Para el 28 de agosto se ha convocado a las elecciones internas de ARENA, de cuyo resultado depende en una significativa medida el futuro del país.
Los miembros del partido están en la obligación de decantarse por el candidato que mejores credenciales profesionales, de criterio y cívicas cuente, una persona capaz de entenderse con economistas, directores de tanques de pensamiento, comunicadores y personalidades del exterior, además de defender con brillo los principios que sustentan las sociedades libres.
En los venideros meses ARENA tiene que estructurar un programa de gobierno que sea realista, que exprese los anhelos de la gente de trabajo, que llene aspiraciones generales pero sin caer en la demagogia, que denuncie las lacras y amenazas que sufre la población. Pero principalmente ARENA tiene que dejar de ser un club de conversadores y transformarse en una potente voz de denuncia y señalamientos.
Y hay que ver lo que ha sucedido en la última semana: se ha anunciado una serie de medidas que representan más gasto, más confrontación, como el plan de “ayudar a los afectados” por la guerra, cuyos beneficiarios probablemente serán personas afines al oficialismo y se sumen a los treinta y cinco mil contratados en este y el anterior gobierno.
Y esto cuando el gobierno tiene más de seis meses de no pagar a los dueños de edificios y casas ocupados por oficinas públicas, incluyendo los centros educativos que no han recibido el bono de enero.
¿Quién defenderá al país
de las tropelías oficialistas?
Un partido de oposición debe cumplir con lo usual de organizar la membresía, visitar alcaldías y grupos partidistas a lo largo y ancho de la República, entrenar a sus voceros, coordinar planteamientos con sus diputados, y mucho por el estilo.
ARENA no puede estar muda, dispersa, ausente del debate público, frente a los abusos, tropelías y ocurrencias de un grupo gobernante que tiene al país al borde de la insolvencia y mantiene alianzas con las más oprobiosas dictaduras del Hemisferio como la cubana, la nicaragüense, la venezolana y la ecuatoriana.
ARENA no ha mantenido una denuncia constante sobre la hambruna que sufren los venezolanos, sobre las represiones a la protesta pública, el encarcelamiento de opositores y la mordaza a toda disidencia.
ARENA no ha denunciado sistemáticamente la corrupción de individuos ligados al pasado y actual gobierno.
ARENA no ha señalado las permanentes intromisiones en la vida pública de la brigada de protección a los corruptos, incluyendo la maña de funcionarios de salir en defensa de individuos bajo investigación, declarando que el “partido los apoya” como si fuera un tribunal de justicia.
Lo más grave es que el país se está deslizando en un abismo de violencia sin que el gobierno haga algo y ahora más que nunca ARENA no debe quedarse callada.