Los suplentes, realidad y percepción de la clase política

Innerarity: “¿Hay algo peor que la mala política? Sí, su ausencia, la mentalidad antipolítica, con la que se desvanecerían los deseos de quienes no tienen otra esperanza que la política porque no son poderosos en otros ámbitos”.

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La sede del partido ARENA será el escenario de la Asamblea General Extraordinaria del partido tricolor.

/ Foto Por Menly Cortez

Por Ricardo Chacón*

2016-07-23 7:35:00

Hace unos días volví a escuchar de algunos integrantes de la llamada clase política decir con amargura que hay periodistas y medios de comunicación en el país que tienen la tendencia a desprestigiar a diestra y siniestra a los políticos. 

Retomo el tema, ya ventilado en este espacio en varias ocasiones, porque ciertamente hay una tendencia, pero no solo en El Salvador, sino en América Latina y en Europa, de informar críticamente sobre los políticos; basta hacer una búsqueda rápida en Google para darnos cuenta de la cantidad, cantidad inimaginable, sobre noticias protagonizadas por políticos, muchos de ellos involucrados en hechos de corrupción y los privilegios que logran alcanzar con gran rapidez.

Utilizando la misma herramienta de Google también hay una extensa gama de artículos sobre la importancia de la política, entendida como sistema de ideas o acciones relacionadas con el bien común; esta se entiende como una práctica fundamental no solo para la convivencia sino la gestión viable de los sistemas democráticos que tienen como base el diálogo y las negociaciones entre los diversos actores de la vida nacional.

Daniel Innerarity, en su artículo “Elogio y desprecio de la clase política”, publicado en el periódico español “El País”, resume la cuestión “sin representantes públicos nos ahorraríamos sueldos y algunos espectáculos bochornosos, pero perderían la representación de sus intereses y aspiraciones de igualdad los que no tienen otro medio de hacerse valer”. 

Innerarity explica que “una buena parte de la desafección política tiene su origen en un error de percepción. En cualquier democracia asentada hay multitud de representantes políticos que realizan honradamente su trabajo, pero solo es noticia la corrupción de algunos. La sensación que nos queda es que la política es sinónimo de corrupción y no advertimos que el escándalo es noticia cuando lo normal es que las cosas se hagan moderadamente bien”.

Hay que dejar claro, y este es mi punto central, esta falsa percepción no nace de la voluntad de los periodistas y de los medios, sino de la misma clase política que trastoca lo normal y cotidiano, que debería ser lo bueno, por lo excepcional, que supuestamente es lo malo y negativo ; me explico, y lo quiero hacer con la resolución de la Sala de lo Constitucional en torno a los diputados suplentes.

Ante la resolución de la Corte, un diputado se queja y plantea que ahora los legisladores titulares, al no tener suplentes, tienen prohibido atender emergencias familiares, las mujeres pedir permiso por maternidad, enfermarse, tomar sus alimentos o levantarse al baño y viajar… Estas quejas son ampliamente publicadas en las redes sociales y muestran la mentalidad del político real, alejado a la realidad del ciudadano común y corriente.

Un ciudadano, un trabajador común y corriente, responde al iluminado diputado también en las redes sociales: he pedido permiso para atender emergencias, sin tener suplente; no he tenido hijos pero si los tengo pediría permiso por paternidad, sin tener suplente; me he enfermado e incapacitado (asistiendo al ISSS como los mortales), sin tener suplente; tengo mi horario de almuerzo pero si el trabajo lo requiere, llevo mi comida al escritorio o como más tarde, sin tener suplente; pues mis jefes entienden si debo ir al baño y voy, sin tener suplente; viajo en mis vacaciones organizando bien mi tiempo o cuando es muy necesario por trabajo, con presupuesto muy limitado pero justo para un viaje de trabajo, sin tener suplente…

Uno, lo normal y lo cotidiano debería ser que un diputado, como cualquier otro político, es un trabajador común y corriente; no tiene por qué ser distinto y tener las prerrogativas que posee: salario más elevado de la media, seguro privado, transporte, guaruras, telefonía y por si fuera poco, algunos de ellos, se aprovechan de las arcas del Estado para hacer de las suyas ya sea enriqueciéndose él y sus allegados, o realizando una labor pésima en la administración pública, sin que nadie le diga nada.

Y dos, más de fondo, y retomando la resolución de la Sala en torno a los suplentes, es de cumplimiento, así lo demandan las reglas del juego, y no puedo ni debo fomentar “medidas de hecho” y menos tratar de darle en la nuca a los magistrados. No puede ser posible que cuando se toca la organización de la clase política, en este caso, eliminar a los suplentes, se hace un escándalo y se rasgan las vestiduras que no se respeta la institucionalidad y se está gestando un golpe de estado…

La percepción de la clase política no es creada por los periodistas y los medios de comunicación, en todo caso, la difunden y acrecientan o disminuyen tal o cual percepción; es la realidad, el accionar cotidiano y concreto de los diputados lo que hace y crea las percepciones.

*Editor Jefe de El Diario de Hoy.
ricardo.chacon@eldiariodehoy.com