Eliot Ness y Los Intocables

¿Será que como sociedad seremos capaces de generar un pequeño grupo de gente buena y capaz dispuesta a sacrificar comodidad, bienes, seguridad y futuro personal por el bien de todo un país?

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Aída Vásquez, de la empresa Vasmar; y Flor de Erazo, directora de banca empresarial de Banco G & T Continental

/ Foto Por René Estrada y Gerson Sánche

Por Max Mojica*

2016-05-08 4:40:00

Eliot Ness nació en Chicago como hijo de panaderos noruegos, pasó a la historia como el agente del tesoro estadounidense, famoso por sus esfuerzos por hacer cumplir la “Ley Seca” en Chicago, como líder de un equipo legendario apodado Los Intocables.
 
En 1926, Alexander Jamie, un agente del FBI, le aconseja integrarse al sistema penal norteamericano. En 1927 Ness se une al Departamento del Tesoro, trabajando con los 300 oficiales de la Oficina de Prohibición de Chicago. Luego de la elección del presidente Herbert Hoover, al joven oficial Ness le fue encomendado conseguir la detención del no menos famoso gánster Al Capone. 

Capturar al líder de la mafia de Chicago no era tarea fácil, tomando en cuenta la corrupción reinante entre los agentes de policía; aún así, Ness examinó los registros de todos los agentes del tesoro para formar un equipo fiable, inicialmente de cincuenta, más tarde reducido a quince y finalmente a solamente nueve hombres. Muchas redadas contra destilerías y cervecerías comenzaron inmediatamente. En menos de seis meses, Ness clamaba haber descubierto cervecerías que generaban más de un millón de dólares de ganancias para la mafia (¡un millón de dólares para la década de los 30 del siglo pasado!).
 
Una tentativa de Capone de sobornar a los agentes de Ness fue aprovechada por éste como publicidad, obteniendo para su equipo el apodo de “Los Intocables” por parte de los medios de comunicación. Ante la imposibilidad de “comprar” a Ness y su equipo, el crimen organizado procedió a realizar atentados en su contra, como resultado de los mismos, uno de sus amigos íntimos, Cam Allison, fue asesinado.

Los esfuerzos de Ness y su equipo tuvieron un serio impacto sobre las operaciones de Capone; sin embargo, la evasión de impuestos era el arma clave. En un cierto número de grandes procesos federales llevados a cabo en 1931, Capone fue acusado de veintidós casos de evasión fiscal y de cerca de cinco mil violaciones de la Ley Volstead (prohibición de vender alcohol). El 17 de octubre de 1931, Capone fue condenado a once años y, después de una apelación fracasada, comenzó su sentencia en 1932.

Ness fue promovido a Investigador Principal de la Oficina de Prohibición para Chicago y en 1934 para Ohio, y desde ahí dirigió una campaña para limpiar de corrupción los cuerpos de policía y bomberos. Luego de todos sus logros, Ness murió olvidado en modestas condiciones económicas y solo fue recordado por la publicación de su libro, realizada después de su fallecimiento. 

Ness y sus “Intocables” nos dejan muchas lecciones sobre cómo abordar y solucionar un problema tan complejo como lo es la corrupción policial, judicial y crimen organizado, aún teniendo limitados recursos de personal y tecnológicos.

Lo primero es que para solucionarlo debe de haber “voluntad política”, que no es otra cosa más que los encargados de la dirección del país, tengan el ánimo real de combatir la criminalidad, así como de nombrar en mandos altos y medios, a personas no solo probas sino capaces de llevar a cabo la ingente tarea que implica combatir la corrupción interna de los cuerpos de seguridad, así como la de hacer frente -con nombre y apellido- al crimen organizado, no importando quienes son sus “capos” ni quienes son sus protectores o ejecutores.
 
Lo segundo es que no solo deben de existir las “ganas de hacerlo”, sino también que dicha buena voluntad debe estar asociada con la adecuada capacidad para llevarla a cabo. La mejor forma de garantizar la capacidad dentro de los cuadros públicos es promoviendo la “meritocracia” en la función pública. Contratar personal apto -intelectual y académicamente- para puestos claves, es la base sobre la que descansan, no solo la implementación de todo tipo de planes para luchar contra la corrupción y el crimen, sino su misma conceptualización y creación. Sin meritocracia -ni capacidad que es su derivada-, es como contratar a un capitán para un barco en alta mar, que no sepa leer ni el mapa ni la brújula.
      
Finalmente, lo que nos demuestra la experiencia de los Intocables, es que “una golondrina sí hace verano”. Lo digo por todos aquellos que piensan que no vale la pena incorporarse a la función pública en ningún nivel, ya que “uno solo, qué va a hacer”, “no se puede cambiar el sistema”, que “los malos son más”. Eliot Ness, con sus nueve probos y valientes oficiales, apoyados por sus superiores, lograron cambiar la situación de toda una ciudad, y posteriormente, de todo un Estado.

El Salvador necesita a gritos un grupo de Intocables, ¿será que como sociedad seremos capaces de generar un pequeño grupo de gente buena y capaz dispuesta a sacrificar comodidad, bienes, seguridad y futuro personal por el bien de todo un país? No estoy seguro de la respuesta, pero por el bien de todos, rezo a Dios por que sí ocurra.
  

*Abogado, máster en leyes.
@MaxMojica