Don Domingo ???el tamborilero??? de los Cumpas de Cuisnahuat

 El saludo de los cumpas es una tradición religiosa.

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Cientos de peregrinos acompañaron desde Cuisnahuat, Sonsonate, las imágenes de San Cristóbal y San Lucas para desarrollar uno de los mayores rituales que se ha conservado por más de 200 años: el encuentro de los Cumpas.

/ Foto Por elsalv

Por Ricardo Guevara

2016-07-23 10:00:00

Mientras muchos capitalinos aún dormían ayer en la madrugada, Domingo Moisés Flores, un anciano de piel morena, ojos cafés y de un poco menos de 1 metro con 50 centímetros, inició la caminata entre  veredas y fincas para  reunirse con otros feligreses de la mayordomía encargada de trasladar hacia Tepecoyo la imagen de San Lucas, patrono de Cuisnahuat y la de San Cristóbal, de Jayaque.

“Recuerdo con mucha nostalgia el pasado, cuando mi papá me traía a venerar a los santos. Pero cuando mi progenitor se quedó ciego, los papeles cambiaron y a mi me tocaba traerlo de la mano, ya que el fervor religioso nunca lo he perdido”, dice el anciano, quien al ser interrogado sobre su edad, dice que no la recuerda.

Lo que si tiene claro, es que desde niño siempre ha participado en este recorrido, en el que participan “los cumpas” San Lucas, patrono de Cuisnahuat, San Cristóbal, de Jayaque, San Esteban, de Tepecoyo y San Antonio, de Los Sitios. 

Gracias a su perseverancia y religiosidad, hace 30 años Domingo se gano el privilegio de tocar el tambor,  labor que realiza todos los años.

Entre veredas y lomas

El recorrido de San Lucas y San Cristóbal hacia Tepecoyo, inició a las 5 de la mañana con el tradicional sonido de los cohetes de varas.

No podían faltar los tamales,  y la taza de café con marquesote, para los caminantes.

Y para los que buscaban una bebida más fuerte para entrar en calor y alejar el frío de la madrugada, había buenas raciones de la tradicional “chicha”.

El camino inicio con varias estaciones, en las que los penitentes descansaban y cambiaban de turno para cargar.

Además, se realizaban rezos y cánticos dedicados a ambos patronos. 

La tradición indica que adelante de la procesión, debe ir una persona tocando el tambor, anunciando el paso de los Santos.

Debido a la avanzada edad de don Domingo, ya no toca el instrumento en todo el recorrido, pero si camina acompañando a los “compadres” en toda la travesía. 

“Ahora solo toco el tambor cuando vamos  a entrar al pueblo y se realiza el saludo de los cumpas”, afirma el feligrés, quien en sus tiempos libres se dedica a cultivar la tierra.

A pesar del paso del tiempo,  don Domingo “El tamborilero”, como es conocido popularmente, dice que una de sus actividades preferidas es el baile que se realiza en el marco de las festividades, ya que la música la llevo dentro de su cuerpo.

Historias de penitentes, existen muchas, como el caso de  Pedro Menjivar, quien desde hace varios años se ha dado a la tarea de cargar la imagen de San Lucas en los tramos más difíciles del recorrido, en las que predominan las cuestas y bajadas pronunciadas.

El grupo de feligreses que acompañaba el recorrido, entre hombres y mujeres, lo hace para agradecer por milagros, por devoción a los santos y como muestra de su fe cristiana.

Incluso un grupo de escolares, agentes de la Policía Nacional Civil y elementos de los cuerpos de socorro participaron cargando a los camerinos o tocando el tambor.

Debido a lo difícil del camino y el cansancio, el recorrido tomo más tiempo del acostumbrado y la caravana llego al pueblo al mediodía, en donde esperaban los otros dos compadres San Esteban, de Tepecoyo y San Antonio, de Los Sitios. 

Al final, los cuatro santos, recorren en procesión las calles del municipio y se oficia una misa solemne en la parroquia de Tepecoyo. 

Los preparativos de la fiesta inician a principios de julio, luego que una delegación de la cofradía de Jayaque llega a la hermandad de Cuisnahuat para invitarlos a visitar  ese municipio.

Para mantener el compadrazgo, buenas cosechas y no arriesgarse a conflictos, los “compadres” realizan su viaje hacia Tepecoyo y Jayaque.

A pesar de lo cansado del trayecto, los feligreses se muestran orgullosos de participar en esta tradición que ha sido heredada de sus antepasados y una muestra de este esfuerzo y tenacidad, es don Cristóbal y su inseparable tambor.