Envío este artículo desde Estambul, la ciudad más cosmopolita de Turquía, a 24,000 km. y 16 horas de vuelo de El Salvador… Pero que al contemplar las bellezas de esta ciudad, que antes se llamó Constantinopla y escuchar y leer sobre lo que sucedió aquí en los siglos pasados, e influyó en la historia del mundo, cada lugar que se visita se siente más interesante, transportándonos imaginariamente hacia el tiempo, por ejemplo, cuando los sultanes gobernaban el imperio otomano desde el magnífico palacio de Topkapy, que además de su inmenso tesoro, incluyendo la famosa daga de las tres esmeraldas de la película Tokapy de los sesenta, ofrece unas vistas preciosas del Bósforo que con sus aguas azules separa el continente europeo del asiático…
Pero hoy, la ciudad está orientada hacia el comercio y al turismo proveniente de todo el mundo, y mucho, del islámico, pues aquí están la famosa Basílica de Santa Sofía, que primero fue un gran templo ortodoxo, luego católico y finalmente convertida en mezquita, que con sus cuatro torres vemos en todas las fotografías de Estambul y, también, la Gran Mezquita azul, que además de templo islámico, es una gran obra religiosa e interesante arquitectónicamente en su interior y exterior para los turistas…
La mayor parte de las mujeres, incluso niñas, llevan la cabeza tapada con lindos y coloridos mantos y es corriente ver a los esposos vistiendo la moda europea con trajes o ropa casual y a sus esposas elegantemente vestidas de negro de la cabeza a los pies con un velo en la cara que tiene una pequeña abertura para mirar…
Interesante para quienes deciden sobre el tráfico en San Salvador, es que aquí, además de que existe una extensa red de tranvías, en algunos lugares, cuando no circula el tranvía, otros vehículos particulares, buses y taxis aprovechan el espacio para circular… Me imagino que algo parecido puede hacerse en el bulevar del Ejército y la avenida Juan Pablo Segundo en los carriles “tomados” para el Sitramss que benefician solo a un mínimo porcentaje de viajeros y a una empresa…
Pero volviendo a lo interesante de Estambul, es fabuloso admirar al atardecer el sol rojo reflejándose sobre el Bósforo desde el puente de los pescadores que une la parte asiática y la europea de la ciudad y después, degustar tranquilamente la gastronomía de Anatolia en uno de los restaurantes debajo del puente…
Si quiere ver otro tipo de ciudad, diferente a las de América del Norte y del Sur, Estambul es un lugar apropiado, para entender que existen otras culturas, otros idiomas, otras formas de entender las Divinidades, otra gastronomía e incluso otra forma de hacer negocios.
Entre la inmensidad de pequeños comercios en las estrechas calles de la parte antigua de la ciudad y del Gran Bazar, el Bazar de las especies y los centros comerciales modernos reina el respeto a los clientes, el orden y la limpieza. Y me gustó la amabilidad de los turcos que al observar que estudiaba un mapa se acercaron para en su idioma y muchos gestos explicarme cómo funciona el tranvía y dónde estaban los sitios de interés…
Aunque esta fue mi segunda visita, me gustó tanto, que en cuanto pueda volveré a Estambul…
Pase un buen domingo…
*Columnista de El Diario de Hoy.
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