, en partes  la calle se hace camino y muchas veces se borra, pero invertir en la educación de estas familias puede significar la posibilidad de que puedan salir de la pobreza y exclusión en la que ahora están”, sostuvo Enrique Humpanera, director ejecutivo de Fundemac.

Señaló que los 26 niños de la comunidad Talchiga tienen el mismo derecho a la educación que cualquier niño de una escuela donde sean cientos los que asistan.

Por ello, la organización busca otras instituciones y empresarios altruistas,  para que  apoyen  la construcción de la escuela en Talchiga.     Los niños que ahí estudian podrían convertirse en los primeros profesionales para tener un mejor futuro y apoyar a su comunidad en la lucha por cambiar la historia.