No hay que perder la conciencia del mal

Es necesario “formar la conciencia” para que ésta sea recta y veraz. Una conciencia bien formada nos permite dar juicios morales correctos. Formar la conciencia es indispensable.

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Foto Por edhdep

Por ??scar Rodríguez Blanco, s. d. b*

2016-07-09 6:30:00

Vivimos en un mundo demasiado conflictivo. Las noticias malas abundan y las buenas tienen escasa publicidad. Esto nos puede llevar a mirar los hechos con superficialidad y a perder la capacidad de asombro por todo lo que sucede. Pareciera que los antivalores se van imponiendo frente a los valores que deberíamos conservar y proteger. Esto es grave y dañino para todos. Perder la conciencia de la gravedad del mal que nos rodea no ayuda a superar las secuelas del mal.

Hay quienes dicen: “Quizá el mayor pecado del mundo de hoy consista en el hecho de que los hombres han empezado a perder el sentido del pecado”. No nos asusta que se diga: murieron tantas personas en un solo día, fulano o fulana aparecieron tirados en la calle o desaparecieron o fueron privados de su libertad. Se incautan grandes cantidades de drogas y no nos preguntamos por el mal que podrían haber hecho a miles de personas. Matan a policías, a niños, a gente inocente o a familias enteras y no pensamos que la vida es un don de Dios y que el derecho a la vida y el respeto a la dignidad de la persona son valores que la Declaración Universal de los Derechos Humanos propone como fundamento para la convivencia.

¿Qué está pasando? ¿No será que ya se ha formado un callo en la conciencia de muchas personas y ya no sienten la gravedad de lo que está pasando? Es necesario “formar la conciencia” para que ésta sea recta y veraz. Una conciencia bien formada nos permite dar juicios morales correctos. Formar la conciencia es indispensable, sobre todo, para personas que se ven sometidas a bombardeos de juicios motivados por los impulsos del momento y no por la fuerza de la razón. Una conciencia recta no da lugar a muchas incoherencias que constatamos en diversos niveles. Se habla de libertad y se hace mal uso de ella; se habla de derechos humanos, del derecho a la vida, de los derechos de la mujer, y, por otra parte, se permite el aborto y hasta la eutanasia, se habla de democracia y se cae en la dictadura y en el populismo ¡cuántas incoherencias!

Nosotros vivimos en un país donde la mayoría son creyentes y no debemos perder el sentido de la ofensa a Dios y al prójimo. Hace poco leí en un Documento de los Obispos españoles: “El profeta Isaías advierte del peligro del oscurecimiento de la conciencia en su capacidad de discernir el bien: ¡Ay de los que al mal llaman bien, y al bien llaman mal; que  de la luz hacen tinieblas, ¡y de las tinieblas luz! (Is 5, 20). El Papa Francisco ha dicho que cuando la presencia de Dios entre los hombres viene a menos, “se pierde el sentido del pecado” y de esta manera puede suceder de hacer pagar a otros el precio de nuestra “mediocridad cristiana”. Nuestros obispos salvadoreños han expresado que “La dignidad humana, el respeto a la vida, la solidaridad, la subsidiaridad, la búsqueda del bien común sobre todo de las familias más pobres y la educación de las conciencias, son algunos de los criterios que debemos asumir con valentía y generosidad para poder vencer al mal con el bien”.
  

*Colaborador de El Diario de Hoy.