Maestra y abogada santaneca

Blanca Cruz tiene 28 años educando a varias generaciones.

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Foto Por elsalv

Por Jonathan Henríquez / comunidades@eldiariodehoy.com

2016-06-21 8:00:00

Blanca Rosa Cruz López, de 51 años, no se conformó con enseñar sólo en las aulas, por lo que desde hace 11 años también ejerce como abogada, con el fin de ayudar a los más necesitados.

A los 21 años empezó a dar clases en el Centro Escolar El Amatillo, en el cantón Los Apoyos, de Santa Ana. Para llegar tenía que caminar 18 kilómetros, ida y vuelta. 

Ahora, con 30 años en la docencia, aseguró que eso le ayudó a poner amor a su profesión. Su objetivo fue formar a los alumnos en dicha escuela y verlos un día como profesionales.

Cruz dijo que ser docente es una de las mejores carreras, ya que tiene la oportunidad de ayudar a la formación de los alumnos.

“Es un don que Dios pone en uno, nace la necesidad de ayudar a los jóvenes y eso fue mi mayor propósito cuando inicie a dar clases.  Ahora veo a mis ex alumnos como grandes profesionales y es gratificante verlos y escuchar que le agradecen a uno por haberlos ayudado en su vocación académica”, expresó emocionada.

Reconoció que muchas veces le toca ser más que una profesora ya que debe ayudar a los alumnos con problemas personales, para que no les afecten en sus estudios.

“El hecho de trabajar con diferentes niveles me ayuda a conocer a los jóvenes y cómo se van desarrollando, ya que muchas veces somos maestros, consejeros y hasta padres de familia”, reflexionó.

Debido a esas circunstancias tomó la decisión de tener otra profesión, la cual le permitiera ayudar a las personas. Por ello, en el 2005 se graduó de la carrera de ciencias jurídicas.

El principal objetivo era ayudar en aspectos legales a sus alumnos y a los mismos padres de familia.

En algunos casos que ha llevado, no ha cobrado sus servicios por la misma vocación de servir a los demás y escasos recursos que enfrentan.

“Siempre he sido de la mentalidad de ser una persona que ayude a las demás sin recibir algo a cambio pues un gesto o un ‘gracias’ es más que gratificante para mí”, añadió la docente.

Ella no sólo le dedica tiempo a sus dos profesiones y a la formación de sus tres hijos; sino también sirve en la parroquia Madre del Salvador, en Santa Ana, porque aseguró que todos sus logros se los debe a Dios.

Desde 1997 da clases en el Centro Educativo Tomás Medina, de la colonia El Palmar, en Santa Ana, donde es querida por sus alumnos.