Una verdadera lástima

Es frustrante que las autoridades guatemaltecas al parecer no hacen nada. Saben bien lo que está pasando y hasta muy probablemente saben quiénes son los asaltantes. 

descripción de la imagen

Escuela del cantón Cantarrana.

/ Foto Por Jonathan Enríquez

Por José Sifontes*

2016-07-29 7:48:00

Siempre me ha gustado Guatemala. El país me trae recuerdos de prácticamente todas las fases de mi vida. De niño, durante las vacaciones con mis padres; de adolescente, con otra actitud pero con el mismo entusiasmo; ya adulto, con amigos y colegas, a pasear o a congresos médicos. Recuerdo que una vez hasta fui solo, en un viaje bastante existencialista. Me gusta el clima y una sensación como de nostalgia que me invade cuando entro en la ciudad. Para mí Guatemala tiene una magia especial. Tal vez sea parte del inconsciente heredado y algún antepasado vivió allí.

No soy el único. Muchos salvadoreños se sienten atraídos por el hermano país y ha sido un destino turístico desde hace muchísimo tiempo. Recuerdo una vacación en que las calles de Antigua Guatemala parecía el bulevar de los Héroes un miércoles cualquiera, solo placas salvadoreñas. Hay un buen número de razones para esta predilección. El país es bonito, está cerca, nos identificamos con los guatemaltecos, y existen posibilidades turísticas para todos los bolsillos. 

Esta situación desgraciadamente ha ido cambiando. Viajar a Guatemala se ha convertido en un peligro. Lo digo con tristeza pero es la pura y llana verdad. Hoy supe de otro grupo de salvadoreños que fueron asaltados poco después de pasar la frontera. La historia es prácticamente calcada de otras muchas que vienen sucediendo desde hace años. Un vehículo con placas salvadoreñas pasa la frontera, un retén policial le hace parada y revisa los documentos de los pasajeros, sigue el viaje. Unos kilómetros más adelante un vehículo particular, generalmente un pick-up, los detiene a punta de pistola. Les roban todo lo robable, los llevan campo adentro y los dejan amarrados, no sin antes haberlos amenazado de muerte. En el caso que conocí este día el motorista trató de escapar, solo para recibir una lluvia de balas que lo hizo detenerse en seco. Les quitaron todo y los dejaron bien amarrados. Las mujeres sufrieron de algo más.

Pasa con mucha frecuencia pero no hay noticias en los diarios. Nos enteramos más que todo por los relatos y a veces por las redes sociales. No hay noticias ni en los periódicos salvadoreños ni en los de Guatemala. Como si los crímenes sucedieran en tierra de nadie. En El Salvador no sale porque los hechos ocurrieron en otro país, en Guatemala porque las víctimas no son guatemaltecas. Además los salvadoreños, una vez desamarrados, lo último que quieren es hacer pública su desgracia. De todos modos de nada sirve.

Es frustrante que las autoridades guatemaltecas al parecer no hacen nada. Saben bien lo que está pasando, conocen el modus operandi porque es siempre el mismo, no ha cambiado en años, y hasta muy probablemente saben quiénes son los asaltantes (no hay que ser Sherlock Holmes para desentrañar el misterio, una complicidad entre salteadores con agentes policiales). Tampoco sería necesaria Scotland Yard o el FBI para dar con los culpables. Bastaría con rastrear señales, usar señuelos, y tener un poco de creatividad. Más que otra cosa se necesita voluntad, algo que realmente no se mira.

Los salvadoreños nos hemos ido cansando de hacer el papel de venados atravesando tierra de leones. Resulta hasta irónico ver las ofertas turísticas que se anuncian por estas fechas. Paquetes de tres noches y desayuno incluido, transporte gratis a Antigua, sin ninguna referencia a la seguridad. Quisiéramos ir pero es desagradable viajar sintiéndonos como faisanes en temporada de caza.

* Médico siquiatra
y columnista de El Diario de Hoy.