¡Zapatos afuera! Esa es la primera consigna cuando uno entra a un centro de yoga. Sentir el contacto del pie descalzo sobre la superficie es el primero de los muchos ingredientes que contribuye a la perfecta armonía que transmite el lugar.
Algo es indudable: el yoga no para de crecer en El Salvador. “Hay un crecimiento importante. A la gente se le ha quitado el miedo, ya no piensa que esto es una religión. Es una manera de vivir en paz y en tranquilidad. Aquí habemos de todo, hebreos, católicos, laicos y todos estamos juntos (…) Antes teníamos clases de cuatro o cinco personas. Ahora son de 14 o 16 personas, hasta 24. Incluso el domingo es un buen día, se llena de gente”, dice María del Carmen de Palomo, fundadora de Yogashala y quien abrió su nueva sucursal en San Benito como una necesidad ante esa demanda.
Mucha paz y armonía se experimentan en YogaShala San Benito, como una opción de mayor accesibilidad a los salvadoreños.
“Queríamos tener una mejor ubicación para darle oportunidad a más gente, y de esa manera que todos se enriquezcan con los beneficios. Tenemos un grupo de maestros preparados en distintas líneas, todos certificados. Incluso tenemos a alguien que vino de México y se especializa en yoga restaurativa, porque todos siempre tenemos una dolencia”, añade.
La paz y serenidad de Yogashala parece contagiar de esa armonía al resto del centro comercial, cuyos otros locales a punto de abrir parece que estarán en sintonía con esa energía positiva. “Abajo habrá un local de cocina supersana, otro de una niña que cocina sin gluten, un estudio de danza, alguien especialista en cuidados de la piel (…) Solo faltaría un masajista al final del pasillo”, bromea.
Productos naturales y de la cultura hindú se ofrecen en el nuevo centro YogaShala San Benito, el cual se inauguró el miércoles por la noche.