Los guanacos de Gómez de Alvarado y Contreras

En 1534, un número indeterminado de familias pipiles de Cuzcatán fueron transferidas a las tropas de Diego de Almagro por Pedro de Alvarado y Contreras, a cuyo servicio llegaron a la costa actual de Ecuador y Perú.

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En 1562, el cartógrafo Diego Gutiérrez y el grabador Jerónimo Cock se unieron para trazar y grabar las seis hojas de este mapa de América, en el que pueden verse los territorios en los que la familia Alvarado y Contreras dejó su huella exploradora y conquistadora.

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Por Carlos Cañas Dinarte / Colaborador EDH / efemeridesSV@gmail.com

2016-06-18 6:42:00

Uno de los soldados que llegaron en esa expedición fue Gómez de Alvarado y Contreras, el hermano menor de la familia de conquistadores gestada en Badajoz por Gómez de Alvarado y Mexía de Sandoval y Leonor de Contreras, su segunda esposa.

Llegado al Caribe en 1510, anduvo al lado de sus hermanos en las misiones de exploración y conquista en Cuba, Tenochtitlan, Iximché, Cuzcatán y Quito, donde decidió quedarse e incorporarse a las huestes de Diego de Almagro, también oriundo de Badajoz como él.

Pocos meses después, en 1535, Almagro decidió continuar las exploraciones hacia el sur, por lo que un amplio contingente de soldados e indígenas utilizaron el complejo sistemas de caminos construido por los quechuas desde y hacia Cusco, mientras que otra parte de las tropas se embarcó y llegó hasta la bahía de Valparaíso. Los jinetes y la infantería recorrieron la cordillera costera hasta salir por zonas como Isla Negra, Algarrobo y El Quisco. 

En todo ese trayecto se hizo evidente la falta de riquezas por parte de las tribus y reinos indígenas, que ofrecieron escasa resistencia militar. En las cercanías de los ríos Itata, ??uble y Perquilauquén, los 90 hombres y caballos que componían a la fuerza de avanzada liderada por Gómez de Alvarado y Contreras sostuvo la legendaria batalla del valle de Reinohuelén, en el duro invierno de 1536, en la que derrotaron a un numeroso ejército araucano.

Pese a la victoria y a las escasas bajas en sus filas, sus soldados estaban desanimados por el duro clima y la falta de riquezas, por lo que ante el temor de un movimiento rebelde en su contra, el menor de los Alvarado decidió retornar al valle de Aconcagua y reunirse con el resto de la expedición. Para entonces, se había desatado una cruenta guerra entre las tropas seguidoras de Pizarro y las de Almagro, centradas en el dominio del poder colonial y las riquezas obtenidas entre el tesoro de los Incas. El 8 de abril de 1537, Gómez fue uno de los almagristas que ingresaron en la derrotada Cusco, de la que expulsaron a los pizarristas. Después, tomó parte en la batalla del puente de Abancay, cerca de Cusco (12 de julio de 1537), fue uno de los fundadores de la localidad de Chincha y sufrió seria derrota militar en la batalla de Las Salinas, el 6 de abril de 1538, en la cual tuvo el rol de ser el portaestandarte de Almagro. Capturado con otros cientos de soldados, no aceptó rendir su espada ante un español, sino que se la entregó a un africano esclavo. Todos fueron obligados a presenciar la decapitación post mortem de su jefe Diego de Almagro. Trasladado como reo hasta Lima, obtuvo el perdón del gobernador y capitán Francisco Pizarro, con la intención de que se pusiera al frente de una tropa expedicionaria y marchara a la sierra central peruana, con la intención de fundar una población española y combatiera los últimos focos de la resistencia quechua opuesta a la conquista de su antiguo y extenso territorio imperial. El 15 de agosto de 1539, en los límites de la urbe incaica de Huánuco Pampa, Gómez de Alvarado y Contreras fundó la efímera ciudad de León de Huánuco, al frente de la cual impuso a los alcaldes Rodrigo Martínez y Diego Carvajal. 

El nombre del lugar o topónimo hacía referencia a la urbe española de León y, por otra parte, a la palabra quechua huanu, guano, guanaco, relacionada por igual con muerte y podredumbre. En aquellas elevaciones andinas, abundaban las llamas, alpacas y guanacos como animales camélidos de tiro, pero también había amplia presencia de la pestilencia del guano de los murciélagos y vampiros, animales asociados en diferentes culturas prehispánicas con la oscuridad, la muerte y la descomposición o putrefacción.

Aquella población duró poco tiempo, por la hostilidad demostrada por las tropas quechuas. Entre 1540 y 1541, la guerra entre almagristas y pizarristas se incrementó y se llevó al extremo de asesinar al gobernador Pizarro, en una conjura liderada por Diego de Almagro el Mozo, hijo del decapitado capitán y conquistador. Para entonces, es muy probable que Gómez se haya enterado de que su hermano Pedro se había embarcado de nuevo en otra empresa náutica y de exploración, que lo llevó a armar una nueva flota, despoblar de nuevo a la villa de San Salvador y buscar las tierras costeras del casi inexplorado rumbo norte, más allá de Jalisco. Cuando la corona española decidió intervenir en el enorme lío abierto entre almagristas y pizarristas, Almagro el Mozo y sus seguidores abandonaron Lima y se marcharon hacia la serranía andina. Poco tiempo después, mientras acampaban en Jauja, Gómez de Alvarado y Contreras decidió abandonar aquella empresa absurda y regresar a Lima junto con el párroco Juárez de Carvajal, el fraile Tomás de San Martín, Juan de Saavedra, Diego de Agüero y otros. Tras ser readmitido en el ejército regular con el rango de capitán de caballería, sus pugnas con otros almagristas y pizarristas no cesaron, al punto que se batió en duelos y hasta los enfrentó en el campo de batalla en Chupas, donde el 16 de septiembre de 1542 derrotó a una amplia fuerza seguidora del joven Almagro.

Su estado de salud no era bueno, por lo que después de aquel combate entró en fiebres y falleció a los pocos días en la localidad peruana de Vilcas, cuando rondaba los 60 años de edad. Su cadáver fue trasladado a Huamanga, en cuya iglesia parroquial recibió sepultura. Sus bienes materiales debieron haber sido escasos, pero aun así su sobrino Julián Becerra los reclamó desde Badajoz al Consejo de Indias, que en mayo de 1545 ordenó por carta a la Audiencia de Lima que hiciera lo posible por trasladar aquel legado hasta la Casa de Contratación de Sevilla. Lo más valioso de aquel mortual eran dos caballos.

Desde el siglo XVI, varios cronistas de Indias e historiadores han cometido el error de confundir a Gómez de Alvarado con un homónimo, que también viajó de Guatemala a Quito en la expedición de Pedro de Alvarado y Contreras, de quien se decía era hijo bastardo, nacido en la isla Terceira, en las Azores portuguesas. A ese otro Gómez se le designa muchas veces como el Mozo o el Mancebo. Soldado de la causa pizarrista, falleció en tierras peruanas poco antes de 1550, año en que sus hermanas reclamaron desde Valladolid su herencia de oro, plata y otros valores.

Para cuando Gómez de Alvarado y Contreras falleció, su León de Huánuco ya llevaba casi dos años deshabitada y despojada de su rango de ciudad. Hubo necesidad de dos intentos más para refundarla y asegurar su subsistencia, a varias decenas de kilómetros de su sitio original. El 8 de agosto de 1543, el emperador Carlos I de España y V de Alemania le otorgó el rango administrativo de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de los Caballeros de León de Huánuco. Pronto cumplirá 473 años de ostentar dicho título.

PARA SABER MÁS

-Anónimo. “Relación de las cosas acaecidas (sic) en las alteraciones del Perú…” (Lima, 2003, edición anotada).

-Larrain Valdés, Gerardo. “Dios, sol y oro: Diego de Almagro y el descubrimiento de Chile” (Santiago de Chile, 1987).

-Thomas, Hugh. Quién es quién de los conquistadores” (diccionario, Barcelona, 2001).

-Vallejo García-Hevia, José María. Juicio a un conquistador. Pedro de Alvarado: su proceso de residencia en Guatemala, 1536-1538” (Madrid, 2008, dos tomos).