José Martínez no olvida el día en que llegó a la Escuela de Aviación Dárdano Aeroservicios, propiedad de Carlos Dárdano -quien fue su amigo por cuatro décadas- para pedirle que le preparara a su hijo para ser piloto.
“Llegué y le dije: ‘Vengo a darte a mi hijo, sacámelo de piloto…’ No se lo entregué a la escuela, se lo entregué a Dárdano porque era mi amigo y confiaba en él”, relata Martínez, quien también es piloto desde hace 39 años.
Un año y medio después de aquel encuentro, el 11 de julio de 2012, José Martínez Cañas, de 20 años, murió junto con su amigo y compañero Rodrigo Calles Márquez, de 22; y el instructor de ambos, José Miguel Ávalos (26 años), en un accidente de avioneta en la que hacían una práctica.
El percance fue al mediodía, en Soyapango, cinco horas después de que Martínez Cañas escribiera en Twitter un mensaje como presagiando lo que pasaría: “Sonríele siempre a la vida, nunca sabes lo que te espera y es mejor recibir las cosas feliz”.
A cuatro años de la tragedia, las familias de los aspirantes a piloto lamentan que aún no se haya hecho justicia porque, según ellos, Dárdano ha cambiado tres veces de abogado. Además, no se ha presentado a varias diligencias en el Juzgado de lo Civil de Soyapango para dilatar el proceso.
Una de esas veces, el imputado argumentó estar enfermo. Las fuentes narraron que el juez advirtió al defensor que Dárdano debía acudir porque “no estamos jugando” y en ese lugar hay mucho trabajo.
Se tiene previsto que el próximo 20 de septiembre se realice el juicio. Los ofendidos han reclamado al dueño de la escuela una indemnización que asciende a cuatro millones 44 mil dólares por la muerte de los dos jóvenes.
Tragedia pudo evitarse Hasta antes de conocer los resultados de la investigación preliminar que hizo la Autoridad de Aviación Civil de El Salvador (AAC) y cuyos resultados fueron ratificados después por el Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Administración Federal de Aviación (FAA) y la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), organismos de investigación de los Estados Unidos, los dolientes se habían resignado a creer que el accidente fue por error humano.
Sin embargo, seis meses después, los informes de estas entidades revelaron que la avioneta bimotor, matrícula YS-125 PE, cayó en un río de aguas negras tras presentar fallas mecánicas, las cuales se habrían podido detectar si hubiera recibido el mantenimiento que exigen los protocolos.
Mañana comenzamos a volar el twin comanche con mi brother @Rodrigocalles90 , nos va a ir bien ya vas a ver
— Jose Martinez (@chepemartinez7) 10 de julio de 2012
Los investigadores descubrieron más de una docena de desperfectos e irregularidades que provocaron el fatal desenlace, las cuales fueron plasmadas en un informe de más de cien páginas. Una de ellas fue que el ensamblaje de la bomba selectora de combustible no se hizo correctamente cuando hubo un cambio de tapicería en la aeronave.
Según los informes, para sustituir la alfombra de la avioneta desarmaron la válvula selectora y, cuando la volvieron a colocar, la dejaron semicerrada, lo que impidió el paso de combustible.
Las pesquisas también dejaron al descubierto que la escuela de Dárdano no tenía los permisos para impartir clases en avionetas multimotor y que la aeronave no había pasado el vuelo de prueba que se debe hacer antes de usarse para impartir lecciones.
Además, la institución no contaba con los registros de bitácoras de mantenimiento y el instructor no tenía la cantidad de horas de vuelo para entrenar a estudiantes de esa categoría. Martínez, el padre de José, agregó con la solvencia que le da su experiencia como piloto, que el día del accidente iban dos alumnos en un vuelo de instrucción y eso no está permitido.
Familias demandarán a exfuncionarios de AAC José Martínez y su amigo David Calles no solo comparten profesión, sino también el dolor de haber perdido a sus hijos en el accidente de la avioneta de la escuela de Dárdano.
Ambos están decididos a emprender las acciones necesarias para evitar que otros padres pierdan a sus hijos por la negligencia o por la desidia de las escuelas de aviación y de las autoridades.
Según Martínez, cuando ocurrió el percance donde murieron los estudiantes y el instructor, el entonces Director de la Autoridad de Aviación Civil, Roger Menéndez, “engavetó información” que habría servido para las investigaciones.
Sonriele siempre a la vida, nunca sabes lo que te espera y es mejor recibir las cosas feliz
— Jose Martinez (@chepemartinez7) 11 de julio de 2012
Después, cuando se conoció que la escuela de aviación de Dárdano no contaba con algunos permisos, la AAC no le puso multas por eso. Además, cinco meses después del percance, la institución le extendió a la escuela las licencias de las que carecía y así ha seguido funcionando.
“Corrupción no solamente es billete, corrupción también es engavetar un papel”, aseveró Martínez. Según él, al concluir el juicio civil, acudirá con Calles (quien actualmente trabaja en Medio Oriente) a las instancias pertinentes para emprender acciones legales contra los funcionarios que estaban al frente de la AAC.
Los padres de los jóvenes aseguraron que no han tenido acercamientos con Dárdano y que la actitud de este ha sido de “indiferencia total”. En reiteradas ocasiones, El Diario de Hoy ha intentado obtener le versión de Dárdano pero no ha respondido.
Los investigadores descubrieron una serie de desperfectos en la aeronave que habrían abonado al fatal desenlace.
Rodrigo Calles Márquez y su amigo José Martínez Cañas tenían el sueño de convertirse en pilotos de bimotores, y sus padres confiaron en una academia que ahora enfrenta juicio.