Un caso en España y otro dos días después en Estados Unidos, llevó a los científicos a estudiar lo que sucede en el cuerpo de las parejas que comparten la mayor parte de sus vidas juntos, y por qué no solo viven juntos, sino que mueren juntos.
El renombrado filósofo español Gustavo Bueno, murió a solo dos días de la muerte de su esposa y dos días más tarde una pareja de Estados Unidos murió con una diferencia de 20 minutos. Al parecer, no es casualidad, ya que hay una razón científica para que esto ocurra.
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Este tipo de casos son más comunes de lo que pensamos. La muerte de la pareja en Platte, atrajo la atención del mundo una vez que los detalles de la misma salieron a la luz. "Pusieron a mi mamá y papá en la misma habitación, lo que fue muy dulce. El miércoles, cuando entró en la residencia, dijo ‘No sé cuántos días me quedan, cuántos días más el buen Señor me tendrá aquí".
Solo unos días después de este episodio, uno de sus hijos entró a la habitación y le dijo a su padre: "Mamá se ha ido al cielo, no tienes que luchar más, puedes irte cuando te apetezca".
En esos momentos, él abrió los ojos por primera vez en mucho tiempo, miró a donde estaba su esposa. Cerró los ojos y se quedó como dormido. "Apenas 10 minutos después de eso, murió", describe uno de sus hijos según lo publicado por El Mundo.
Un fenómeno similar sucede en la naturaleza con una especie de pájaros que son monógamos, conocidos como Agapornis. Esta especie elije su pareja una sola vez en la vida y mueren prácticamente juntos.
¿Qué hace que los seres humanos mueran casi al mismo tiempo que su ser amado?
Según el psicólogo Esteban Cañamares, esto se da por lo general en personas de una edad avanzada que ya no tienen expectativas para el futuro. Al parecer, la relación que mantienen en este punto de sus vidas, y luego de tantos años, es altamente dependiente. "De esta manera, cuando uno de los dos muere, el otro no encuentra motivos para seguir viviendo, se desconecta", explica Cañamares.
La razón es puramente científica y el especialista la explica haciendo una analogía con un naufragio. El instinto de supervivencia que los seres humanos tenemos nos lleva a burlar las leyes fisiológicas de nuestro propio organismo y a sobrevivir situaciones que son incomprensibles.
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En el caso de un naufragio, las personas luchan con todas sus fuerzas para salvar sus vida, soportando temperaturas y agotamientos inexplicables, hasta que el rescate llega. En la mayoría de los casos, las personas que luchan por su vida dejan de hacerlo en el segundo que sus cerebros perciben que ya no es necesario que se sigan esforzando.
Según explica el especialista, las razones de la muerte son tanto fisiológicas como psicológicas, y cuando el cerebro no percibe una razón para seguir luchando (como cuando llega el rescate o el amor de su vida ya se ha ido), se desvanece o se desconecta y deja que cualquier aflicción fisiológica tome su curso.
El verdadero amor, no deja que la muerte los separe
Según lo informado por los hogares de ancianos, cuando tienen a una pareja que está muy unida y uno de los dos fallece, los trabajadores tienen la directiva de mantenerse alertas hacia el que haya sobrevivido, porque, por lo general, y aunque el otro no sepa que su compañero ya se ha ido de este mundo, no pasa mucho tiempo antes de que el otro también se vaya.