Día y noche, bajo sol o lluvia, los guardias nos cuidaban

La descomunal torpeza de suprimir la Guardia se está cobrando al país en homicidios, retroceso económico grave, incertidumbre, cierre de microempresas, extorsiones...   

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2016-06-20 9:42:00

Día y noche, en buen tiempo o bajo la lluvia, por senderos escondidos, en pueblos, caseríos, barriadas y a campo abierto, las parejas de guardias nacionales de antaño mantenían el orden, capturaban criminales, asistían a personas necesitadas, eran la garantía el viajero, del agricultor, de la buena gente en el país.

En medio de un bosque, o en una barranca, de noche y bajo la lluvia, las parejas de guardias iban en lados opuestos de un camino para cuidarse de emboscadas y conocían a los lugareños, que les daban de beber, conversaban de los sucesos últimos, eran amigos de los cipotes y piropeaban a las guapas muchachas. Pero nadie se metía a atacar a esos guardias, pues sabían que el cuerpo militar entero iba a cobrarla.

Los guardias — y decimos “guardias” y no “la Guardia”– siempre fueron parte de las comunidades a las que servían esencialmente con lealtad.

Esa integración entre los guardias, los jefes de plaza, familias, pueblos, curas y alcaldes, tenderos y trabajadores no se forjó de un día a otro, sino que fue resultado de muchos años de labor y de abundante sudor.

En algunas fotografías de hace más de un siglo se pueden ver “guardias” descalzos y armados de machetes…

La supresión de la Guardia Nacional versus una depuración para transformarla en un cuerpo de presencia territorial dejó desprotegido el interior del país de un día a otro, vacío que fue llenado por delincuentes de toda especie hasta caer en el actual horror de las pandillas, bandas de narcotráfico, contrabandistas y extorsionistas, secuestradores…

En las ceremonias nupciales hebreas, en uno de los momento más importantes de la celebración, los novios rompen una copa, simbolizando así que a partir de ese momento la vida de ambos contrayentes cambió para siempre.

La enorme torpeza de suprimir la Guardia versus depurarla –las torpezas de la extrema izquierda que impone cambios sin medir las consecuencias a mediano o largo plazo– ha tenido un alto costo en sufrimiento y en la desprotección a las comunidades, ahora, como decimos, secuestradas en gran parte por pandilleros.

Piénsese en lo que ahora sucede y se compara con lo que fue antes.
 

Lo que el odio destruyó
lo paga en sangre el país

   

En la actualidad la Policía y los cuerpos de seguridad son ajenos a la vida de las comunidades, ajenos sin que haya jamás la posibilidad de integrarlos. Llega el batallón, patrullan, capturan, infunden miedo pero no se meten sino raras veces en los pasajes y vericuetos.

Antes las parejas de guardias andaban por todos lados, hablaban con la gente como decimos, y de haber sido necesario, se habrían instalado adentro.

Y eso sucedía al formarse parejas de guardias y oficiales con lugareños.

Esa red tan grande de personas al mismo tiempo apreciadas pero respetadas constituía además un puente entre las autoridades, los gobiernos y los del pueblo, una red que funcionaba en dos sentidos; era fuente de información para unos y simultáneamente de mensajes para otros.

La descomunal  torpeza de suprimir la Guardia se está cobrando al país en homicidios, retroceso económico grave, incertidumbre, cierre de microempresas, extorsiones… lo que castiga minuto a minuto a todos los salvadoreños…