Tres detalles sobre el David de Miguel ??ngel

La historia del arte tiene en Miguel ??ngel a uno de sus máximos exponentes. Una de su obras, finalizada cuando el artista tenía 29 años, me impresionó de sobremanera. Explico por qué.

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Hinchas de Brasil durante el partido ante Ecuador por la Copa América

/ Foto Por Juan Carlos C·rdenas

Por Ricardo Chacón*

2016-06-04 9:08:00

Entre idas y venidas, tumulto de gente caminando para arriba y abajo, las últimas lluvias de la temporada, en una visita a Florencia, me llamó la atención y me impactó una obra: el David de Miguel Ángel. 

En primer lugar, con la intención de preservar el original, que se encuentra en la Galería de la Academia Florencia, Italia, hay una copia al aire libre en la Plaza de la Señoría de la misma ciudad. Son idénticas pero llaman la atención de manera diferente: en la Plaza se ve la grandeza de la obra de Miguel Ángel Buonarroti esculpida entre 1501 y 1504, a puro cincel en una sola pieza de mármol con una altura de 4.34 metros, representa al rey bíblico, al estilo clásico, completamente desnudo y como atleta, que tiene en su mano derecha una honda, apoyada sobre su hombro y en la derecha, una piedra… el señorío de la obra sobresale.

Florencia es un espacio propio de las ideas nuevas del Renacimiento… ahora es un ciudad turística que hace recordar y revivir el pensamiento artístico y filosófico que tenía como centro el hombre.

Sin embargo, la delicadeza y la fineza de la escultura, los rasgos del rostro, el cabello rizado, la musculatura, el tratamiento aislado y particular que se da a la escultura griega a cada miembro de la figura para integrarlo después al conjunto (diartrosis, tal como lo señalan los estudiosos del caso); a la vez, como dicen los manuales, con la oposición armónica de las distintas partes del cuerpo de la figura humana, lo que proporciona cierto movimiento y contribuye a romper la ley de la frontalidad y dar la sensación de acción y movimiento (contrapposto), se advierte cuando uno la tiene en frente, a pocos metros, en el interior de la Galería, al David no como atleta que se prepara para el combate sino como un hombre en la plenitud de la vida, con una mirada profunda, casi dramática, resaltándose detalles que parecen fuera de rango como lo es el tamaño de la cabeza, lo grande de las manos y pies y la cintura relativamente estrecha, sin perder la tensión del momento; incluso se palpa la marca de sus tendones, los músculos y las venas. 

Aquí, en el interior de la Galería de la Academia, a pocos metros de la escultura es cuando se aprecian los detalles, como también aparecen seis, si no me falla la memoria, y esta es un segundo punto que me impresiona de la obra de Miguel Ángel, donde se muestran obras no terminadas, no por vagancia o cualquier otro motivo, sino porque el artista antes de tratar el mármol que daría la escultura definitiva, y trabaja en bocetos lo que su mente tenía visualizado… dicho de otra manera, la creación artística, el momento creativo se visualiza en la mente pero esta debe ser plasmada, cuestión que requiere además de mucho trabajo y disciplina la construcción concreta en una pieza material, y que mejor que hacerla en bocetos con el material menos dificultoso que el mármol.

El genio se tiene por naturaleza, pero la técnica se depura con mucho, mucho trabajo, con interminables horas de trabajo, con una disciplina rígida que permita hacer una obra a mediano y largo plazo.

Probablemente, y este es el tercer punto que quiero señalar, la historia del arte y de la creación del hombre en sus diversas acepciones, no es más que la expresión del espíritu emprendedor, de la imaginación y el trabajo duro de hombres y mujeres que decidieron plasmar sus ideas, ideales, visiones del mundo, en obras palpables. Probablemente la técnica y la creación artística son importantes, muy importantes, pero lo es más el legado creado que representa, concreta, visualiza una época, una visión, una manera de ver el mundo… y se hace de tal forma que traspasa los años, los siglos.

Miguel Ángel y su David, Moisés, La Piedad o las pinturas de la Capilla Sixtina, entre otros, no son más que obras que revelan y plasman las ideas del humanismo, el centro el hombre, la belleza pero a la vez fuerza y dinamismo del hombre, su relación con los otros, con la naturaleza, con Dios. Y no solo es el movimiento renacentista de la época, sino es la ruptura con un pasado obscurantista para dar paso a la visión moderna del hombre de hoy…

Estudiar la historia es clave para conocer lo que hecho y hace el hombre. Admirar las obras artísticas en parte de esta tarea. Hacerlo en persona es una gran experiencia que vivifica y anima. Vale la pena. 

*Editor Jefe de El Diario de Hoy
ricardo.chacon@eldiariodehoy.com