Obras públicas

Después de la respectiva fanfarria de inauguración y $17 millones de inversión, el caos vehicular ha regresado al redondel Naciones Unidas, lo cual se trata de resolver con improvisados planes

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Santa Ana, 19 de Julio de 2009. / Foto Por LG

Por Luis Portillo*

2016-06-22 9:37:00

Los gobiernos son recordados por los proyectos insignias y la infraestructura que ejecutan. Es decir, los puertos fantasmas, los aeropuertos obsoletos y las carreteras sin terminar fueron el legado del gobierno de Elías Antonio Saca y su equipo en el Ministerio de Obras Públicas (MOP) liderado por David Gutiérrez.
 
Con la entrada del gobierno del FMLN, uno de los ministros con mayor aceptación y reconocimiento ha sido Gerson Martínez, quien ha estado al frente del MOP por 7 años. Como si estuviera caminando sobre el agua, muchos aplauden la “transparencia” con que se han ejecutado las obras de infraestructura, sobre todo, en el gran San Salvador. Fue tal la presunta corrupción y falta de obras, sobre todo del último gobierno de ARENA, que ahora se aplaude la aparente transparencia en la gestión de la infraestructura de nuestro país. Esto solo demuestra que los humanos nos adaptamos incluso a lo inaceptable, como la corrupción e ineficiencia estatal que se convierte en “normal”.
 
La gestión de Gerson Martínez, posible candidato presidencial del FMLN para el 2019, debe ser evaluada desde la perspectiva de resultados. Considerando que el parque vehicular de nuestro país esta por llegar al millón de unidades, siendo el 85% de unidades de transporte familiar o personal, es importante que los encargados de la planificación y ejecución de la red vial de nuestro país tengan los pies en la tierra y la mirada hacia el futuro. La medición de la gestión no puede ser en función de los millones de dólares invertidos, kilómetros de carretera construida, metros cúbicos de concreto utilizados, personal contratado u otros datos que típicamente aparecen en las notas periodísticas. Si bien es cierto esos datos son importantes, la medida de éxito aceptable para los ciudadanos debe ser el tiempo promedio de viaje diario, los galones gastados de combustible mensual, la emisión de dióxido de carbono (CO2), la velocidad promedio del transporte de carga, el gasto en reparación de llantas y amortiguadores, entre otros. Es decir, los ciudadanos queremos llegar rápido a nuestro trabajo y sin duda a nuestros hogares, gastar menos en gasolina y repuestos, respirar un aire más limpio y que los productos que consumimos sean más baratos. Si el MOP no está midiendo eso, se puede jactar de ejecuciones aparentemente transparentes, pero no está solucionando los problemas de los salvadoreños. Es más, podría estar desperdiciando recursos que serían de más beneficios para todas nuestras familias.
 
Un ejemplo claro lo podemos ver en la ejecución de la megaobra del redondel Naciones Unidas. Esta obra sin duda ha impresionado a muchos por su velocidad de ejecución, calidad de obra y manejo del tráfico durante la construcción. Todas estas buenas noticias no son atribuibles al MOP, sino a la empresa constructora a que le adjudicaron la obra. Después de la respectiva fanfarria de inauguración y $17 millones de inversión, el caos vehicular ha regresado al redondel Naciones Unidas, lo cual se trata de resolver con improvisados planes de cambio de circulación y gestores de tráfico. La impresión que se tiene es que las obras publicas son los nuevos monumentos a la ineficiencia gubernamental, que solo buscan aplausos, pero que no resuelven las necesidades de la población.
 
La planificación es la base de la eficiencia. Aun cuando se ejecuten obras como los pasos de nivel de Naciones Unidas, Redondel Masferrer y Navarra, que no resuelve el problema vial de fondo, los contribuyentes solo veremos millones de dólares invertidos en concreto, pero seguiremos con alto tráfico, que implica contaminación, mayor consumo de gasolina y valioso tiempo perdido. Dado a que se supone que la cartera de obras públicas cumple con lo básico, que es realizar licitaciones transparentes y contratar empresas de primer nivel, el nuevo “normal” debe incluir que las obras realizadas lleven beneficios tangibles a los contribuyentes. 
 

*Colaborador de El Diario de Hoy.
@luisportillosv