Que los obreros caigan encima de los medios de producción fue la meta fijada por Marx en su manifiesto de 1848, medios que estaban a la vista de todos: fábricas, acerías, minas, ferrocarriles (en el estado primitivo de entonces) navíos, etcétera.
Sólo en tal manera, pensó, se evitaría que voraces capitalistas usurparan la plusvalía que los obreros aportaban a la producción. Un minero extraía tantas toneladas de carbón o de mineral de hierro en varias semanas, lo que los capitalistas luego vendían en el mercado a un sobreprecio, “ganancia injusta que era del obrero”…
En términos simples ese fue el planteamiento que ya durante la vida de Marx fue rebatido pero que sigue hipnotizando a los comunistas al día de hoy y que, como ejemplo, es lo que justifica el saqueo fiscal en provecho de la nueva clase y en grave perjuicio del resto de la gente en un país.
En aquel entonces se creía que los “medios de producción” eran objetos tangibles y visibles: allí estaba la fábrica con sus instalaciones, los muelles de un puerto y los buques, puentes…
¿Qué ha cambiado desde ese manifiesto al día de hoy?
En la edad de la información, los materiales –las minas y los astilleros a guisa de ejemplo– cuentan mucho, pero cuentan más el conocimiento, la tecnología, las patentes, las cadenas productivas.
Y eso, a pesar de que Marx no se enterara, fue asimismo el caso en aquellos tiempos: lo administrativo, el financiamiento y el crédito, las innovaciones, el favor de las clientelas, la creatividad generaban más riqueza que las fábricas como tales.
El conocimiento, entonces como ahora, fue el motor de la era industrial más que la máquina de vapor. O más bien, el conocimiento y el acicate capitalista llevaron a inventar la máquina de vapor como se inventó el ferrocarril.
Por la distorsionada tesis
es que no hay mantenimiento
El énfasis sobre “lo material” (Marx se inventó el “materialismo histórico”) relevó a un inferior nivel en sus planes revolucionarios, el intelecto, la organización, los saberes, el mantenimiento, pues para Marx lo esencial fueron los objetos inanimados.
Se deriva de ese distorsionado concepto la incomprensión que tienen los rojos respecto al “mantenimiento”, se trate de darle servicio a una máquina, reparar calles o renovar la tecnología o los métodos administrativos en cualquier campo.
Ese es el motivo por el cual los ascensores del Rosales no funcionan, las máquinas de lavar del San Rafael están paralizadas, en los quirófanos no enfrían los aire acondicionados, construyen una sala de cuidados intensivos pero no la ponen en funcionamiento.
Y lo que es una función vital, importantísima en el sector de trabajo del país, mantener equipos y renovar sistemas, se desdeña por los personajes que integran el desgobierno.
Por las señales, llevar un calendario de mantenimientos, reponer partes, actualizar programas, capacitar personal, apenas se les cruza por la cabeza.
La actitud se extiende a lo formativo: para los rojos, la gente que egresa de las universidades ya lo saben todo, no es necesario tomarlos como novatos a los que se tienen que seguir entrenando y capacitando. Y esa es la razón por la cual han despedido o trasladado a puestos inferiores a profesionales que realizaron estudios en el exterior o internamente.
Que les cuenten los del Colegio Médico…