Los verdaderos privilegiados de El Salvador

Terminé convencido que esos estudiantes son los salvadoreños más privilegiados que he conocido.

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Las oficinas son desde 50 metros cuadrados hasta niveles completos, donde prevalecerá el diseño moderno.

/ Foto Por Cortesía

Por Jorge Alejandro Castillo Hidalgo*

2016-07-08 8:37:00

Mucho se ha hablado de los privilegiados en El Salvador, pero pocos han sido expuestos a la luz pública. Quiero hacerlo el día de hoy. 

¿Financiaría usted a setenta estudiantes para que vivan y estudien en una universidad norteamericana? ¿Los haría co-fundadores de ese centro de estudios con la sola promesa de que, al terminar sus estudios, cancelarán el crédito y, además, se convertirán en líderes transformacionales de la realidad salvadoreña? Conociendo que vienen de estratos muy pobres y que ninguno pudo estudiar en “colegio de calidad”, ¿se arriesgaría a exigirles que terminen en tres años carreras que usualmente toman cuatro, que todas las clases que tomen sean en inglés a partir del segundo año, con alta exigencia académica además?

Fui invitado a conocer un proyecto educativo extraordinariamente solidario y ambicioso. Los requisitos de ingreso para los estudiantes son dos:
1) que su familia carezca de los recursos económicos para pagarles una carrera universitaria y 2) cumplir con todas las exigencias del programa. ¿Cuáles? Entre otras: vivir en las instalaciones de la universidad de lunes a viernes, encargarse de limpiar los baños, los dormitorios y el resto de instalaciones, cocinar y distribuir su comida, hacer trabajos de proyección social en las comunidades circundantes de altísimo riesgo social, dedicarse al estudio de las ocho de la mañana a las cinco de la tarde, (por las demás actividades, su jornada diaria va de las cinco de la mañana a las diez de la noche), cumplir con los demás reglamentos y no reprobar ninguna materia. 

Los estudiantes (aunque escribo en masculino, por favor, tener en mente que son hombres y mujeres) no se diferencian en nada de los que he visto en otras universidades, pero estos dicen estar convencidos que su principal responsabilidad por el momento es estudiar, que están dispuestos a no “ennoviarse” entre ellos durante el tiempo que duren sus estudios, que aceptan que el título educacional que conseguirán, con validez en los Estados Unidos de América, es solo un peldaño que los preparará para servir mejor a sus semejantes. También han hecho juramento de no copiar en ningún examen ni cometer plagio en ninguno de los trabajos que presenten durante toda su carrera, so pena de ser expulsados del programa. Sin apelaciones.

De todo me han querido convencer en este primer contacto, pero ¿será cierto? El proyecto entusiasma, es verdad, pero falta aún la prueba ácida de la realidad. “Escoba nueva, barre bien”, todos lo sabemos. ¿Cómo no va a funcionar bien si ni ellos ni sus familias desembolsan nada por su alimentación, estadía, libros, computadoras y transporte los lunes y viernes que los recogen y distribuyen de y hacia sus casas? Saben bien, sin embargo, que nada es gratis y que luego tendrán que reembolsar al proyecto esa inversión semilla.

¿Qué me hace creer que el esfuerzo podría tener éxito? Varias razones: a) su fundador ha tenido ya experiencias amargas en esto de la colaboración internacional por lo que los controles sobre el destino y uso del dinero invertido son más estrictos; b) él y todo el resto del staff tienen una clara vocación de servicio; c) esta quiere ser la primera institución de un proyecto ambicioso que busca crear decenas de centros parecidos en otras tantas naciones en desarrollo; d) las exigencias para todos son altas (staff y alumnos se preguntan siempre ¿es esto lo mejor que puedo hacer?); e) la estricta disciplina se mantiene y se hace cumplir pareja para todos, staff y alumnos; f) lo más difícil (empezar, equivocarse y mantener la mística del grupo por más de dos años) ya lo han logrado, de aquí en adelante será afinar los lápices. Finalmente, Aquel que todo lo puede los ha inspirado y ofrecen a Él sus afanes diarios. 

Nada me gustaría más que este proyecto educativo realmente funcione. Esperaré ansioso que demuestren su capacidad para lograrlo. No sé si lo harán, pero de lo que sí terminé convencido es que esos estudiantes son los salvadoreños más privilegiados que he conocido.

*Colaborador de El Diario de Hoy.