Fallar puede ser algo muy positivo

El especialista en innovación Carlos Osorio explica por qué fallar es necesario en la búsqueda de mejores maneras para hacer las cosas.

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Carlos Osorio (Izq.), profesor visitante de la Escuela Sloan de Administración del MIT (EE.UU.), junto al presidente ejecutivo de Banco Agrícola, Rafael Barraza.

/ Foto Por René Estrada

Por Omar Cabrera

2016-07-18 9:48:00

Fallar es algo inevitable cuando se busca innovar. Lo es porque para generar una manera nueva y diferente de hacer las cosas es necesario formular varias ideas, luego ponerlas a prueba y detectar aquellas que no funcionan, hasta identificar la que sí funciona.

Así lo afirma el especialista en innovación Carlos Osorio.

El experto fundó la maestría en Innovación de la Universidad Adolfo Ibáñez, de Chile, y actualmente trabaja como profesor visitante del Massachussetts Institute of Technology (MIT) Sloan.

Osorio, quien ha asesorado a gobiernos y empresas de Estados Unidos, Europa y América Latina, dirigió la semana pasada en El Salvador un taller para colaboradores de Banco Agrícola.

“En innovación, la falla es algo que uno quiere y debe buscar mucho lo más temprano, lo más rápido y lo más barato posible, porque la falla es el resultado de un test de hipótesis”, argumenta Osorio.

“Si somos capaces de probar, en el banco, que las ideas que tenemos no funcionan, no gastamos recursos en sacarlas al mercado y ver que en el mercado no funcionan”, añade el especialista. “Si nosotros tratamos de probar que las ideas no funcionan acá y una idea sobrevive, y sobrevive, y sobrevive a todas las pruebas que le hacemos, quiere decir que esa idea va a sobrevivir en el mercado”.

La creatividad es necesaria para la innovación, pero no es suficiente.

El punto de partida

Osorio sostiene que el primero paso en el proceso de innovación es detectar un problema, algo que está causando dolor o inconvenientes y que por lo tanto, debe ser resuelto.

Para el caso de un banco, por ejemplo, puede ser algo que está ocasionando molestias a los clientes.

El segundo paso, añade el experto, es conocer a profundidad ese problema, y no apresurarse a lanzar ideas basadas en un entendimiento superficial del mismo.

Como ejemplo, Osorio indica el caso de la obesidad en estudiantes de bachillerato.

De forma apresurada, alguien puede plantear la idea de hablar con las autoridades del centro educativo y sugerirles que en la cafetería prohíban la venta de alimentos como hamburguesas, papas fritas y sodas, y en vez de ello ofrezcan alimentos más saludables.

En cambio, un análisis más profundo de la situación posiblemente concluya que el sobrepeso tiene más que ver con lo que consumen las chicas que al salir de clases pasan en grupo a establecimientos de comida rápida en su ruta a casa.

“Cuando una de ellas decide decir: ‘No, sabes que yo mejor me voy a comer la ensalada que traje de mi casa, el grupo se le tira encima y dice: ‘¡Ay!, pero ¿por qué no quieres compartir con nosotras? ¡Ay! ¿tu mamá no te deja comer?”, detalla Osorio. “Alta creatividad sería darse cuenta de que si bien las chicas de 15 años necesitan alimentarse bien y perciben que hay un riesgo en alimentarse mal, pero ese riesgo lo perciben inferior al riesgo de no ser socialmente aceptada por su grupo de amigas”.

Este ejemplo muestra cómo un entendimiento más profundo del problema también conlleva a formular propuestas para resolverlo que son diferentes a las que se plantearían con base en un entendimiento superficial del mismo.

Taller de una semana

Osorio vino a El Salvador en su calidad de asesor del Grupo Bancolombia, al que pertenece Banco Agrícola.

Durante la semana pasada, el experto dirigió un taller de innovación para 70 colaboradores de Banco Agrícola, en el que también participaron el presidente ejecutivo, Rafael Barraza, y seis vicepresidentes de la entidad financiera.

Barraza detalló que la capacitación forma parte de los esfuerzos que el banco realiza para ofrecer a sus clientes un servicio cada vez mejor.