Mata a un motociclista y Capres oculta información

A partir del funesto régimen previo, hay dos clases de pobladores: los que están expuestos a que se les aplique la ley para perjudicarlos, o los que están por encima de la ley, los que no pueden perseguirse o encausarse sin que se hagan maniobras para protegerlos.

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El sector privado está haciendo inversiones en reservorios y equipos de riego para mantener la producción de leche.

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2016-06-22 10:04:00

Negar información, perder expedientes, clasificar datos clave para investigaciones y similares subterfugios son ya una práctica en el oficialismo, lo cual no hace más que dejar en la población la sensación de que se protege la impunidad.

La secretaria jurídica de Funde, una entidad abocada a transparentar información, dio cuenta de la negativa del gobierno a revelar información sobre el individuo que mató un motociclista y además huyó sin asistir a la víctima.

Piensen nuestros lectores lo que les sucedería de sufrir un percance de tal naturaleza… a menos que tengan, como el mítico James Bond en el cine, licencia para matar.  El conductor del vehículo que mató al motociclista logró huir, protegido por un dispositivo militar de Casa Presidencial, según la denuncia. Hasta el mismo Fiscal General, Douglas Meléndez, señaló que se había tratado de “manipular el caso”.

Y desde ese momento hasta la fecha tanto la Presidencia como la PNC y diversas autoridades niegan saber del asunto, aunque se rumorea que el sujeto de marras salió del país.

Lo que lleva a una conclusión: que en El Salvador y a partir del funesto régimen previo, hay dos clases de pobladores: los que están expuestos a que se les aplique la ley para perjudicarlos, o los que están por encima de la ley, los que no pueden perseguirse o encausarse sin que se hagan maniobras para protegerlos.
 
Como ocurre con los corruptos…

En estos momentos se ha intensificado el debate nacional sobre los movimientos emprendidos por el grupo gobernante para pasar del Orden de Derecho vigente –lo que es la más esplendorosa gloria de la Civilización Occidental– para reemplazarlo por una dictadura donde la suprema ley es lo que dispone el déspota, sea Raúl Castro, Evo Morales o los cabecillas venezolanos.

Y de ser así, la gente no podrá decidir sobre sus vidas ni actuar por lo que le conviene o promueve sus intereses siempre que no cometa delito, sino que está forzado a cumplir con lo que dispongan sus amos.
 

De lo que todos deciden
a lo que poquísimos disponen
 
 

 En lo económico –por ahora haremos de lado las consecuencias morales, internacionales y humanas– se pasaría de un estado de cosas en la que las decisiones de todos los habitantes definen lo que se produce, se vende, se importa y se exporta, a una situación en que la vida económica la define un minúsculo grupo que cree estar en posesión de la verdad y del conocimiento.

Pero ya hemos visto lo que tal arreglo acarrea: pobreza general, escasez de todo, bajísimos niveles de vida… y en la China de Mao, que todos los chinos se vieran forzados a usar un mismo uniforme y todas las chinas una igual vestimenta coloreada.

El paso de esa clase de regimentaciones a las hambrunas, la falta de lo elemental para comer y sobrevivir, ya se dio en Venezuela donde hace falta de todo; en las panaderías no hay nada de pan, en las carnicerías no hay nada de carne, en las farmacias no se encuentran medicinas.

 Pero en las colonias donde viven los déspotas (no por haber ganado honestamente esos bienes sino por haberlos robado) además de que hay comida, también se brinda refugio a delincuentes.