Es en las sociedades libres donde prospera la cultura

Incluir gente en un registro tiene su contraparte, la de excluir, desfavorecer y, como sucedió en las sociedades totalitarias de todas las épocas, la de censurar y perseguir.

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Mauricio Funes, expresidente de la República.

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2016-08-17 9:20:00

Amparada en el “derecho a la cultura” se ha parido una “ley de cultura” que en todas sus partes acarrea las huellas de la incultura de personas y grupos que apenas leen y lo que apenas leen no vale mayor cosa.

Los del engendro no entienden ni lo que es cultura ni miden las negativas consecuencias de sus elucubraciones, comenzando por llevar registros en alcaldías y dependencias burocráticas de los “artistas”. Incluir gente en un registro tiene su contraparte, la de excluir, desfavorecer y, como sucedió en las sociedades totalitarias de todas las épocas, la de censurar y perseguir.

En la ley aprobada se faculta a las alcaldías del país a llevar registros de artistas, como si empleados municipales tuvieran los conocimientos, el juicio y a su vez el nivel cultural para juzgar si la obra o las manifestaciones de personas merecen calificarse como creación artística o en cambio ignorarse.

La propuesta equivale a licenciar, autorizar o calificar lo de otros, lo que por definición está por encima de la comprensión de pasajeras autoridades.

Tal como la ley está concebida, definir si una poesía es excelente, buena o cursi, o si una pintura es bella o no, quedaría a criterio de quienes no cuentan con la formación adecuada.

Y a esto debe agregar otra consideración: si en la Europa del siglo XIX e inicios de siglo XX se recibió con desdén la pintura de los impresionistas (Van Gogh vendió un solo cuadro durante su vida), no se puede esperar que políticos de un pueblo cuenten con mejor capacidad.

Ejercer de crítico de arte es de los más difíciles cometidos del intelecto, pues por la misma condición humana equivale a adivinar los rumbos que la creación va a tomar en tiempos por venir.

El absurdo se extiende a otros campos. Cuando se tocó el tema de las radioemisoras se dijo que éstas podrán programar música nacional, una especie de oxímoron, una frase irrelevante, pues deja como debe ser, a los responsables de ellos, transmitir la música que estimen mejor para su audiencia.

El comentario hizo que el espíritu totalitario asomara: como las radios son “concesionarias del Estado” todas deben cumplir con las restricciones o lineamientos de las radios estatales.

Quieren tener una editorial                                            
para imprimir sus librejos

  
Los rojos metieron en la ley además la creación de una editorial estatal que se ocupará de difundir la obra de autores nacionales, lo que va a terminar en pagar con dineros de la gente, la impresión y difusión de obras que por su propio mérito no se mueven, sobre todo las novelitas escritas por guerrilleras designadas a lavarles el coco a pobres estudiantes.

Es suficiente ver los títulos que son “lectura recomendada” por el Ministerio para estudiantes en librejos que no contribuyen a la formación moral de nadie ni menos de los jóvenes salvadoreños.

La Ley de Cultura es una encubierta amenaza a la cultura y un programa para burocratizarla. Es un parto de gente que a duras penas lee, que nunca se le mira en conciertos ni eventos culturales, que no escribe nada.