El Salvador ante el espejo

Se habla mucho de la necesidad perentoria de acuerdos de país, de políticas de Estado, pero aquellos llamados a conseguirlas parecen incapaces de hacerlo, a pesar de la creciente exigencia ciudadana. ¿Es demasiado pedir?

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Avianca renovó una alianza con Amadeus, y eso le permitirá introducir tecnologías de nueva generación destinadas a incrementar la innovación y ofrecer un mejor servicio al cliente. 

/ Foto Por Archivo EDH

Por Carolina ??valos*

2016-06-20 9:33:00

El populismo es una metáfora de la miseria y una sombra de la democracia, que puede ser un peligro al surgir en contextos de democracias nacientes y frágiles, o cuando éstas no funcionan bien.  Cuando los grandes problemas del país se ignoran, y el paso por el gobierno se convierte en una plataforma ideal para crear ilusiones y esperanzas y no dar respuestas a los problemas reales de la población se deben encender las alarmas.

El Salvador, y la región, enfrentará dos años de desplome económico (caída precios de materias primas, lento crecimiento de las economías desarrolladas y menores flujos comerciales y de capital) según proyecciones del Banco Mundial. Sin embargo, esto no es nuevo para nuestro país, caracterizado históricamente por mantener los más bajos niveles de crecimiento promedio en Centroamérica. Esto nos debe apurar para retomar la agenda del crecimiento sostenible y erradicar la pobreza extrema.

No se puede hablar de política social, sin hablar de política económica, y no se puede hablar de éstas sin hablar de políticas ambientales valientes y reforma fiscal, es así de simple. Si cumplimos los caprichos de cada funcionario que llega al gobierno de turno, nos encontraremos con una situación como la actual, sin visión compartida de Desarrollo y Oportunidades… aquella que obviamos pactar, como si fuese un tema menor, en los “Acuerdos de Paz”. 

El Informe Regional de Desarrollo Humano hace un llamado claro de afrontar la pobreza en sus múltiples dimensiones. ¿Pero qué significa esto, y cómo se aplicaría a El Salvador? 

La adopción de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un primer paso para que el país construya su propia ruta y trabaje con una visión de futuro. ¿De donde parte El Salvador? El Informe habla de los logros en materia de reducción de la pobreza y cómo hay que crear una serie de fortalezas y resilencias para que aquellos segmentos que ahora son vulnerables no vuelvan a caer en la pobreza ante las futuras crisis. El Informe muestra cómo únicamente el tres por ciento de nuestros conciudadanos han escapado de la pobreza debido a transferencias directas, comparado con 41 y 13 por ciento en Chile y Brasil, respectivamente. Otros estudios recientes señalan que la disminución de la pobreza en El Salvador se explica más por la migración y las remesas familiares que por políticas públicas exitosas.
  
La expulsión de salvadoreños y sus remesas no puede, ni debe ser la base de la política social y económica del país. 

Los problemas de la pobreza multidimensional se resuelven, por un lado, con asegurar los derechos fundamentales de las personas, y por otro, generando las condiciones para ampliar las oportunidades económicas, culturales y políticas. Algo difícil en un país en donde la corrupción y las malas políticas desvían valiosos recursos que se esfuman como la niebla con el primer rayo de sol.

El empleo digno y de calidad junto a la educación son determinantes para romper con la trampa de la pobreza. La protección social puede contribuir al crecimiento inclusivo si se focaliza en la fuerza laboral con mayor desventaja social (ej. jóvenes, mujeres…entre otras), creando así oportunidades para entrar en el mercado laboral en igualdad de condiciones.

Todo lo anterior podría realizarse si se tiene una clara estrategia económica, en donde se promuevan reformas dirigidas a estimular la inversión privada, mejorar la productividad y vencer la informalidad en un marco de seguridad jurídica y políticas que generen confianza y respeto el Estado de Derecho. Sin olvidar, que es fundamental fortalecer las instituciones y modernizar la administración pública, y todo ello desde posiciones ideológicas, siempre legitimas, pero que se supediten al bien común y al interés general. 

Se habla mucho de la necesidad perentoria de acuerdos de país, de políticas de Estado, pero aquellos llamados a conseguirlas parecen incapaces de hacerlo, a pesar de la creciente exigencia ciudadana. ¿Es demasiado pedir? Nuestro futuro y el de nuestros hijos nos lo dirá.
 

*Columnista de El Diario de Hoy. 
@cavalosb