El 12 de marzo de 1995, Juan Gabriel estremeció el Gimnasio Nacional de San Salvador. Los salvadoreños hicieron largas filas en la colonia Flor Blanca y se agolparon en el recinto deportivo, antes considerado el mejor anfiteatro para un artista de la calidad de este cantautor de talla mundial.
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Las luces se encendieron, su banda apareció y “El Divo de Juárez” irrumpió en el escenario ataviado con un traje color crema, ovacionado al instante por más de cinco mil asistentes.
Foto/ Guadalupe Trigueros
Durante tres horas seguidas entonó las baladas de su álbum de 1994, Gracias por Esperar, entre ellas, la conocida “Pero qué necesidad”, esa pegajosa tonada que para el 2014 fue regrabada por el cantante para ser parte de la película “Qué le dijiste a Dios, de la directora Teresa Suárez.
Los fanáticos cantaron junto a él las inolvidables e imperdibles “No tengo dinero”, “Querida, “Siempre en mi mente” y ”El Noa Noa”. Bailó, agitó su cuerpo, sus caderas, se levantó la chaqueta y giró sobre sí, como ya lo estilaba desde siempre. Agitado, emocionado y envuelto con los aplausos y la energía de jóvenes, mujeres y hasta los más machitos, hizo una pausa para dar unos cuantos sorbos de agua (porque dicen que nunca tomó alcohol), y luego sorprendió con la entrada de su mariachi, para encender más los ánimos de los asistentes y también de los mismos músicos, todos contagiados por sus sugerentes bailes y su coqueteo.
“Se me olvidó otra vez”, “La Diferencia” y “Te pareces tanto a mí” retumbaron el auditorio.
Foto/ Guadalupe Trigueros
Esa noche, que nunca más se repitió en El Salvador, tuvo su mejor y más emocionante momento cuando cantó “Amor eterno”. Hubo un momento en que cedió el micrófono a su público y visiblemente emocionado concluyó esta bella melodía con una frase que seguramente hoy nos hará nuevamente llorar: “este es el más bello recuerdo de El Salvador”.
Juan Gabriel murió este domingo a las 11:30 a.m., en California, pero se ha quedado en el recuerdo y en el corazón de los salvadoreños, como un “amor eterno”.