???Lo de mi padre fue un linchamiento público???

El hijo del fallecido expresidente Francisco Flores conversa con El Diario de Hoy sobre el proceso judicial contra su padre y defiende su inocencia.

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Juan Marcos Flores hijo del expresidente Francisco Flores.

/ Foto Por Cortesía

Por Marvin Galeas, especial para El Diario de Hoy

2016-06-20 10:00:00

Juan Marcos Flores tiene apenas 25 años y la mirada de un hombre que parece haberlo vivido todo. Hace unos meses murió su padre, el expresidente Francisco Flores, en medio de un controvertido proceso judicial con dramáticos e inesperados giros pocas veces visto antes en nuestra historia.

“27 años antes Doña Lourdes de Flores, lloró la muerte de su padre, el abuelo de Juan Marcos, el doctor Antonio Rodríguez Porth, asesinado a balazos en 1989 por un comando guerrillero”. Al decirle esto, Juan Marcos me mira directo a los ojos y me dice: “a mi edad tengo muchas dudas sobre la vida, y dos grandes certezas”. ¿Cuales son esas certezas?, le pregunto. Sin pensarlo ni un segundo me responde: “la existencia de Dios y la inocencia de mi padre”.

Lo que sigue es una síntesis de una larga conversación, más que una entrevista, llena de recuerdos, reflexiones, y vívidos relatos no conocidos sobre cómo vivió la familia Flores los dos últimos años que mantuvieron al país en vilo, durante un proceso que culminó con la muerte del expresidente.

¿En qué se basas la convicción de que tu padre era inocente?

Mi padre me enseñó a defender la verdad aún a costa de mi vida. Si yo supiese que mi papá se había apropiado de un solo centavo ajeno, jamás lo hubiese defendido. Él mismo me inculcó la defensa de la verdad desde que tuve uso de razón. Además, la vida de mi familia en términos económicos no cambió para nada ni durante ni después de la presidencia de mi padre.

¿Dónde vivían ustedes antes de que tu padre ejerciera la presidencia?

Aquí en esta casa donde estamos platicando. Inmediatamente después que mi padre dejó la presidencia nos venimos para acá. Esta casa que mi mamá heredó de mi abuelo, ha sido nuestra casa de toda la vida.

¿Cuál es el patrimonio de tu familia y de dónde surge?

Mi abuelo paterno era un economista, abogado y empresario muy exitoso. La mamá de mi papá también. El padre de mi mamá era un abogado de mucho prestigio y mi abuela materna provenía de una familia de hacendados. El patrimonio de mis papás es en su inmensa mayoría heredado. Mi padre mejoró con su trabajo lo heredado. La finca Maracaibo, por ejemplo, es propiedad de mi familia desde hace 150 años. Mi bisabuelo, conocido como el Indio Pérez, fue el primer Fiscal General de la República. Entre los tatarabuelos de mi papá hubo generales, terratenientes.

Tu familia era de clase media alta…

Nunca he pensado en eso. Solo sé que mis abuelos tuvieron lo suficiente para educar a mis padres, tanto a mi papá como a mi mamá, en la Escuela Americana, donde ellos se conocieron.

Tanto mi papá como mi mamá se graduaron en universidades estadounidenses. Esta tradición continuó conmigo y mi hermana mucho antes que mi padre fuera siquiera funcionario de gobierno. 

Mi papá fue catedrático universitario y mi madre fue un tiempo directora de la Escuela Americana. Repito nada cambió en nuestra vida durante o después de que mi padre ocupó la Presidencia de la República.

Ahora que tu padre ha muerto están insinuando cosas contra tu mamá…

Todo lo que nosotros tenemos, le repito Marvin, es heredado de mis abuelos. Esta casa, como le decía, era de mi abuelo y él se la dejó a mi mamá. Y así las otras propiedades. Todo es legítimo. Ahora que mi padre está muerto continúa el acoso de ciertos sectores contra mi familia. Pero nosotros seguiremos luchando porque la justicia y la verdad están de nuestro lado.

¿Cómo está tu mamá?

Devastada por la muerte de mi papá. Ella quedó huérfana de padre luego que un comando guerrillero asesinara a mi abuelo, el doctor Antonio Rodriguez Porth, y ahora es una viuda que sigue siendo acosada Es como si se tratase de un inmenso odio contra nuestra familia…

¿Odio?

Yo no había nacido cuando asesinaron a mi abuelo. Pero si sé que era un buen hombre, un buen padre y esposo, un intelectual, pero sobre todo un luchador por la libertad. Por eso lo mataron. Mi padre igual, fue un intelectual y defensor de la libertad, enemigo de cualquier sistema dictatorial de derecha o izquierda. Pero mi padre tenía un agravante…

Lo de Fidel Castro en Panamá…

Sí. Detrás de este ensañamiento contra mi padre, porque lo trataron peor que a un criminal, no son pocos los que creen que está Fidel Castro. Mi papá fue él único presidente que lo humilló ante el mundo en un foro internacional.

¿ Y tú qué crees?

La forma en que procedieron contra mi padre no fue normal. En este momento dos expresidentes están siendo enjuiciados por enriquecimiento ilícito y gozan de amplia libertad. En cambio con mi padre actuaron como si estuviesen recibiendo órdenes de más arriba. Todo lo hacían con mucha saña.

Pero todo inició con la acusación que le hizo el expresidente Funes por el Reporte de Actividades Sospechosas que reveló en su programa de radio y que originó el llamado “caso Taiwán”.

Funes tenía sus propios motivos para odiar a mi papá. En parte creo que sentía un enorme complejo de inferioridad, en todos los sentidos, frente a la figura de mi padre. Pero él solo jugó un papel, indigno de un presidente, nefasto, pero fue solo un papel. En el fondo había algo más.

¿Sientes odio por Mauricio Funes?

Apenas tengo 25 años, me acabo de graduar de antropología y filosofía, tengo mucha energía, muchos sueños, ganas de hacer muchas cosas, cumplir con las misiones que mi padre me encomendó, no voy a perder absolutamente nada de esa energía odiando a ninguna persona.

¿Qué opinión te merece el juez García Argüello?

El juez García Argüello tomó decisiones arbitrarias que impactaron de manera directa en la muerte de mi padre. Ese juez sabía que mi padre estaba enfermo y lo mandó a la cárcel. Se negó a ponerlo en libertad incluso cuando se lo ordenó un tribunal. Ni las peticiones de mi madre lo hicieron ceder. 

Lo de mi padre no fue un proceso judicial, fue un linchamiento público que culminó con su muerte. Esta vez fue mi padre, mañana puede ser cualquier otro ciudadano.

¿Por qué crees que tu papá se fue del país en un primer momento?

El no quería irse. Su plan era otro. La noche que desapareció me llamó aparte y me dijo que él sabía que aun sin pruebas lo iban a meter en la cárcel. Me abrazó y luego agregó: “me voy para la finca de Maracaibo. Mañana seguramente me irán a capturar. Yo he decidido enfrentarlos. He decidido inmolarme y que mi vida sirva de ejemplo de lo que puede sufrir un ciudadano cuando se enfrente al poder de un Estado arbitrario”.

¿Qué hiciste?

Me estremecí. Pero sabía que él ya había tomado una decisión. Luego habló con mi hermana y mi madre. Fue una noche extraña, una pesadilla. Se fue. No dormí nada.

Pero al final se fue del país…

No sé si las palabras que al final le dijo mi mamá, o si alguien más con quien habló después lo hicieron cambiar de opinión. De todas maneras, algo me decía, que su suerte estaba echada.

Hasta había grabado un video en donde explicaba los motivos de su decisión y en donde se despedía de los salvadoreños.

¿Por qué regresó?

Las condiciones en las que mi padre estuvo en su exilio fueron muy duras, según me contó. El aislamiento total en el que permaneció, le hicieron reflexionar profundamente sobre los errores que había cometido y que debía correr el riesgo de enfrentar a la justicia, a pesar de las enormes desconfianzas que tenía. Además su enfermedad se estaba agravando por la falta de atención médica. Me dijo que aunque el proceso fuese viciado al menos podría probar su inocencia ante la opinión pública.

Él tenía arresto domiciliar y de pronto todo cambió. Decidieron enviarlo a las bartolinas.

¿Cómo vivió él y ustedes ese momento?

Querían humillarlo en público. Querían lincharlo. Mi mamá les pidió a los comisionados de la Policía que metieran la patrulla policial al garaje para llevarse a mi padre. Pero ellos le dijeron que tenían órdenes de no hacerlo. Le dijeron que mi papá tenía que salir a la calle. Era el mediodía y el gobierno a través de sus medios estaba transmitiendo todo en vivo, además había convocado a todos los medios de prensa.

¿Ante la negativa de los comisionados, qué dijeron tus padres?

Mi papá, como siempre tratando de no mostrar sus emociones. Mi mamá les insistió a los comisionados que al menos pegaran el vehículo lo más cerca que pudieran a la casa, para evitar semejante humillación. Les recordó que mi papá no había sido declarado culpable en algún juicio, pero que de esa manera ya lo estaban condenando ante la opinión pública. Ellos tampoco quisieron atender esa petición. Al final mi papá se puso su chaqueta, besó a mi mamá, se dejó esposar. Los policías, “por órdenes superiores”, pusieron la patrulla lejos de la puerta, para que mi papá caminara esposado el suficiente trecho para que fuera fotografiado, filmado y transmitido en vivo. Todo estaba calculado. Sin embargo, mi padre mantuvo su rostro en alto, mostró siempre serenidad a pesar del escarnio. Él no había sido vencido en juicio, pero ya el gobierno lo había condenado.

¿Cómo vivió tu padre esa primera experiencia en la cárcel?

Mi padre era un hombre mentalmente fuerte. Él decía que se sentía libre sin importar donde estuviera. Lo tenían en condiciones terribles, con decenas de delincuentes comunes, la mayoría pandilleros. Sin embargo, él hizo un plan para evitar la desesperación. Les contaba películas a los demás presos. Les daba clases de filosofía de manera simple. Invitaba a los presos a hacer viajes en autobuses imaginarios por ciudades que él conocía. 

Sus descripciones eran tan vívidas que los presos, dice mi papá, se sentían, en París o Nueva York. Los presos y los policías, excepto uno que llegó con el rostro cubierto a amenazarlo de muerte, se encariñaron con él.

Regresó a la casa luego de casi medio año preso.

Sí, fue una inmensa felicidad para todos. Pasó Navidad con nosotros. Lo gozamos como nunca antes. La presencia de mi papá generaba siempre alegría en todos los que lo conocían y lo querían.

¿Qué hacía durante ese tiempo?

Escribía, leía mucho, hacía ejercicios, iba a recibir su tratamiento médico, recibía visitas de amigos, amigos de verdad, que llegaron a apoyarlo.

¿Lo visitaron altos dirigentes de ARENA?

Solo Ernesto Muyshondt. Nadie más.

¿Reconoció tu papá que cometió errores en todo ese proceso?

Sí. Mi padre reconoció que cometió muchos errores, no solo en ese proceso, sino a lo largo de su vida. Reconoció que no se asesoró debidamente antes de comparecer ante la comisión de la Asamblea que montó todo ese circo. Él menospreció a los miembros de esa comisión. Ese fue un gran error. Pero, como dice mi mamá, mi papá redimensionó toda su vida en esos dos años.

¿Cambió?

Se volvió más espiritual. Conversaba bastante con unos sacerdotes católicos amigos que venían a visitarlo con frecuencia. Se esforzó por no dejar que ninguna emoción o sentimiento negativo anidara en su corazón. Se dedicó a planificar su defensa legal y la forma de restaurar su honor.

¿Por qué no dijo que los 10 millones de dólares sirvieron para financiar la campaña presidencial de Tony Saca?

Decir eso, argumentaba él, era traicionar a ARENA y al Gobierno de Taiwán. Y que eso era propio de cobardes y desleales. Prefería morir que ser un cobarde o un desleal. Usted sabe que Taiwán donó dinero para los damnificados del terremoto. Esas donaciones eran formalidades de gobierno a gobierno respaldados por documentos en ambas cancillerías.

Además eran auditados. El gobierno de Taiwán dijo públicamente que estaba satisfecho por la forma como se habían manejado esas donaciones en el gobierno de mi padre.

¿Y los 10 millones?

Fueron 4 cheques que sumaban esa cantidad, firmados por el embajador de Taiwán en El Salvador, con instrucciones de su presidente, en ese momento, para financiar la campaña de ARENA. Mi papá entregó ese dinero íntegro al tesorero de ARENA en presencia de Tony Saca.

Mi papá me contó hasta el último detalle de todo eso. Reto a que alguien, incluso a Tony Saca, me desmienta de lo que estoy aquí afirmando.

Estas diciendo cosas duras  

Yo digo la verdad. No tengo compromisos con ARENA ni con el FMLN, ni con Estados Unidos, ni con Taiwán, ni con Rusia. Como mi padre soy y seré un hombre libre donde quiera que esté.

Pero ARENA aceptó que los 10 millones fueron para la campaña.

Si, cuando mi padre ya estaba muerto. Hubo un cínico en ARENA que propuso que el ataúd de mi papá fuera envuelto en la bandera de ese partido. Mi abuela materna lo mandó al carajo, por no decir otra palabra.

¿Estás resentido con ARENA?

No. Simplemente no me siento identificado con ningún partido. La política no es lo mío, aunque sé que mi padre fue un gran presidente. El mejor. Lo dicen las cifras, los hechos, no su hijo.

¿Qué sintieron cuando el juez lo envió de nuevo a la cárcel?

Fue un golpe profundo para toda la familia. Mi papá lo soportó como un valiente. La presión que vivía le estaba causando estragos, pues la sangre tiende a espesarse en esas condiciones, según los médicos. Eso y la trombosis aceleraban la formación de coágulos. Al final, esa presión formalmente le causó la muerte. Formalmente porque las desatinadas decisiones del juez que lo mandó a la cárcel sin hacer ningún examen médico previo, provocaron de alguna forma el desenlace fatal.

¿Cómo fueron las últimas horas de tu papá antes del derrame?

Se veía bien. Se sentía bien. Ese domingo estuvo escribiendo bastante. Dijo que tenía listo el plan para defender su honor ante la opinión pública. Sabía que eso era importante de cara al juicio. Comió temprano. Luego se sentó en su sillón para ver algo en televisión. De pronto, cuando caía la noche, cerró los ojos, e hizo la cabeza a un lado como quien va a dormitar un rato. Ya nunca más volvió a despertar…

¿Qué sientes que debe hacer ahora Juan Marcos?

Limpiar el honor de mi padre. Resaltar su legado como el presidente que le devolvió a mis paisanos el orgullo de ser salvadoreños, cuidar a mi madre y a mi hermana. Ser feliz y ser un hombre de bien. Es la mejor forma de rendir tributo a ese gran hombre que fue mi papá. 

En cuanto a los enemigos de mi familia, le digo que los perdono por haber asesinado a mi abuelo, por lo que le hicieron a mi padre. Solo les pido que ahora nos dejen vivir en paz este duro golpe, este duelo. Este dolor.