El 13 de junio pasado, doña Sara Medina de Béneke falleció a los 108 años, dejando un ejemplo de tenacidad y laboriosidad para los que la rodearon. Parte de esa entrega se vio reflejada en realizar obras de amor a los más necesitados.
Doña Sara fungió como presidenta de la junta directiva de la Sociedad de Señoras de la Caridad, la cual administra los Hogares de Ancianos San Vicente de Paul.
Dicha sociedad le oficio una misa para recordarla.
En una publicación de 2008 que le hiciera El Diario de Hoy al cumplir los 100 años, doña Sara contó jocosamente que su longevidad no la atribuía a una dieta especial, ya que gustaban las carnes rojas y blancas y muy poco los vegetales. Contó que probablemente se debía a llevar “una vida tranquila”.
Doña Sara de Béneke, a quien cariñosamente le llamaban “Moma” nació el 17 de agosto de 1908 en Sonsonate.
“Moma” estudió en el colegio Cecilia Chery, aprendió el francés y más adelante, mientras estudiaba Comercio, en San Francisco, California, llegó a dominar el inglés como segunda lengua.
Ella siempre hacía tiempo para visitar barrios pobres y entregar víveres, ropa y artículos de primera necesidad a los más desvalidos.
En el Hogar de Ancianos San Vicente de Paul la recuerdan como la persona que gestionó terrenos de la entidad, ante un benefactor.
En esa institución fue estimada por sus buenas cualidades y por su bondad con los demás. Entre sus cualidades estaban ser una abnegada esposa, madre y ciudadana con gran vocación de servicio.
Parte de su tenacidad y entrega por su familia se vio reflejada en su hijo Walter Béneke, quien llegó a Ministro de Educación de El Salvador y prominente diplomático.
Walter Béneke fue licenciado en ciencias políticas, económicas y sociales. También estudio periodismo en Francia y España. Desempeñó cargos diplomáticos en Alemania, Austria y Japón.
Walter Béneke impulsó la reforma educativa en El Salvador, así como la creación de la Televisión Educativa.
Doña Sara tuvo nueve hijos más, quienes vivieron episodios críticos al finalizar la segunda guerra mundial. Sufrió el asesinato de dos de sus hijos durante los años del conflicto armado en El Salvador, pero eso no la detuvo para seguir su labor altruista con entusiasmo y dedicación.
La benefactora deja un enorme legado para la posteridad y un dolor para sus hijos, nietos y bisnietos.