Un día después de que un grupo de agentes del Grupo de Reacción Policial llegara a la finca San Blas, en San José Villanueva, La Libertad, donde tras un enfrentamiento armado murieron siete integrantes de la Mara Salvatrucha y un trabajador, varios habitantes del cantón El Matazano aseguraron a El Diario de Hoy que este último no era delincuente.
La familia de Dennis Hernández, de 20 años, varios lugareños y el pastor de la iglesia en la que él se congregaba lamentaron su muerte en “fuego cruzado” y que la Policía hubiera “manchado” su nombre al ligarlo con los pandilleros. Desde hacía seis años, Hernández era el “escribiente” (encargado de las tareas administrativas) de la finca. Su tío, a quien veía como padre, era el mandador. Dennis estudiaba bachillerato porque quería ser veterinario y era líder de los jóvenes en la iglesia.
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Los dolientes relataron que, un mes antes de la matanza, unos pandilleros llegaron a instalarse a la finca sin dar explicaciones. Los Hernández no sabía qué hacer: si denunciaban podrían matarlos y si abandonaban la finca se buscarían un problema mayor. Optaron por dejar que se pasearan ahí como si fueran los dueños.
Veinte días después de la masacre, Jesús Hernández, el tío de Dennis, iba a trabajar cuando desapareció. Un día después fue hallado en Huizúcar: estaba dentro de una bolsa y tenía varias heridas de bala. No había sido amenazado y su familia dijo ignorar si el homicidio tenía relación con el enfrentamiento.