Obtener dinero, el día y a la hora que uno quiera con solo introducir una tarjeta, es una comodidad relativamente nueva. Aún no tiene ni 50 años. Un día como hoy, 27 de junio, pero de 1967, se instalaba en una sucursal del banco Barclays en Londres el primer cajero automático. Fue un invento de John Shepherd-Barron, un escocés que trabajaba para De La Rue, una empresa que por entonces fabricaba máquinas de contar dinero para los bancos.
Shepherd-Barron vivía en la zona rural de Londres y cada sábado llegaba a la ciudad para ir al banco y retirar dinero para toda la semana. Un día de 1965 llegó a las 12:31, es decir un minuto después de la hora de cierre, y se quedó sin dinero durante todo el fin de semana. Lejos de traumarlo, esa situación le hizo pensar en un método en el que no se necesite un empleado para conseguir dinero.
Entonces surgió la idea. Basado en el mecanismo de las máquinas automáticas expendedoras de chocolates y dulces, Shepherd-Barron creó el primer cajero automático, mucho más limitado y elemental del que conocemos hoy en día al punto que solo se podía extraer un billete de 10 libras esterlinas. Debido a que no existían las tarjetas de bandas magnéticas, el cliente usaba unos cheques con material radioactivo que previamente se obtenían en los bancos. No era un proceso sencillo. Una vez retirado el cheque, las 10 libras se le descontaban de la cuenta del usuario, que podía usarlo en el momento que quisiese.
Por seguridad, además, había que introducir un pin de cuatro números. El inventor pensó primero en un pin de seis números, pero al consultar a su esposa se convenció de que cuatro era ideal para que la gente pudiese recordarlo.