El ingeniero salvadoreño Gabriel Llort ha trabajado en grandes proyectos como la construcción de represas hidroeléctricas en Venezuela, Argentina y otros países, pero está convencido de que con la ampliación del Canal de Panamá ha alcanzado la cúspide de su carrera profesional.
“La magnitud de este proyecto excede la imaginación de cualquiera”, asegura Llort.
“Hay fabricantes que suministran programas de cálculo y programas de diseño que nosotros en este proyecto excedimos la capacidad, y ellos tuvieron que tomar medidas para que pudiéramos utilizar sus programas, tuvieron que ampliarles la capacidad”, añade el profesional.
Llort vive desde hace más de cuatro años en Panamá, adonde se mudó junto a su esposa para trabajar en la expansión de la vía interoceánica.
Previamente, residió más de 30 años en Chicago, Estados Unidos, donde trabajó para la empresa de ingeniería, construcción y consultoría MWHGlobal, que en mayo recién pasado se fusionó con Stantec.
Tras la fusión, Stantec se ha convertido en una de las tres mayores firmas globales de diseño, con más de 22,000 empleados en 400 ubicaciones en todo el mundo, que ofrecen servicios de arquitectura, ingeniería y construcción, entre otros.
En entrevista telefónica desde Panamá, Llort explicó que una de sus principales labores ha sido el diseño del sistema de llenado y vaciado de las nuevas esclusas, incluyendo las especificaciones de las válvulas y demás componentes, así como la supervisión de la instalación de los mismos.
Otra de sus principales tareas consistió en el control de las compuertas gigantes que permiten la entrada de los barcos a las esclusas, y que son activadas desde dos torres de control: una en el lado Atlántico y otra en el Pacífico.
“El dimensionamiento de los conductos (de llenado) era muy crítico para garantizar la eficiencia del sistema y los tiempos que tenemos que cumplir, porque todos los esclusajes son medidos, o sea que un barco tiene tiempo limitado para pasar del océano al lago, y del lago al océano”, explica Llort.
Las nuevas esclusas tienen una altura comparable a la de un edificio de siete pisos, y un largo de 427 metros.
El profesional explica que uno de los principales desafíos del diseño consistió en asegurarse de que el llenado de las cámaras se realice en forma simétrica y eficiente para que el barco se mantenga siempre en posición adentro de la cámara.
Para deslizar cada una de las nuevas compuertas, el Canal cuenta con dos motores eléctricos de gran capacidad, los cuales se alternan en la operación, y garantizan disponibilidad las 24 horas, los 365 días.
El ingeniero salvadoreño añade que otro reto que implicó este proyecto fue anterior, incluso, a la ejecución del mismo: “el seleccionar un equipo de trabajo que solo en diseño excedió 400 personas en algunos momentos, en múltiples centros de diseño ubicados en Argentina, Estados Unidos, Holanda y la India”.
TE PUEDE INTERESAR: Isabel, la salvadoreña que destaca en Islandia
La cultura salvadoreña de trabajo
A semanas de terminar su labor en la megaobra, Llort envía un mensaje:“No hay límites para el desarrollo profesional de una persona. Las oportunidades están ahí, hay que encontrarlas”.
En su opinión, “el salvadoreño tiene mucha capacidad de aprendizaje y mucha capacidad de trabajo.La cultura nuestra es trabajadora, eso es apropiado no solo para las empresas, sino también para los clientes, y es notable.
Este destacado ingeniero, de 59 años, añade que “ser salvadoreño es un gran orgullo y es nuestro país el que me dio la educación básica y la cultura de trabajo que he podido aplicar en toda mi carrera profesional”.