Perdido en la casa de los espejos

En política, perderse en la “casa de los espejos” no es tan divertido.

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por Max Mojica*

2016-07-24 6:28:00

Cuando era niño me gustaba ir a la “casa de los espejos” de cualquier parque de diversiones.  Los más sofisticados poseían su complejo laberinto de espejos y aquellos más humildes, los exhibían dentro de una especie de carpa circense.  Allí uno podía pasarse un tiempo considerable viendo cómo el reflejo se deformaba con piernas largas y pequeños brazos, con enormes cabezas y pequeños cuerpos o con redondeces inexistentes que generaban la risotada espontánea.

Ya fuera del circo, los espejos son esos artefactos que -sin misericordia- devuelven nuestra imagen tal cual es. En un mundo gobernado por las apariencias externas, los espejos son soldados del ejército del tirano; nos guste o no, le dicen gráficamente a nuestro entendimiento cómo somos y cómo nos ven los demás. Eso sí, muchas personas lo último que quieren ver en los espejos es su propio reflejo, porque llega un momento en que vernos al espejo ya no es tan divertido: no nos gusta el reflejo que nos manda de vuelta; llegando el punto en que la persona prefiere “ya no verse”, optando entonces por “imaginarse” únicamente como son. Su imagen mental les resulta mucho más benigna que el reflejo inmisericorde y crudo que les manda el espejo.

Esa situación de rechazo de la propia imagen, cuando se traslada al plano intelectual se conoce como el “Efecto Dunning-Kruger”. El fenómeno fue demostrado en una serie de experimentos realizados por Justin Kruger y David Dunning, de la Universidad de Cornell, Nueva York, sus resultados fueron publicados en diciembre de 1999. Este es un sesgo cognitivo, según el cual los individuos con escasa habilidad o conocimientos sufren de un efecto de superioridad ilusorio, considerándose más inteligentes que otras personas más preparadas, incorrectamente estimando su habilidad por encima de lo real.

Este sesgo es atribuido a una inhabilidad propia de sujetos que a la vez que son inmaduros en lo emocional, son incapaces intelectualmente, abonada por una clara falta de preparación académica; todo lo cual genera una combinación tóxica que hace que el sujeto opte psicológicamente, como mecanismo de defensa, a no reconocer su propia ineptitud, debido principalmente a que aceptar su incapacidad real debilitaría su propia confianza y autoestima. Por ello los individuos incompetentes asumen, falsamente, que ellos son superiores a nivel de capacidad o conocimiento, respecto a las demás personas.

Los individuos que lo padecen pueden ser educados para mejorar sustancialmente su propio nivel de habilidad, a efecto de poder reconocer y aceptar su falta de habilidades previa; pero como aceptar que en realidad son incapaces, estos individuos rehúyen de la educación, como una persona que no quiere ver su imagen real, rehuiría de un verse en un espejo que la refleje. Por ello –paradójicamente-, prefieren vivir en la ignorancia y rechazan a todo aquel que les diga, insinúe o les haga ver su propia incapacidad, así como los efectos que sus decisiones erradas generan en las empresas, gobiernos o sociedades que, por alguna razón, controlan. Y es que el Dunning-Kruger nos enseña que en nuestro cerebro hay algo que nos lleva en ocasiones a ver con total nitidez que estamos en posesión de la razón en un tema y sin embargo tratarse de una ilusión, lo que puede llevar a tomar decisiones muy perjudiciales para familias, empresas o países.

Por eso, te invito a que en tu vida privada, ya sea con tu esposa, pareja, desempeño profesional o empresa, en la próxima discrepancia que tengas con alguien, te detengas un momento y reflexiones… ¿realmente estás más preparado que tu interlocutor en ese tema o lo que pasa es que tus conocimientos en la materia no son los suficientes para que puedas comprender que el otro tiene razón? Ello te evitará seguramente que tomes decisiones equivocadas que posteriormente podrías lamentar.

Para el caso de el Gobierno de El Salvador, creo que ante las recomendaciones del FMI, ante la obvia crisis fiscal que vivimos, ante los resultados de la última encuesta de la UCA, ante la creciente molestia ciudadana, ante el recrudecimiento de la criminalidad en el país, ante el claro aumento de la ola migratoria de ciudadanos hacia el extranjero, nuestro Presidente, ministros, legisladores y demás funcionarios, deberían renunciar a su vacío discurso triunfalista respecto al “buen vivir” y analizar su gestión y el rumbo real de nuestro país; no vaya ser que estén sufriendo del “Efecto Dunning-Kruger”, pensando que sus políticas son las correctas cuando obviamente no lo son, y vivan encerrados en una “casa de espejos” en donde únicamente vean su imagen deformada, que en lugar de reflejar lo “feo” de la situación salvadoreña, solamente les regalen un reflejo falsamente bueno, es decir, lo que ellos y sus amigos, quieren ver. Y es que en política, perderse en la “casa de los espejos”, no es tan divertido.
   
 

*Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica