Amnistía es una palabra que según Miguel Ángel Simán, presidente de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social (FUSADES), no debe depender directamente de una ley, sino de la voluntad de perdonar que tengan todos los involucrados en el conflicto armado que vivió el país. Esto a raíz de la reciente sentencia en la cual la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) expulsó del ordenamiento jurídico la Ley de Amnistía que exoneraba de culpas a todos los crímenes cometidos en el marco del conflicto. Por ello pide serenidad, sobre todo considerando el momento de convulsión económica y social que vive el país.
Por otra parte, ante la urgente necesidad de fondos en el sector público, Simán vuelve evocar la necesidad de encontrar un acuerdo fiscal y de sostener un diálogo sincero, donde no existan dobles discursos sino una verdadera voluntad de encontrar una solución entre todos los sectores a la difícil situación en que se encuentran las finanzas del Estado.
¿Qué opinión tiene Fusades de la sentencia de la Sala de lo Constitucional que ordena derogar la Ley de Amnistía de 1993?
Es un tema que tenemos que ver con mucho cuidado. Nos preocupamos de analizar bien y con profundidad la resolución. Sin duda alguna, este fallo ha generado una gran ansiedad porque viene a caer en un momento difícil para el país. Tenemos la crisis fiscal más grande en la historia del país, una economía que no crece, una falta de empleo y los hogares salvadoreños están sufriendo; tenemos una situación de violencia social y el país esta viviendo un ambiente de falta de confianza.
Una resolución como esa en este momento, que trae más preguntas que respuestas, eliminar la ley de amnistía genera aún más ansiedad. El gran reto que tenemos es cómo manejamos la ansiedad y tenemos que ser bien cuidadosos. Esta es una coyuntura difícil que no abona a una discusión objetiva de una temática tan sensible para los salvadoreños.
¿Harían un llamado a la prudencia en este tema?
Lo que haríamos es un llamado a la prudencia, a la serenidad porque es un momento de tomar decisiones, de optar por actuar responsablemente o actuar con un sentido de responsabilidad de cara a las futuras generaciones. Yo creo que, en efecto, esta situación de las derogación de la amnistía hay que verla con mucho cuidado, pero creo que hay que reconocer que pese a que la ley entra en una especie de defunción, tuvo su validez y tuvo su importancia porque nos encausó por el camino de la paz, especialmente en los momentos en que se firmaron los Acuerdos de Paz, cuando había mucho sentido de venganza. Fue ahí cuando la ley de Amnistía cumplió su función.
La amnistía de alguna manera nos hizo restringir sentimientos internos en los salvadoreños y esto nos dio paso a la paz que hoy gozamos. Hoy que nos liberan de esa restricción somos más libres para expresar todos esos sentimientos que probablemente durante años estuvimos reprimiendo.
En esa misma línea, a raíz de una fallo de la CSJ, la Asamblea se ha quedado, de golpe, sin sus diputados suplentes y la última sesión plenaria no se desarrolló por eso, ¿cómo valoran esta situación?
No quiero adelantar opinión en el tema. Comprenderás que el miércoles en la noche la Sala comunicó tres resoluciones. Es un gran reto asimilar toda esta información en un tiempo bastante limitado, por lo tanto hemos decidido ser muy prudentes y no queremos adelantar una conclusión. En su momento vamos a comentar sobre estas tres resoluciones de la Sala. Creemos que sí es importante que Fusades emita opinión.
Ante esta coyuntura, ¿cuál es el reto que ve en la clase política?
Estás haciendo una pregunta bien válida porque aquí tenemos que recordar que si bien es importante asimilar lo que está sucediendo, debemos de tener cuidado de no quedarnos enfocados en el pasado solamente, sino que tenemos que cuidar ver hacia delante porque tenemos grandes retos de cara al futuro. Hay una serie de prioridades y situaciones urgentes que atender y si ahora nos vamos a enfocar al pasado para tratar de discutir y debatir algo que probablemente no vamos a poder resolver, eso nos puede desgastar. En ese sentido, es importante recordar que estamos en medio de la crisis fiscal más grande que ha vivido el país.
Precisamente, el tema fiscal es en el que más ha puesto la lupa FUSADES. ¿Qué señales encuentran?
Nosotros hemos sido claros en venir señalando que el camino en el que se estaba yendo no era el correcto y nos alegra sobremanera escuchar al presidente de la República hablando de la necesidad de acuerdos fiscales. Ahora lo que falta es que el mismo gobierno explique cuáles son las medidas que propone como un acuerdo fiscal. Creo que hay que ser justos con los demás partidos políticos y los demás sectores de la sociedad. Muchos partidos han hecho propuestas, muchos centros de pensamientos hemos planteado recomendaciones para solventar la crisis fiscal en la que nos encaminamos.
¿Qué se requiere para un acuerdo fiscal en este momento?
No debemos olvidar que estos acuerdos fiscales requieren de un ámbito de confianza; es decir, cualquier acuerdo fiscal que se buque debe construirse sobre la base de la confianza. Desafortunadamente, en los últimos años se ha venido deteriorando la confianza entre los sectores más importantes del país, a tal punto que estamos en el momento más crítico en la historia en cuatro al tema económico y fiscal y no hay un solo espacio en donde estén los sectores más importantes del país hablando y discutiendo sobre qué medidas debemos de tomar para solventar la crisis. Esto es inaceptable.
¿Cómo cree que se pueden abrir esos espacios?
Esos espacios se abren con base en la confianza. Construir confianza significa, entonces, no hacer varias cosas que se están haciendo en la actualidad. ¿Qué es lo que no se debe hacer? Seguir acusando de forma infundada. Hay que parar ese acoso fiscal que se está llevando a cabo, hay que parar estos cambios en las leyes y en las reglas del juego. Un caso concreto sobre esto es esta ley que el Ministerio de Hacienda está intentando imponer en el ámbito de la tributación, atropellando los derechos de los ciudadanos. Otro caso en mención es seguir insistiendo en la confiscación de los ahorros de los trabajadores. Es importante que el gobierno deje ese doble discurso que ha venido manteniendo durante varios años.
En el fondo lo que tenemos es una profunda crisis de crecimiento. Es decir, la situación fiscal solamente es reflejo de la falta de crecimiento económico, porque ante esta falta de crecimiento no se están generando los tributos necesarios para hacerle frente al os gastos y necesidades del país.
El gobierno asegura que no están números rojos, pero al mismo tiempo ha incrementado impuestos. Por otro lado, promete entregar dinero a jóvenes que no trabajan ni estudian… ¿Hay un equilibrio en las prioridades?
En efecto, lo que planteas es parte del doble discurso que veníamos diciendo: por un lado tienes al Presidente de la República hablando de acuerdos fiscales, pero por otro lado se sigue haciendo lo mismo y no se ven ningunas medidas concretas de austeridad que el país está demandando para controlar el déficit fiscal que se está enfrentando. Creo que uno de los pasos importantes que se deben dar es sincerar las cifras. Si se quiere resolver el problema fiscal empecemos a poner las verdaderas cifras sobre la mesa. Porque muchas veces no queda claro cuál es el verdadero endeudamiento que tiene el país, no queda claro cuál es el nivel de cuentas por pagar que el gobierno todavía tiene pendientes ante los proveedores. El segundo paso es hacer los ajustes que requiere el presupuesto.
¿Cuáles serían los ajustes adecuados?
El presupuesto general de la nación para 2016, el cual fue aprobado por la Asamblea Legislativa a finales de 2015, es un presupuesto ilegítimo porque llevaba sobre valoradas las proyecciones de ingreso y subestimadas las proyecciones de gasto. Eso es inaceptable. Creo que sincerar las cifras parte por hacer los ajustes al presupuesto general de la nación y poder empezar a hacer frente a la situación.
¿Cómo ve que proyectos como el Fomilenio II aún no despeguen?
En el caso específico del Fomilenio está en el proceso de organización y preparación para su implementación. Le doy el beneficio de la duda pensando que eso eventualmente empezará a ejecutarse y que el gobierno será ágil en lo que le corresponde de este programa tan importante para el país, que el gobierno será ágil para llevar a cabo los programas, porque el gobierno tiene una responsabilidad complementaria en Fomilenio.
En el caso de la Alianza para la Prosperidad, que es el otro programa para los países del Triángulo Norte de Centroamérica, estamos dando el beneficio de la duda pero sí compartimos una preocupación, la preocupación que pareciera que se está tomando mucho tiempo en organizar los esfuerzos para iniciar la etapa de ejecución.
Usted señalaba que existe un doble discurso en el gobierno. ¿Es posible que, en ese sentido, pueda existir un diálogo efectivo entre gobierno y distintos sectores?
Hay diferentes espacios. Tienes el espacio del Consejo para el Programa Alianza para la Prosperidad, el Consejo de la Seguridad Pública, el Asocio para el Crecimiento, el Consejo para la Educación; se nos ha invitado a participar en el tema medio ambiental…
Hay una serie de espacios que el gobierno ha ido abriendo pero son espacios de diálogo muy atomizados. Esos espacios llevan agendas que son impuestas por el mismo gobierno y que no tienen la frecuencia de reunión para abordar las diferentes temáticas. Eso crea un sinsabor entre los que participamos, porque es un diálogo que, desgraciadamente, se ha venido desgastando.