¿Deben censurarse las campañas publicitarias con contenido sexual controversial?

Dos ciudadanos debaten sobre la temática en #ElRingdeHoy. ??nete a la conversación en las redes sociales utilizando dicha etiqueta

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Los descuentos aplican en paquetes turísticos con destino a República Dominicana, Cuba, Estados Unidos, Europa, entre otros.

/ Foto Por elsalv

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2016-06-14 8:00:00

 debe censurarse

Walberto Flores

La palabra censura suele asociarse con lo negativo y lo prohibido. Esto es cierto, pero sólo en parte porque una prohibición siempre tiene un propósito. Por ejemplo, si la luz roja de un semáforo no te hace reaccionar y detenerte es muy probable que suceda un accidente y casi siempre otros también salen lesionados.

Para cuidar de los ciudadanos, el Estado tiene leyes que buscan proteger el bienestar de todos más allá de una época, interés o ideología. Este marco de leyes que, aunque algunos desacrediten por ideal, es vital para toda nación porque marca una senda por donde transitar para lograr sus metas. ¿Quién no desea ver un El Salvador próspero para todos, donde cada persona sea tratada con dignidad y todos tengamos oportunidades para salir adelante?

Para algunos el tema de la publicidad es algo sin importancia. Es tan común que “una valla más o una valla menos”, “un comercial así o asá” termina pareciéndonos como la noticia de “un salvadoreño que muere a causa de la violencia”, sin embargo, la publicidad juega un papel muy importante en la economía y la creación de la memoria colectiva de un pueblo.

Pongámonos en contexto: El Salvador es uno de los países con más vallas publicitarias por metro cuadrado en la región centroamericana. En la televisión se presentan 4 comerciales con duración de 30 segundos en promedio por cada 8-12 minutos de programación. Así cerca de Œ del tiempo que vemos televisión vemos publicidad. Un periódico de aproximadamente 150 páginas suele tener más de 30 de publicidad, es decir, 1/5 de lo que se presenta en ellos. Estamos constantemente expuestos a la publicidad y ésta va generando ideas y pautas de comportamiento. Joseph Goebbels, el asesor de campaña de Hitler decía: “repite una mentira mil veces y terminarán por creerla cierta”, de ahí que lo que se presenta a través de las campañas no es tan inofensivo como parece.

Esto es lo que está en juego cuando cuestionamos si se debe o no censurar una campaña publicitaria. Un ejemplo de esto fue el veredicto del  Consejo Nacional de la Publicidad quienes determinaron que la campaña de una compañía de telecomunicaciones debía re adecuarse,  porque incumplía lo establecido en el artículo 9 del Código de Ética que dice: “todo anuncio debe ceñirse a la moral, decencia, buenas costumbres y orden público”. La desnudez, las reacciones violentas, presentar a la mujer como objeto, no suma al proyecto de país que necesitamos. No en una nación que sufre por la desintegración familiar, la violencia social y abusos contra la mujer. No se trata de crear nuevas reglas, sino de cumplirlas.

Si las campañas publicitarias inciden tanto en la población, recurrir a los contenidos sexuales como gancho para atraer la atención del público es un desprecio a la capacidad creativa de los publicistas de nuestro país. Hay ejemplos de cómo se puede hablar bien de un producto o servicio y alentar a una nación a levantarse cada día a dar lo mejor, a cambiar el egoísmo por heroísmo, por citar algunos ejemplos. Si lo que se quiere promover es el futuro, como educador sé que la tecnología y las telecomunicaciones tienen mucho que aportar a la educación de los jóvenes ¿por qué no apuntar a ello?

Al final, el futuro se construye en el presente y frente a tantas dificultades cada uno de los ciudadanos es quien mejor puede censurar este tipo de campañas decidiendo dónde y qué comprar. Esta censura es la que hace a las empresas replantearse estrategias. Construyamos con nuestras decisiones diarias, el futuro que realmente necesitamos y deseamos para nuestro El Salvador.

*Salvadoreño. Estudió Licenciatura en Filosofía por la universidad Centroamérica (UCA). Maestría en

Educación en la universidad Anáhuac México Norte

No debe censurarse

Guillermo Miranda Cuestas?

La publicidad “Manifiesto” de Digicel ha activado el debate sobre los alcances de la libertad de expresión.

En pocas horas, un dirigente gremial la consideró “irrespetuosa de la fe y de los valores que profesamos la mayoría” y una diputada solicitó su suspensión y la intervención de la Fiscalía por presuntos delitos contra los derechos de la mujer. Sin embargo, como se explica a continuación, en casos como este no existen razones para restringir la libertad de expresión.

En 1859, John Stuart Mill publicó la obra “On Liberty”, o “Sobre la libertad”, en la que discute por qué no debe censurarse la libertad de expresión, incluso cuando se trata de opiniones rechazadas por la mayoría. Según Mill, la libertad de expresión sirve como instrumento en la búsqueda de la verdad en varias situaciones: cuando una minoría tiene el conocimiento de la verdad (como sucede en el campo científico); cuando se trata de una opinión falsa que es parcialmente verdadera o que sirve de contraparte para confirmar o ampliar el conocimiento previo; o cuando la mayoría sigue dogmas falsos. 

Este pensamiento aún es objeto de debate y mientras prevalece en países como Estados Unidos, donde hay una libertad de expresión casi ilimitada, otros países con antecedentes de conflictos éticos o religiosos, como en Europa, siguen la línea de Jeremy Waldron o Joel Feinberg, quienes advierten que la libertad de expresión debe restringirse cuando sea dañina a la dignidad humana y la armonía social –es el caso del “hate speech”, o “discurso de odio”.

Waldren establece tres elementos en el discurso de odio que pueden ejemplificarse en la retórica de personajes como Adolf Hitler: un grupo meta (los judíos), la atribución de características no deseables (los judíos son avaros y responsables de la crisis económica) y una sanción hacia estos grupos (los judíos deben ser exterminados). Esta estructura es útil para analizar otros discursos en la actualidad, como el de Donald Trump en contra de los latinos y musulmanes en Estados Unidos. Pero este no es el caso de Digicel.

Lejos de discriminar a un grupo vulnerable por su condición de género u orientación sexual, la publicidad de Digicel se centra en la libertad individual, el feminismo, el placer y la crítica a instituciones tradicionales. Si bien la pauta podría afectar sensibilidades o parecer equivocada, esto no es motivo suficiente de censura al no presentarse los elementos arriba descritos. Incluso el argumento de “no quiero que mis hijos vean esto porque va en contra los valores que le inculcamos” guarda una lógica sumamente débil.

Este planteamiento no solo descarta la capacidad de los padres de educar a sus hijos en una sociedad plural, sino que permitiría censurar distintos tipos de expresión de forma discrecional. Por ejemplo, “El minuto de María” –programa de veneración a la Virgen María– podría incomodar a los padres no católicos, así como los segmentos de cocina causarían molestias a los padres musulmanes que desean que sus hijos se abstengan de comer cerdo; y qué decir de las telenovelas de la tarde cargadas de clasismo y violencia, de los noticieros amarillistas, de las películas de guerra que solo muestran el relato de uno de los bandos o de los comerciales de cerveza con cierto grado de nudismo. ¿Los van a censurar?

La democracia no solo implica votar, sino también proteger los derechos de todas las personas, como el de expresarse libremente, para evitar la tiranía de una mayoría. Anuncios con un contenido sexual controversial como el de Digicel pueden ser del agrado o desagrado de algunos, pero no deben censurarse por contrariar los valores de ciertos grupos. 

@Guillermo_MC_

Candidato al Máster de Políticas Públicas de la Universidad de Oxford. Abogado de ESEN, con un Máster en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca y estudios de filosofía de UCA.