Una lonchera para los funcionarios

A menos que hubiera habido alguna auditoría que necesitara realizarse de forma incógnita en la plaza El Trovador, no tiene ninguna lógica que la Corte de Cuentas haya gastado en el lavado y planchado de dos “trajes de mariachi”.

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elsalvador.com

Por Erika Saldaña*

2016-06-19 4:31:00

La realidad siempre supera la ficción. Y en El Salvador esto se vuelve palpable con las

noticias que nos desayunamos constantemente en los temas de la administración del Estado.

La semana antepasada fueron los excesivos desembolsos en alimentación y bebidas de la

Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma y esta semana son los gastos extravagantes de la

Corte de Cuentas. Y es que, a menos que hubiera habido alguna auditoría que necesitara

realizarse de forma incógnita en la plaza El Trovador, no tiene ninguna lógica que, por

ejemplo, la Corte de Cuentas de la República haya gastado en el lavado y planchado de dos

“trajes de mariachi”; y a menos que los cuarenta y tres mil dólares en refrigerios en un mes

hayan alimentado a unas ocho mil personas necesitadas, el gasto está de más.

La única lógica posible para justificar los gastos innecesarios en estas y otras instituciones,

es que los funcionarios a cargo de administrar fondos del Estado no tienen ni idea de la

realidad en la que vive la mayoría de la población. Probablemente nunca les han faltado los

recursos necesarios para darle de comer a sus hijos; cuentan con los medios para pagar

buenos médicos y hospitales cuando se enferman; nunca les ha tocado prestar dinero para el

bus o para solventar algún gasto necesario. Y creen que todos los salvadoreños viven en la

misma condición y, por tanto, un gastito en un almuerzo, fiesta, impresión de fotos, no

resulta significativo.

Según los datos del Banco Mundial (2015), el veinticinco por ciento de la población

salvadoreña vive en pobreza crónica (es decir, no disponen de los recursos que les permitan

satisfacer al menos las necesidades básicas de alimentación y, siguiendo la línea de

pobreza, equivale a vivir con un dólar diario). Y según el último Informe de Desarrollo

Humano para América Latina y el Caribe, presentado por el Programa de Naciones Unidas

para el Desarrollo (PNUD), existe la amenaza de que millones de personas recaigan en la

pobreza en la región; si tenemos en cuenta que El Salvador es uno de los países más pobres

de América Latina, es probable que muchos salvadoreños regresen a vivir en una situación

de miseria.

Como lo mencionó la Subsecretaria-General de Naciones Unidas y Directora Regional del

PNUD para América Latina y el Caribe, Jessica Faieta, es urgente que los Estados brinden

respuestas a las múltiples dimensiones que influyen en el desarrollo y establecer políticas

que permitan a las personas “vivir vidas que consideran valiosas”; también recalcó que “en

este momento, por un lado hay que proteger los logros alcanzados, lo cual incluye prevenir

la caída en pobreza de millones de personas y por otro lado hay que impulsar políticas y

estrategias inclusivas e integrales adaptadas a poblaciones que sufren de discriminaciones y

exclusiones históricas”. Este tipo de políticas podrían ser posibles en la medida que los

fondos públicos se inviertan adecuadamente, eliminando los gastos innecesarios y

reorientando los recursos hacia tales objetivos.

Después de revisar estos (nada alentadores) datos sobre la pobreza en El Salvador, resulta

más indignante ver como se justifican los gastos innecesarios en las distintas instituciones

financiadas con fondos del Estado. Y como no basta con quedarnos en el enojo, sino hacer

propuestas para corregir los problemas identificados, aquí va una propuesta: campaña

“lonchera para tu funcionario”. Si usted es funcionario y está leyendo estas líneas, lo invito

a que de ahora en adelante se tome un par de minutos para preparar su comida y la lleve a la

próxima reunión en cualquier tiempo de comida; rechace el uso de fondos públicos en algo

que usted mismo puede costearse con su sueldo. Y si usted dirige u organiza este tipo de

reuniones, pida a los invitados que costeen su propia comida o que lleve su lonchera. Y si

usted dirige la unidad de Adquisiciones y Contrataciones de su institución no autorice este

tipo de gastos. Los ciudadanos invitamos a todos los funcionarios a que sean más

responsables en la administración de estos fondos y demuestren un poco más de empatía

por los salvadoreños que viven en extrema pobreza. Recuerde que hasta los mínimos

detalles marcan la diferencia.

La realidad siempre supera la ficción. Y en El Salvador esto se vuelve palpable con las noticias que nos desayunamos constantemente en los temas de la administración del Estado. La semana antepasada fueron los excesivos desembolsos en alimentación y bebidas de la Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma y esta semana son los gastos extravagantes de la Corte de Cuentas. Y es que, a menos que hubiera habido alguna auditoría que necesitara realizarse de forma incógnita en la plaza El Trovador, no tiene ninguna lógica que, por ejemplo, la Corte de Cuentas de la República haya gastado en el lavado y planchado de dos “trajes de mariachi”; y a menos que los cuarenta y tres mil dólares en refrigerios en un mes hayan alimentado a unas ocho mil personas necesitadas, el gasto está de más.
 
La única lógica posible para justificar los gastos innecesarios en estas y otras instituciones es que los funcionarios a cargo de administrar fondos del Estado no tienen ni idea de la realidad en la que vive la mayoría de la población. Probablemente nunca les han faltado los recursos necesarios para darle de comer a sus hijos; cuentan con los medios para pagar buenos médicos y hospitales cuando se enferman; nunca les ha tocado prestar dinero para el bus o para solventar algún gasto necesario. Y creen que todos los salvadoreños viven en la misma condición y, por tanto, un gastito en un almuerzo, fiesta, impresión de fotos, no resulta significativo. 

Según los datos del Banco Mundial (2015), el veinticinco por ciento de la población salvadoreña vive en pobreza crónica (es decir, no disponen de los recursos que les permitan satisfacer al menos las necesidades básicas de alimentación y, siguiendo la línea de pobreza, equivale a vivir con un dólar diario). Y según el último Informe de Desarrollo Humano para América Latina y el Caribe, presentado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), existe la amenaza de que millones de personas recaigan en la pobreza en la región; si tenemos en cuenta que El Salvador es uno de los países más pobres de América Latina, es probable que muchos salvadoreños regresen a vivir en una situación de miseria.

Como lo mencionó la Subsecretaria-General de Naciones Unidas y Directora Regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Jessica Faieta, es urgente que los Estados brinden respuestas a las múltiples dimensiones que influyen en el desarrollo y establecer políticas que permitan a las personas “vivir vidas que consideran valiosas”; también recalcó que “en este momento, por un lado hay que proteger los logros alcanzados, lo cual incluye prevenir la caída en pobreza de millones de personas y por otro lado hay que impulsar políticas y estrategias inclusivas e integrales adaptadas a poblaciones que sufren de discriminaciones y exclusiones históricas”. Este tipo de políticas podrían ser posibles en la medida que los fondos públicos se inviertan adecuadamente, eliminando los gastos innecesarios y reorientando los recursos hacia tales objetivos.
 

Después de revisar estos (nada alentadores) datos sobre la pobreza en El Salvador, resulta más indignante ver como se justifican los gastos innecesarios en las distintas instituciones financiadas con fondos del Estado. Y como no basta con quedarnos en el enojo, sino hacer propuestas para corregir los problemas identificados, aquí va una propuesta: campaña “lonchera para tu funcionario”. Si usted es funcionario y está leyendo estas líneas, lo invito a que de ahora en adelante se tome un par de minutos para preparar su comida y la lleve a la próxima reunión en cualquier tiempo de comida; rechace el uso de fondos públicos en algo que usted mismo puede costearse con su sueldo. Y si usted dirige u organiza este tipo de reuniones, pida a los invitados que costeen su propia comida o que lleve su lonchera. Y si usted dirige la unidad de Adquisiciones y Contrataciones de su institución no autorice este tipo de gastos. Los ciudadanos invitamos a todos los funcionarios a que sean más responsables en la administración de estos fondos y demuestren un poco más de empatía por los salvadoreños que viven en extrema pobreza. Recuerde que hasta los mínimos detalles marcan la diferencia.

*Columnista de El Diario de Hoy.