Hay mucho que diferencia pero más que unifica

Es natural que una sociedad civilizada y pacífica no va a destruir los fundamentos que la sostienen, fundamentos que además se apoyan en lo evidente por sí mismo.  

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Sector del bulevar Merliot  y calle El Jabalí es otro punto de asalto a conductores y transeúntes.  fotos edh / menly cortez

/ Foto Por Jaime López

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2016-07-07 8:50:00

En Roma, en el San Pauli de Hamburgo, en Sevilla, como en innumerables ciudades, se encuentran grupos de escoceses en caravana, o italianos en sus trajes regionales o devotos con sus tapados… por un momento quieren saborear el enorme privilegio de estar unidos e identificados como parte de un clan, aunque luego vuelvan a la normalidad.

Vamos a elaborar sobre lo que dijimos hace muy pocos días sobre la polarización entre los hombres: una cosa son posturas irreductibles de fanáticos, como los miembros de una banda, y otra distinta las naturales diferencias, en ocasiones muy fuertes y agudas, entre todos los hombres.

El panadero de un barrio es muy celoso del panadero del barrio vecino, pero pueden entenderse cuando los intereses de ambos corren peligro.

Hasta un determinado nivel del desarrollo de los seres vivos la ley que priva es devorar o ser devorado. Pero en algún luminoso instante en determinadas especies, incluyendo insectos como las hormigas y las abejas, o pequeñas manadas de primates, surgen organizaciones donde el interés del grupo se sobrepone al interés del individuo.

En tal etapa de desarrollo surgen las divisiones de trabajo: unos cazan mientras otros cuidan las crías, se trate de aves, gorilas o abejas.

Coincidiendo con ello se establecen las cláusulas férreas en las organizaciones sociales, cláusulas que ordenan sociedades pacíficas o dan cohesión a bandas criminales o de fanáticos; los enloquecidos del ISIS tienen, por decirlo, sus estructuras de mando, sus peculiares maneras de ver el mundo, aunque nadie a este lado de la cordura y la decencia se someta a tales aberraciones.

Lo que diferencia las organizaciones y sociedades pacíficas de los movimientos de fanáticos, de bandas de narcotraficantes y grupos criminales, es que los primeros reconocen un orden moral por encima de sus reglas y dictados, mientras los enajenados de fanatismo se someten al que está al frente, sea Castro, Maduro o el cabecilla de Boko Haram.

Es natural que una sociedad civilizada y pacífica no va a destruir los fundamentos que la sostienen, fundamentos que además se apoyan en lo evidente por sí mismo como es el imperativo categórico, el principio de no hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti.

Lo que es un fundamento de los derechos humanos, reglas o modos de proceder que cuidan los derechos de otros, desde no sufrir persecuciones o ser encarcelado sin seguir un debido proceso, hasta el uso excesivo de la fuerza contra disidentes, como está sucediendo en Venezuela, país donde “se violan todos los derechos humanos”, como dijo el Presidente de Argentina, Mauricio Macri.
 

¿Es que Capres ni siquiera
lleva registros de vehículos?
 
    

A los que con buenas intenciones suponen posible “despolarizar” una sociedad se les puede preguntar qué es lo que conservarían de las posiciones de fanáticos y qué quisieran conservar de lo que ya se tiene y atesora en las sociedades occidentales, desde la libertad de expresión hasta el derecho al libre tránsito.

Supongamos que se está en afán de “despolarizar” El Salvador; ¿es eso posible? Y citaremos un incidente muy menor, con funcionarios que no son capaces de llevar registros de las entradas y salidas de vehículos de Casa Presidencial. O que echan a servidores públicos de sus empleos para colocar a personas sin los conocimientos para desempeñarlos.