Lo que se gana con violencia???

Al ver las noticias y escuchar la propaganda, parecería que en El Salvador nos encontramos en esa etapa de combate en la que quien lidera el proceso "muestra los trofeos, la gente aplaude y se mantiene popular"

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elsalvador.com

Por Carlos Mayora Re*

2016-06-10 8:06:00

Colombia está inmersa en un proceso de paz, con el que se quiere poner fin a una guerra de más de cincuenta años de duración. El presidente, Juan Manuel Santos, afronta una fuerte oposición: grandes sectores de la prensa, muchos intelectuales y ciudadanos, su antecesor en la presidencia, creen firmemente que están a un paso de lograrla, pero no por la firma de unos acuerdos, o por la deposición de las armas de los grupos para militares, sino por la vía de la derrota armada. 

Paradójicamente, bastantes colombianos llevan así más de cincuenta años, convencidos de que la fortaleza del Estado, el poderío del ejército, la falta de apoyo popular y la decadencia interna de la propia guerrilla van a hacer que, de una vez por todas, cesen los conflictos.

Pero no. A lo largo de los años la guerra se instaló, se sistematizó y profundizó sus raíces sociales. La situación colombiana es una prueba más de que la vía violenta nunca, nunca, ni en ese país ni en ningún otro, ni actualmente ni en épocas pasadas, ha sido capaz de alcanzar una paz perdurable.

Santos lo sabe y se empeña en lograrla por otros medios. Se define a sí mismo como un apasionado de la paz, al mismo tiempo que parece querer dar la razón a Asimov cuando afirma que “la violencia es el último recurso del incompetente”. 

En una entrevista de El País, preguntado por las razones de su afán, explicaba: “liderar un país en guerra es relativamente fácil. Uno muestra los trofeos, la gente aplaude y se mantiene popular. Hoy es más difícil porque hay que cambiar los sentimientos de la gente, las percepciones, enseñar que en lugar de clamar venganza hay que aprender a perdonar. Y que en lugar de odiar se pueden reconciliar”.

Tiene conocimiento de causa, pues durante un buen tiempo fue Ministro de Defensa, y se ocupó de combatir con la fuerza a las distintas guerrillas y grupos que subsisten en su país. Sabe, que lo que se conquista con violencia, solo violentamente se retiene, y no desea seguir por esa vía. 

Al ver las noticias y escuchar la propaganda, parecería que en El Salvador nos encontramos en esa etapa de combate en la que quien lidera el proceso “muestra los trofeos, la gente aplaude y se mantiene popular”… Mientras cuesta dejar de lado la impresión de que la meta dura del Ejecutivo, más que atajar la violencia, podría ser en último término, aumentar su popularidad.

El presidente colombiano está seguro de que sus esfuerzos, por contraste a lo que se ve por aquí, no son para alcanzar resultados de corto plazo, como los que se obtienen con treguas-pactos-traicioneros o con exterminadoras-ofensivas-de-limpieza. Tampoco le apuesta únicamente al cambio de las causas estructurales, de la pobreza o de la inclusión social. Ni siquiera se plantea como meta inmediata la reinserción de los delincuentes en la sociedad. 

Dando por supuesto los necesarios esfuerzos, va más allá, tanto como lo han hecho los verdaderos estadistas, esos que cambian países y no solo ganan elecciones: su meta es mudar permanentemente a la gente, lograr que se instale en Colombia una cultura de perdón que sostenga una paz duradera, que supere la paz endeble: basada en el temor, pero que cela venganza.

No se hace ilusiones: “uno no cambia el sentimiento de la gente de un día para otro. Hay que hacer una gran pedagogía. Esto va a ser un esfuerzo de muchos años”. Sin embargo, entre darse cuenta de que es una tarea de años, a no emprenderla, hay un abismo; y precisamente porque quiere alcanzar una paz duradera, se propone completarla. A ver. 

*Columnista de El Diario de Hoy.
@carlosmayorare