Libertad de prensa y el Estado de Derecho

La única autorrestricción profesional que debe imponerse a los medios de comunicación es el desempeño de su labor con responsabilidad, ética y apego a la verdad. 

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Aída Vásquez, de la empresa Vasmar; y Flor de Erazo, directora de banca empresarial de Banco G & T Continental

/ Foto Por René Estrada y Gerson Sánche

Por Erika Saldaña*

2016-05-08 4:45:00

El pasado tres de mayo se conmemoró a nivel mundial el día de la libertad de prensa, fecha que sirve como una parada en el camino para reflexionar sobre el rol que el periodismo libre e independiente desarrolla en los estados contemporáneos. Dicha fecha se fijó en el marco de la Declaración de Windhoek, firmada en Namibia (1991) en el seminario organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en la cual se plantearon las principales preocupaciones del ejercicio del periodismo, y en la que se manifestó el rol del periodismo bajo la siguiente declaración: “el establecimiento, mantenimiento y fortalecimiento de una prensa independiente, pluralista, y libre son indispensables para el desarrollo y mantenimiento de la democracia en un país, así como para el desarrollo económico”.

En El Salvador, la Sala de lo Constitucional ha desarrollado en su jurisprudencia el rol del periodismo y de los medios de comunicación. Ha señalado que la libertad de información, como fundamento de la libertad de prensa, desempeña un papel importante en una sociedad democrática, ya que los cuestionamientos a quienes ostentan cargos de poder y los encargados de las políticas públicas (y el consiguiente planteamiento de alternativas), facilita que en un proceso de ensayo y error se encuentren las políticas y medidas que mejor satisfacen las necesidades de los individuos y de la colectividad. La finalidad de la Constitución al reconocer la libertad de información y la libertad de prensa es generar una opinión pública libre en la que se discutan los aspectos relativos a la conducción de las cuestiones públicas que los ciudadanos apoyan o de los cuales buscan su modificación.
 
Por otra parte, los distintos medios de difusión de información también juegan un papel protagónico en las democracias actuales; estos se constituyen como instrumentos que le permiten a la sociedad acceder a información de relevancia pública facilitándole la búsqueda, recepción y difusión de información. La pluralidad de medios de comunicación prohíbe la monopolización de los medios y fomenta la existencia del mayor número posible de diarios, revistas, programas de opinión y otras publicaciones periódicas que reflejen la más amplia gama posible de opiniones dentro de la comunidad. La única autorrestricción profesional que debe imponerse a los medios de comunicación es el desempeño de su labor con responsabilidad, ética y apego a la verdad.

El rol de los periodistas en El Salvador ha trascendido a impulsar (a través de sus cuestionamientos, investigaciones y publicaciones a los distintos sectores estatales) la lucha contra la desinformación, la corrupción e ilegalidades cometidas por los distintos actores políticos relevantes dentro de la sociedad. La labor de poner en vitrina las acciones de los funcionarios también se traduce en una invitación a la ciudadanía a empoderarse en sus derechos y ejercer el rol de control del poder necesario en toda sociedad democrática.
 
El periodismo salvadoreño tiene a su cargo sentar las bases para un debate público informado en los temas de relevancia nacional, a través de la difusión de información relevante sobre los temas coyunturales y de la publicación de las diferentes posturas que reflejan todas las aristas de los problemas planteados.  La información sirve a la ciudadanía como herramienta para fijarse una opinión integral de los temas fijados en la palestra pública y, habiendo analizado esta, abocarse hacia la postura que se acerque a las conclusiones propias, más allá de tendencias partidarias e intereses personales que buscan manipular el contenido informativo a conveniencia. Como bien lo plasmó George Orwell en el prólogo de “La rebelión de la granja” (a propósito de la libertad de prensa): “si la libertad  significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír”.
 

*Columnista de El Diario de Hoy.