Masacre en El Congo: ???Pégale dos balazos a ella también???

Una de las víctimas fue testigo del asesinato de un hermano, cometido el 8 de agosto anterior. La semana pasada, varios pandilleros fueron condenados por ese homicidio.

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Un sobreviviente de la masacre señala los orificios de balas que disparó un grupo de hombres encapuchados. El ataque dejó tres muertos y un herido.

/ Foto Por Jorge Beltrán Luna

Por Jorge Beltrán Luna

2016-06-13 5:08:00

En una casa de no más de tres metros de ancho por cinco de largo, dormían apiñados en tres camas siete personas. Un grupo de asesinos irrumpió en la habitación y mató a tres. Una niña resultó con varias heridas y tres más resultaron con una gran suerte pues las balas no los alcanzaron a pesar de la lluvia de disparos que los matones hicieron.

El ataque fue cometido aproximadamente a la 1:00 de la madrugada de ayer en el cantón El Guineo del municipio de El Congo, departamento de Santa Ana. El lugar tiene bastante presencia de una pandilla.

Las tres víctimas mortales fueron identificadas como Jorge Alberto Mendoza Pérez, de 50 años, Rosa Mélida Zeceña de Mendoza, de 48, y él hijo de ambos, Ulises Hernán Mendoza Zeceña, de 18, según parientes de éstos. La hija del matrimonio, resultó con heridas en ambas piernas, indicaron los dolientes.

Ulises, según fuentes policiales, era testigo del asesinato de su hermano.


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Entre tanto, María, la mujer de Ulises resultó ilesa a pesar de que cuando los asesinos la vieron, uno de ellos ordenó a otro que tenían que matarla también: pégale dos balazos, le dijo uno al otro. A pesar de que el asesino obedeció ninguna bala tocó a María.

Otros dos hijos de la pareja, a pesar de que estaban durmiendo en la misma cama que Jorge, su padre, tampoco fueron alcanzados por las balas.

Uno de los sobrevivientes dijo a El Diario de Hoy, con sorprendente sosiego, que o los asesinos no los vieron y por eso no les dispararon directamente, o las balas no los alcanzaron porque todavía no les convenía morir.

Una familia perseguida

Ulises ya se había librado de morir varias veces. La primera fue el 8 de agosto de 2015 cuando un grupo de hombres armados irrumpieron en su vivienda, entonces en el caserío Las Flores, y se lo llevaron junto a su hermano mayor, de nombre Cristian Alberto Pérez Mendoza.

Ulises logró escapar de sus verdugos corriendo por unos cafetales. Su hermano no tuvo tanta suerte y fue asesinado.

A raíz de ese crimen, la familia decidió abandonar su vivienda en el caserío Las Flores y mudarse a la casa donde esta madrugada fueron víctimas de otro ataque armado con las consecuencias ya apuntadas.


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Las autoridades capturaron a varios miembros de pandillas como sospechosos del homicidio contra Cristian y fueron procesados.

Justo el lunes de la semana pasada fueron sentenciados. Uno de los sentenciados es, para colmo, un pariente cercano.

Los familiares no saben cuántos años les impusieron porque no quisieron colaborar por temor.

No obstante, hace diez días, Ulises y uno de sus hermanos menores que sobrevivió a la de esta madrugada, fueron interceptados por hombres armados.

Los dos jóvenes lograron escapar de sus asesinos. Sin embargo, por la extrema pobreza en que vivían no podían huir del lugar para escapar de los asesinos que los acechaban.

Tres huérfanos

Jorge, el cabeza de familia trabajaba ocasionalmente como albañil. Ulises trabajaba como jornalero. Entre los dos sostenían al resto de la familia. Sin embargo, desde hoy en la madrugada, El Salvador tiene tres huérfanos más, ocasionados por la violencia.

Entre esos niños huérfanos está Jorgito (nombre cambiado), un niño con discapacidad cerebral. Por la misma discapacidad, a sus ocho años, no puede hablar; solo balbucea mas sus parientes cercanos comprenden mucho de lo que él dice.

Y Jorgito parece comprender, a pesar de su enfermedad, que hoy en la madrugada sus padres y su hermano mayor fueron asesinados por hombres armados que irrumpieron en su casa. Él dormía en la misma cama que su padre y otro de sus hermanos.

Ayer en la mañana, varios de sus familiares trataban de consolarlo mintiéndole al decirle que sus padres regresarían más tarde.

Pero parecía que Jorgito sabía que no era así. Y sus parientes tuvieron que echar mano de otro subterfugio: “Jorgito, querés pisto para comprar un churro”, le preguntaron. El asunto funcionó, al menos mientras duró el churro porque un momento después, Jorgito pareció sumirse nuevamente en un ensimismamiento.

A pesar de que algunos policías dijeron que Ulises tenía vínculos con pandillas, sus familiares negaron eso.